La historia que les voy a platicar pasó hace poco tiempo, ahora yo tengo 26 años y mi hermana que se llama Miriam tiene 24, pero lo voy a platicar desde el principio espero que les guste.
Todo empezó hace ya varios años, yo tenía 20 y mi hermana tenía 18, yo nunca me había fijado en ella. Mis amigos y yo nos sentábamos a platicar acerca de unas muchachas muy guapas que vivían en la misma calle, ellas eran tres hermanas y tenían un hermano que era el menor, el cual todos envidiábamos porque al pasar por su casa podíamos ver a las tres chicas tendidas en el suelo viendo TV con unos diminutos shorts de tela delgadita, y el sentado ahí en el suelo viendo aquel espectáculo. De mi hermana nunca hablaban al menos cuando yo estaba presente, era nuestra manera de pasar el tiempo, pero un día hablando de aquellas chicas pensé que yo también tenía una hermana y que además también era muy guapa.
Las siguientes semanas solo me dediqué a observar como caminaba, memorizando su cuerpo, cada una de sus curvas y me imaginaba haciendo el amor con ella, después decidí que no era suficiente con observarla vestida, así que hice un pequeño hoyo en la puerta de la regadera tan pequeño que casi no se notaba sino le ponías mucha atención. Por ese hoyo pude observar su lindo cuerpo, observé por primera vez sus caderas, sus piernas firmes y carnosas que resaltaban cuando se ponía minifaldas, sus nalgas bien apretadas, las que escondían su ano pequeñito que pude ver por un instante cuando se agachó un poco dándome un hermoso espectáculo, sus pechos eran medianos y firmes los cuales se movían hacia arriba y hacia abajo cuando hacía un movimiento rápido. Después de un tiempo la seguí espiando mientras se bañaba y después me masturbaba en mi cuarto pensando en esas visiones.
Había llegado a desear tanto a mi hermana que ya no podía comer cuando ella estaba en la mesa, por supuesto que mis padres no sospechaban nada, solo veía como movía sus labios al comer y me imaginaba que se sentiría tener mi pene dentro de esa boca y esto me enloquecía, fue cuando decidí plantearle mi situación y lo que sentía hacia ella, pensé en muchas formas de decirlo sin que se enojara y le dijera a mis padres, pero ya no podía resistir más, así que un día que mis padres salieron de casa a visitar a unos tíos, decidí que ese era el momento de actuar. Miriam estaba viendo la tele vestida con una bata de dormir en el sofá de la sala, me senté a su lado y comencé a hablarle de todo lo que se me ocurría en ese momento, ella apagó el televisor, me miró a los ojos y me preguntó que si yo le ocultaba algo, ese era el momento que esperaba, entonces le platiqué todo lo que sentía hacia ella, que la había visto desnuda varias veces a lo que ella solo me miraba, cuando al fin terminé, solo nos quedamos viendo y luego se fue y yo me quedé sentado ahí en ese sillón. Pasó el tiempo y ya no volvimos a tocar el tema para nada, hasta hace como un año que empecé a notar que ella se mostraba muy juguetona conmigo, me abrazaba, me sonreía y a veces pasaba rozando mi cuerpo con el suyo, lo que me dejaba algo excitado, pero yo no me decidía a plantearle nuevamente la situación.
Pensé en un nuevo plan, pero este necesitaba de una casa donde no pudiéramos ser molestados y recordé que en mi trabajo rentan una casa para cuando vienen personas del extranjero y que trabajan para la compañía y que en este momento estaba sola. En la primera oportunidad que tuve saqué copia de la llave, a la semana le dije a mi hermana que estaba viendo unas casas porque quería rentar una, que si quería acompañarme, a lo que accedió feliz. Al llegar a la casa por supuesto que no había nadie y le dije que el dueño no podía venir, pero que me había dado la llave para que viera la casa. Entramos y la vimos por todos lados, había una sala con un sofá muy cómodo en el cual nos sentamos los dos, platicamos acerca de lo que le parecía la casa y todo eso. Era tiempo de poner nuevamente manos a la obra, así que le dije que si recordaba que alguna vez yo le había hablado de tener relaciones con ella, me dijo que si, y le pregunté que qué opinaba ahora de ello, me dijo que no sabía que decir. Le tomé la mano y le dije que podíamos probar, que me detendría cuando ella lo dijera, a lo que aceptó con un poco de recelo.
Le dije que cerrara los ojos mientras comencé a besar su cuello, ella solo respiraba profundo con cada beso, desabotoné su blusa y deslicé una mano por debajo del sostén, acariciaba sus senos suavemente, eran muy suaves y firmes y con la otra mano le acariciaba la entrepierna. La tomé por la cintura y la recosté en el sofá, lentamente le quité la blusa y el brasier, sus pechos estaban erectos y me ofreció esa boca que tanto había deseado antes, nos besamos un largo rato y después besé sus pechos, mordisqueaba sus pezones pequeños y erectos, me desnudé y terminé por desnudarla por completo. Por fín podía acariciar su hermoso cuerpo. Nos acomodamos en 69, yo hundía mi cara entre sus piernas y lamía su clítoris que también estaba muy húmedo, mientras ella mamaba todo el tronco erecto que yo le ofrecía, después de un rato dejé ir chorros de semen en su boca y se los tragó gustosa. Le pregunté si quería que la penetrara y ella accedió, la puse de pie espaldas a mí y le dije que se recargara con las manos en el sillón, puse mi pene en la entrada de su vagina y empujé, ella gemía y respiraba rápidamente, empecé a entrar y salir una y otra vez penetrándola hasta que mis testículos topaban en su vagina. Le di la vuelta y me recosté sobre ella y la seguí penetrando, con mis manos tomaba sus senos y con mi lengua exploraba su boca deliciosa, hasta que le llené la vagina también de semen.
Nos sentamos en el sofá a descansar mientras nos besábamos, ella tomó nuevamente mi pene y lo llevó hasta su boca, era una sensación indescriptible como acariciaba con su lengua la punta y luego mis testículos, entretanto yo había llevado mi mano hacia su trasero y había logrado meter un dedo en su pequeño ano, cada vez que metía y sacaba el dedo ella gemía de placer y me pedía que se lo metiera más adentro, le dije que la iba a penetrar por atrás, pero me dijo que le iba a doler mucho porque estaba muy grande, le dije que lo haría despacio. La puse de rodillas en el sofá e incliné su cuerpo para abajo, la veía empinada ofreciéndome ese culito tan sobroso mientras me miraba a los ojos por un lado de su hombro, la tomé por las caderas y le dije que separara sus nalguitas con sus manos, comencé a penetrar lentamente su ano mientras veía los gestos de dolor en su cara, pero solo duró hasta que la tuve totalmente ensartada por atrás, comencé a tirar hacia atrás de sus caderas y cada ensartada era un grito de placer de ella, me vine por tercera vez dentro de ella y así estuvimos un largo rato, regresamos a casa y ahora cada vez que quiero me llevo nuevamente a mi hermana a esa casa para pasar momentos inolvidables.