Los cuates me conocen como Andy. Les voy a contar de forma breve la historia de cómo le quite su virginidad a mi prima Sarahí. Debo aclarar que cuando esto sucedió ninguno de los dos era mayor de edad, así que espero no incomodar a nadie con mi relato. Ella es una lindura de nena y siempre suele ser muy “mimosa” con los hombres, lo que ha provocado que yo la deseara desde hace tiempo, ya que siempre estaba abrazándome o frotando su cuerpecito al mío. Yo vivo en casa de mis tíos porque desde allí la escuela queda más cerca que desde la casa de mis padres y he tenido un gran acercamiento con Sarahí. Casi desde que llegue a vivir allí sostuve una relación cercana con mi prima, de modo que siempre estábamos jugando, haciéndonos cosquillas, abrazándonos y pasando tiempo juntos.
Últimamente la había notado un poco nerviosa cuando estábamos solos en casa, pero siempre estaba dispuesta a pasar el rato conmigo. Una tarde en que de nuevo estábamos a solas se acercó a mí cuando veía la televisión y comenzamos a hablar de varias cosas. Ese día traía puesto su uniforme… pffff me calentaba a mil verla vestida de colegiala, se veía lindísima y muy inocente. Comenzamos una conversación más interesante:
-Oye Andy, estoy aburrida… vamos a jugar.
-Muy bien Sary ¿Cómo que podemos hacer?
-Amm pues no sé, ¿qué te parece si jugamos a las luchitas?
Yo sabía de antemano que su intención era que pudiéramos revolcarnos un rato en el sofá mientras le tocaba todo su cuerpecito, pero no se lo hice notar:
-Eres una niña traviesa ¡te voy a atrapar! No eres rival para mí –Le dije-.
Yo le tocaba todo… le agarraba las tetitas y las piernas, hasta el culito le sobe. Tenía yo la verga como piedra; seguimos jugando hasta que en determinado momento la atrapé y le tome las dos manos, poniéndome encima de ella, le puse la rodilla en su conchita para abrir sus piernas y la sobe con una mano. Al principio ella estaba tranquila pero asustadita, no decía nada, pero estaba agitada. Mientras nos veíamos a los ojos comenzó a mover voluntariamente sus caderas y se dejaba frotar sin decir nada, al parecer lo estaba disfrutando en verdad. De repente dijo “ya me tengo que ir, debo hacer mi tarea”, y se fue a su cuarto bien rojita de su cara.
Los siguientes tres días casi no nos vimos, y cuando lo hacíamos no nos dirigíamos ninguna palabra. Se notaba que seguía nerviosa. En la tarde del tercer día mis tíos salieron de casa y nos avisaron que regresarían hasta pasada la media noche y que no sería bueno que los esperáramos despiertos, sin embargo, no conversamos sino hasta pasada la media hora de que nos dejaran solos, Sarahí me dijo así con pena:
-Me gustó lo que hicimos la otra vez, sentí rico.
Me contó con pena que ese día no se dejó de tocar en la noche y que se la había pasado pensando en mí desde entonces; fue cuando aproveché para decirle que si quería que lo hiciéramos de nuevo y que lo podía hacer más rico para ella. Abrió los ojos como plato.
-¿En serio Andy?- Me dijo, así como dando a entender que no lo creía-.
Inmediatamente me la llevé a la cama tomada de la mano, pero nunca dejé de verla directamente a los ojos, ella solo se dejaba hacer. Su carita aun de niña buena, llena de lujuria, me puso a mil; cuando llegamos a la recámara la cargué como a una novia y la recosté en la cama. Le subí la falda del colegio, deslice sus delicadas braguitas mojadas sobre su piel de quinceañera, le abrí las piernas con las manos y le mame todo. Ella estaba como loquita, fue delicioso lamerla, ella solo se dejaba. Cuando volteaba a ver sus bellos ojos podía observar su hermosa carita agitada por el placer que le estaba dando.
La estuve lamiendo como media hora. Al cabo de un rato ella solita me hundía la cabeza con sus manos en su conchita hasta que pego un gemido delicioso; no dejaba de verme a los ojos, ella estaba bien caliente, nunca había visto a alguien como ella, estaba como perrita en celo, además estaba escurriendo como loca y gemía delicioso. Hasta ahora no decía nada, solo gemía como una hembrita virgen que pide que le den verga. Esperé hasta que se vino por primera vez para meterle el dedo en su coñito, cuando lo hice, ella alcanzó un nuevo nivel de calentura:
-Más adentro mi amor, más adentro por favor.
Se movía como loca y sus pezones comenzaron a ponerse bien duros. Llevaba el uniforme todavía, solo le levante la faldita y le abrí la blusa, pero ella no estuvo de acuerdo:
-Mi amor, mejor quítame la ropa… me encantó lo que hiciste ¿podemos hacerlo de nuevo?
Solo me abrazaba, ella solita se fue quitando la ropa y me dijo:
-quiero verte desnudo
Yo encantado me desnude y ella se le quedó mirando a mi verga, así que le dije que lo podía tocar si quería, y enseguida se abalanzó sobre él. Al inicio era un poco torpe pero de inmediato mejoró y me hizo una mamada de antología, al punto de que casi me corro en su cara, así que la detuve y le dije que si quería que le chupara de nuevo su conchita femenina… hasta brincó de emoción. Se la volví a chupar y me dijo:
-Que rico es esto, lo quería mucho de nuevo
-Mi bebita hermosa, ¿te dejarás hacer lo que yo quiera? Te voy a hacer disfrutar como nunca – le dije después de besarla en la boca con pasión -.
-Ok, yo haré lo que tú quieras mi amor.
-Muy bien, te lo voy a meter… tu mantente tranquilita.
Así como la tenía boca arriba, puse mis manos en sus hombros y acomodé mi verga en su entradita que ya estaba bien lubricada. De un solo empujón se la metí hasta el fondo, ella gimió al principio y luego empezó a gritar con poco volumen:
-¡Me duele Andy! ya no por favor… me duele mucho.
Ella no dejaba de quejarse y hasta se le pusieron llorosos los ojos. Yo se la metía igual. Gemía y me pedía que la dejara, pero después de unos minutos se relajó y ya le entraba todo sin ningún problema; empezó a cambiar sus gemidos de dolor por gemidos de placer y hasta cambió las palabras que me decía:
-¡Por Dios! Voy a ser tu putita, que rico se siente, ¡Me mueroooo!
-¿No que te dolía putita? ¡Eres bien puta!… desde la primera vez que te vi con tu faldita de colegiala me pajeaba pensando en ti, te ves muy provocativa… eres bien cachonda.
Eso que le dije le gusto y empezó a gemir más fuerte y rodeó mi cuello con sus brazos mientras me pedía que la besara en la boca. Se la metía bien duro, y cuando lo hacía, ella me decía “ayyyy duele” con su voz de niña buena. La puse en la orilla de la cama con las piernas bien abiertas y la embestí con fuerza. Le levanté la cabeza y le decía:
-Mira cómo se come la verga tu conchita de 15.
-Si mi amorcito, métemela más adentro ¡quiero más!
Y se la metía hasta los huevos mientras ella miraba como lo hacía. A veces me miraba fijamente a los ojos y podía distinguir su cara llena de deseo y lujuria. Eso me excitaba muchísimo y se la metía con más fuerza. Estaba como toda una puta la canija.
Me la cogía bien duro y le jalaba los pezones, hasta tuvo que ponerse una almohada en su cara para gritar. Así se lo estuve metiendo hasta casi córreme; cuando estaba a punto de hacerlo le saqué la verga y le quité la almohada, me puse encima de ella y le vacié la leche en su boca sin avisarle, hasta le pasé la verga por la cara. Ella seguía como putita de caliente, me abrazaba, me acariciaba, me sobaba la verga y hasta me dijo:
-¿Ahora soy tu mujer verdad?
-Si Sary, y cada vez que estemos solos vamos a coger ¿te gustaría?
-¡Si, si quiero! Voy a ser solamente para ti. Tú puedes hacerme lo que quieras.
Le limpié su boquita y sellamos nuestro pacto con un beso de amantes que duró como 5 minutos. Desde entonces, cada vez que estamos solos somos como una pareja de recién casados: nos hacemos cariñitos y nos bañamos juntos, nos portamos como novios, nos hablamos con amor y, sobre todo, nos damos placer mutuamente. Pero esas son historias aparte, si quieren en otra ocasión les cuento como nos ha ido… tal vez les cuente la primera vez que me corrí adentro de su vagina, o la ocasión que le rompí el culito. Si les ha gustado mi relato, les pido que me lo hagan saber.
Alejo (Andy).