Iba con mi esposo de viajes a una convención, hicimos una parada en la vía producto del cansancio, y terminé mamándosela a un camionero….
Hicimos un viaje largo, muy largo mi Fabián y yo. En el trayecto, debido al cansancio, decidimos parar un rato en una estación de gasolina de carretera con el propósito de estirar las piernas y reposar. Aún faltaban unas horas para llegar a nuestro destino que era la Convención donde mi marido debía participar. Por tanto, estacionamos, bajamos a caminar un poco y tomarnos un café. Mi esposos sin embargo me manifestó que deseaba dormir un poco antes de continuar rodando para reponer fuerzas, así que se metió al auto y allí se puso a dormir. Yo mientras, seguí caminando por los alrededores. El sitio estaba lleno de camioneros que hacían parada también allí, muchos de ellos al verme me decían cosas, bien piropos o vulgaridades pero yo no les hacía caso….Me dirigí a los baños, oh sorpresa, estaban cerrados por falta de agua, y ahora qué hacía? necesitaba orinar, ufff. Un gordo camionero se percató de mi necesidad inminente de baño, así que con cierta malicia se me aproximó:
-Hola nena, qué…. ¿urgida de hacer pis?
-Ay sí señor, y los baños cerrados, qué tal?
-Bueno, sé que para ustedes las damas no es fácil como para nosotros eso de orinar en cualquier lado, pero si tanta es tu urgencia podrías dirigirte a los matorrales por allá y allí descargarte, haha.
-Bah, cómo si fuera tan fácil…. Qué tal que alguien me vea ir hacia allá y se aproxime, eh?
-No hagas problema con eso mi amor, yo puedo escoltarte y asegurarme que nadie te vea….
-¡Noo, qué va! No lo conozco, ¿y si resulta usted alguien malo?
-Pos con gritar tendrías, hay mucha gente que te oiría y no me arriesgaría a meterme en problemas. Incluso me di cuenta que andas acompañada, cierto?
-Sí, ando de viajes con mi esposo pero se recostó un rato a descansar, venimos de lejos…. ¡Ay, no aguantoo, me orinooo!
-Haha, entonces no lo pienses más, ¡vamos hasta esos matorrales y ya!
Tenía cierta desconfianza pero las ganas me reventaban, así que acepté que el tipo me acompañase y fui hasta el sitio que me señaló donde sudando y ya con dolor por las ganas inmensas de hacer pis, le dije al camionero:
-Bien, dese vuelta por favor…. Me muero de ganas de orinaar, ¡aayyy!
-Okey, haha, anda orina….
-Bajé mis pantalones y braga, me agaché y uufff, vaya que alivio mi Diossss.
El tipo en eso, volteado sin verme, decidió sacar su «bicho» y ponerse a mear allí también en dirección opuesta a mí claro está, qué tal? Pude notar un pedazo de su pipe y el largo chorro que echaba, yo a todas estas, logré finalizar la desahogada, me puse de pie y me vestí. Pero la curiosidad y mis puterías fueron más fuertes y me interesé por ver más de aquel camionero que, sin tapujo, tenía su manguera afuera, quizás con la idea morbosa de que yo se la viese, eso produce excitación en muchos hombres y estoy clara, haha. De tal manera que, siguiéndole el juego, me pongo a un costado suyo y le preguntó:
-Vaya, usted también estaba con tanque full, eh?, ¿Quiere que se lo sacuda? haha.
-Hahaha, cómo no amor, si es tu gusto ven y sacúdemela para guardarla, aunque creo que si me la tocas será difícil que pueda entrar a su «jaula mi pájaro»….
Con sonrisa maliciosa, verificando que nadie nos pudiese estar observando, me aproximé por detrás del hombre y así quedaba tapadita por si acaso, tomé su pija y empecé a sacudirla. Obviamente, ese pene se puso como de cemento al sentir el tacto de mi delicada manito que, juguetona, lo movía a todos lados. A poco de estar en eso, el tipo se volteó hacia mí, me abrazó y buscó mi boca. Yo, lo recibí con beneplácito, con las pulsaciones a millón por lo picante, arriesgado y caliente de aquella situación en la que me veía envuelta…. Mi marido durmiendo a pocos metros, gente a lo lejos que charlaba, otros llegaban y algunos se iban continuando viaje, yo besándome apasionadamente y con furia en la oscuridad de la noche que nos cubría, con aquél tipo algo barbudo, panzón y a quien ahora pajeaba aprisa con mis manitas mientras quejidos bajitos salían de mi garganta en lo que tomábamos aire para seguir magreándonos con delirio.
-Aaah qué rico besa señor camionerooo…
-Ummm mamita, y tú tienes una boquita y lengua deliciosas, y tus manitas son traviesas, eh? Dale, sigue moviéndolas así de sabroso…. ¿Te gusta mi verga?
-Siiii, al verla le confieso que quise tomarla para mí, mmmm….
Terminando de decir aquellas palabras, volviendo a dar un recorrido visual rápido por las cercanías, decidí agacharme y empezar a besar y lamer aquel mástil que ya botaba líquidos preseminales debido a la excitación y exaltación de su dueño. Sin ton ni son engullí aquel trozo de carne para darle unas mamadas prodigiosas mientras le daba apretoncitos a sus bolas llenas de semen. El camionero se retorcía de placer, se le escuchaba gruñir mientras recibía de mi boquita, labios y lengua una sensacional experiencia de calidez y succión que me embriagaban a mí de lujuria:
-Mmmmgggghhh, mmmmgghh…. qué rico, me gusta el sabor y dureza de su pene señor camionero, mmmm…. Mmgghh, mmgggghh….
-Aaagggg mamita, que putita eres, se nota que te encanta mi palo…. Qué mamadas más espectaculares me das…. Aaagggg, así, ¡así se hace perra!
Mientras me encontraba pegada en la verga divina del gordo, me toqué mi clítoris con mis deditos y tuve un orgasmo exquisito. Acto seguido el camionero se corrió mientras se la chupaba, aquello fue bárbaro como botó leche en cantidades industriales, yo la tragué casi toda y otra tanta manchó mi rostro y parte de mis ropas. Terminé de limpiársela con mi lengua, me quité el semen de mi carita con los dedos y lo sorbí, mmm. El hombre me veía como incrédulo, quizás jamás espero esa reacción de mí, una mujer que hacía minutos había conocido, que le gustó a rabiar y ahí le había proporcionado una deliciosa mamada en plenos matorrales con mi esposo y gente cerca de ambos…. Me acomodé, le di un besito de piquito y nos despedimos. Claro, el camionero quería más de mí y yo de él, pero le sugerí me diera su nro. celular que yo pronto lo llamaría para repetir la experiencia y hacer más cosas prohibidas pero gustosas, haha, ya que, por casualidad y de la buena, iba a entregar su carga en la misma ciudad donde nos dirigíamos mi esposito y yo.