Me llamo Vicente, tengo 27 años, no tengo novia ya que me encanta follar y siempre quedo con tías diferentes y con algunas amigas “especiales”
Llevo el pelo rapado al 1, moreno, ojos gris cristalino, suelo hacer deporte y cuidarme lo que puedo, voy depilado, mido 1.90, tengo buen físico, suelo vestir con camisas ajustadas, vaqueros que me marquen bien el culo generalmente negros o azules, calzado informal, mi armario está repleto de ropa de buenas marcas.
Trabajo de monitor en un gimnasio de lujo, y me gano muy bien la vida.
Vivo sólo desde hace un par de años.
Antes vivía con mis padres, ellos se separaron cuando yo tenía 16 años, mi madre Paloma, tiene 40 años, tiene un hermano mayor, Ramón, de 55 años, y una hermana de 29, Gabriela, que se fue a vivir con mi madre en cuanto yo me mudé.
Yo soy hijo único, mi tío está casado con Esther de 50 años y tienen una hija, Cristina, de 25.
Mi tía Gabriela, mi prima Cristina y yo, por nuestra cercanía de edad, salíamos de vez en cuando juntos, ninguna tenía novio y les gustaba el sexo tanto o más que a mí, siempre nos contábamos nuestras experiencias, y la mayoría de las veces, acabábamos durmiendo en mi casa, y alguna que otra vez, les dejaba que se trajeran a sus ligues y follaran en el cuarto de invitados.
Un día estaba lloviendo, era sábado y con la que caía, nos daba pereza salir, así que, quedamos en que se vinieran a mi casa, ver una película, cenar y pasar un día tranquilo.
Vinieron a mi casa, mi tía trajo bebidas y mi prima unas porciones de tarta de queso con arándanos.
La cena iba de mi cuenta ya que me encantaba cocinar.
Hice una lasaña rellena de salmón que me salía estupenda.
Mi tía llevaba una camisa blanca semidesabrochada con un top negro debajo, vaqueros negros de pitillo de la talla 42, y botas negras altas, medía 1.75, pelo ondulado castaño claro, ojos color miel, labios sensuales, culito prieto y tetas grandes.
Mi prima, llevaba una camiseta negra y sexy con escote, una minifalda negra, medias transparentes y botas bajas planas de color negro, medía 1.73, talla 38, un culo que sobresalía un poco que daban ganas de morder, ojos azules, pelirroja con el pelo rizado por debajo de los hombros.
Yo me había puesto una camiseta blanca ajustada que me marcaba mis bíceps, vaqueros negros y zapatillas planas a juego.
Cuando llegaron, me dieron dos besos, ambas olían increíblemente bien, les pedí que se sentaran que iba a la cocina a por la lasaña.
Así pues, fui, saqué la fuente del horno, volví junto a ellas que habían sacado una botella de vino tinto y llenado las copas, serví la cena, estuvimos un buen rato charlando, tomamos el postre, luego continuamos bebiendo, viendo la tele, bailando…
Yo era al que menos se le había subido la bebida, así que fui a recoger los platos a la cocina, cuando terminé de fregar, entraron las dos en la cocina, estaban algo borrachas.
Mi tía fue a coger un vaso de agua, yo estaba apoyado de espaldas al fregadero, cuando se la bebió al darse la vuelta, perdió un poco el equilibrio y chocando conmigo quedando su culo apoyado presionando mi paquete, y su cabeza sobre mí.
– ¿Qué haces tía?
– Tranquilo – respondió suspirando – sólo estoy descansando un momento sobre tu hombro.
– ¿Si, y como es que estás empezando a restregar tu culo con mi paquete?
– ¿Qué pasa no te gusta? – tras preguntarlo, se dio la vuelta y comenzó a besarme introduciendo su lengua en mi boca jugando con la mía.
– ¿Pero que hacéis? – dijo Cristina que acababa de entrar en la cocina.
Mi tía se detuvo, yo me estaba empezando a empalmar, y aquello aumentó más cuando vi como se dirigía a mi prima, la acorralaba con la pared y empezaba a besarla en los labios posesivamente al tiempo que con la mano derecha acariciaba sus tetas, luego introdujo la mano por debajo de la falda de Cristina, metió un dedo por debajo de sus bragas y se lo empezó a meter en el coño, yo me estaba poniendo malo, mi polla quería reventar mi pantalón, ellas estaban jadeando y disfrutando ayudadas por el alcohol que habían tomado.
Luego las dos me miraron mientras seguían tocándose, cada una cogió un dedo de la mano de la otra y los empezaron a chupar con sus respectivas bocas como si de una polla se tratara.
No daba crédito, mi tía y mi prima estaban teniendo sexo entre ellas, pero ahí no quedó la cosa, antes de continuar, se dirigieron a mí.
– Eh un momento, a ver qué vais a hacer – dije al ver que me miraban con cara de viciosas según se iban acercando.
– No es evidente – respondieron mientras empezaban a chuparme cada una un lado de mi cuello mientras acariciaban mis pectorales – queremos que nos folles como haces con tus ligues.
– Estáis borrachas.
– Si – dijo mi tía – y ardientes, deseando que nos des placer.
Estaba tan cachondo que no me lo pensé y me dejé llevar por la morbosa situación.
Mientras mi tía me comía la boca, me quitó la camiseta, luego con su lengua empezó a jugar con mis pezones.
Mi prima, se arrodilló, me bajó los pantalones y el bóxer negro, y empezó a escupir en mi polla para lubricarla, seguidamente, sentí como su lengua recorría lentamente mi nabo desde abajo hasta llegar a la punta, siguió lamiendo en círculos el capullo, bajó nuevamente y empezó a comerme los huevos.
Luego mi tía se arrodilló también y me chupaban ambas a la vez los huevos y se iban turnando para pajearme, lamerme y tragarse mi polla.
Sus movimientos eran cada vez más rápidos y excitantes, de vez en cuando una me masturbaba mientras ellas se besaban.
Empezaron a quitarse la ropa la una a la otra hasta quedar desnudas, y yo hice lo mismo con la mía.
Continuaron chupándome hasta que me corrí, se pusieron de rodillas con la boca abierta para recibir mi semen en sus caras.
Se tragaron lo que pudieron, y se lamieron la cara la una a la otra para limpiarse los restos.
Luego fuimos a mi dormitorio, saqué de mi armario una sábana de plástico negro que reservaba para cuando intuía que muchos fluidos caerían sobre ella, pues no quería que se mancharan las otras. Soy un tío bastante limpio y ordenado.
Yo me tumbé boca arriba en la cama, mi tía se sentó sobre mi cara y empecé a comerle el coño con mucha dedicación, primero besaba sus labios vaginales, luego pasaba mi lengua desde el coño hasta su ano, mordía sus nalgas, metía rápidamente turnándome mi lengua en sus dos agujeros, al tiempo, mi prima se sentó encima de mi abdomen, y empezaron a besarse a jugar con sus lenguas, se lamían y magreaban las tetas, luego, mi prima se puso de pié y mientras yo continuaba con el coño de mi tía, esta metía los dedos en el de mi prima y se los comía como una perra.
Me volví a empalmar de tanta excitación, antes de bajarse, mi tía le dio varios azotes a mi prima en sus nalgas, mientras jugaba con los dedos entre su culo y su coño.
Mi tía se puso encima de mí a cuatro patas, poniendo las piernas a ambos lados de mi abdomen, pasaba sus tetas por mi cara, yo las lamía y chupaba con gran placer, mientras me besaba como una zorra en celo, mi prima fue a por una botella de whisky y mermelada de fresa.
Mi tía se levantó, mi prima abrió el tarro de mermelada, untó dos dedos y se los dio a chupar a mi tía, luego abrieron la botella, dieron unos tragos, y vinieron hacia mí, y los vaciaron en mi boca y también me dieron mermelada con sus dedos.
Luego mi tía, bajó hasta mi empinada verga, empezó a comérmela como una posesa y al tiempo mi prima que había cerrado la botella, introdujo la parte delgada de la misma por el coño de mi tía a modo de polla, los tres jadeábamos y gritábamos como locos de tanto placer, seguidamente mi prima cogió el tarro de mermelada que había dejado en el suelo, metió los dedos los untó y empezó a lubricarle el ano a mi tía y a lamérselo, yo me levanté, quería probar ese juego en el culo de las dos, se pusieron a cuatro patas juntas encima de la cama, les empecé a echar mermelada en sus agujeros y a chuparlos como si se tratara de un manjar, abrí la botella de whisky, bebía, les daba a ellas y luego, empecé a vaciarla sobre sus potentes cuerpos, y ellas sobre el mío, nos empezamos a lamer, ellas a mí, entre ellas, se echaban más por las tetas y yo se las chupaba y sorbía hasta dejarlas secas.
Luego, mi prima se tumbó en la cama y mientras mi tía le comía bien el coño, yo ensartaba mi dura polla en el de mi tía con gran velocidad, con fuertes embestidas que la hacían gozar al extremo, empecé a escupir en su ano y a lubricarlo con su corrida y mi saliva, vi que lo tenía bastante abierto, seguro que por todo lo que follaba la muy zorra, no me corté y se la metí lo más deprisa que pude, ambas se estaban empezando a correr abundantemente, estaban dejando la cama y el suelo encharcados.
Yo volví al coño de mi tía y me acabé corriendo dentro de ella.
Luego, me untaron mermelada por todo el cuerpo y por mi polla y empezaron a lamer como perras, al rato me empezaron a pajear y a comer el nabo, mi prima se puso encima lo introdujo en su coño y empezó a botar encima de mí, rápido, fuerte, moviendo sus caderas, restregándose, mi tía, volvió a ponerse sobre mi boca para que volviera a comerle el coño, parecía que estaban poseídas, eran apasionadas y salvajes, mi prima aumentó su velocidad, luego se puso a cuatro patas, se la metí un poco por el culo y enseguida me pidió la follara el coño, lo hice, estaba tan jugoso que se escucha el sonido de sus jugos, empecé a embestir rápido y con fuerza golpeando sus labios vaginales con mis huevos.
Mi tía empezó a correrse a chorros encima de mi boca y yo exploté dentro de mi prima.
Estábamos tan borrachos y agotados, que nos quedamos dormidos desnudos en mi cama.
Nos levantamos como a las 15 de la tarde, nos duchamos, vestimos y aprovechando que hacía buen día, fuimos a comer por ahí.
Estuvimos hablando de lo ocurrido y estábamos dispuestos a repetir todas las veces que se pudiera.
Cada vez que nos juntábamos los tres, follábamos como salvajes, y a veces hasta invitábamos a amigos para que disfrutaran también y lo pasábamos de vicio.
¡Viva el sexo! ¡A follar y a gozar que la vida son dos días!