Hola lectores. Quiero relatarles como conseguí cogerme a la vecina más linda y caliente del barrio, siendo ella casada y sin un pasado de haber engañado a su marido.
Hola a todos, me dicen Jimy, en esa ocasión tenía 23 años, soltero, de buen físico, estaba bien proporcionado donde ya saben, mis casi 7.5 pulgadas me hicieron popular en la prepa, donde tuve oportunidad de tener a varias compañeras en mi cama. Pero mi amor prohibido siempre fue la vecina que llamaremos Isabel (su segundo nombre). La conocí cuando ellos se mudaron al barrio, estaba casada con un economista, yo tenía ya 17 años y con solo verla se me paraba la verga, ella es una morena de ojos verdes, con unas lindas tetas que sin ser ostentosas, eran bellisimas, su culo era regordete en forma de corazón que eran el centro de mis miradas y de mis pajas nocturnas, sus pies pequeños y casi perfectos, sus piernas llenitas en los muslos. Creo que todo chico del barrio se hizo alguna paja en ese entonces por doña Isabel, que tenía unos treinta y cuatro años en ese entonces.
Isabel me conocía desde los 17 como indiqué, de alguna forma yo le caía bien y charlabamos en la calle o aveces me invitaba a su casa a merendar, todo normal, a ella no se le conocía aventura alguna, era una señora honorable en todo el sentido. Sin embargo, el destino suele cambiar todo. Su esposo fue contratado por el gobierno central y debía estar en la capital por largas temporadas, aveces dos meses, aveces tres meses, pues iba al extranjero frecuentemente a especializarse o recibir capacitación y la dejaba sola. Alli fue mi puerta de entrada, yo comencé a hacerle compañia y ella empezó a tener confianzas conmigo. Para mi ya eso era ganancia porque podía estar con mi amor prohibido por casi días enteros, verla en condiciones que nadie, excepto su marido la había visto, por ejemplo verla en shorts mientras hacia los quehaceres del hogar, blusas escotadas, sus atuendos para dormir, usaba unas minúsculas tanguitas para ello. Yo vivía con la verga parada, pero trataba de ocultarla para no perder su confianza.
En una de esas ocasiones en donde su marido se ausentaba por largo periodo, resulta que uno de esos días era su cumpleaños, ese día la vi molesta, al parecer al esposo se le habia olvidado la fecha, pero no a mi, le compré un pequeño pastel y se lo llevé por la tarde, asi también le compré un regalo también, que era un prendedor que era de oro de 10 k, que era todo lo que podía yo ahorrar, trabajaba con mi padre, pero el no me trataba como un empleado y me pagaba menos. Isabel se puso muy contenta. Me quedé con ella hasta que fue de noche, fue cuando ella sacó una botella de vino y me dijo que la había comprado para tomarla en su cumpleaños, ya que ella no tomaba. La botella la consumimos rapido, y ambos estabamos más liberados, empezamos a charlar y yo empecé a hablar de lo bella que era, de lo dichoso que tenía que ser su marido al tenerla como esposa, total la llené de halagos, Isabel se mostró atenta, pero estaba triste por la nostalgia de su cumpleaños y la indiferencia de su esposo.
En una de esas, nos abrazamos y mis labios rozaron los de ella, -Jimy!!, que haces?- me dijo. Yo con los vasos de vino me animé a decirle que ella me atraía mucho desde pequeño, pero que nunca me había aniimado a decirselo, Isabel quedó en silencio, pero luego me dijo que eso no esaba bien, que ella era casada y que nunca le había fallado a su marido, luego cambió de tema y se me ocurrió más tarde poner música y la saqué a bailar, la música era como merengue y yo le daba vueltas y la pegaba a mi, en una de esas, nuestras bocas quedaron de nuevo muy cerca y la besé, ella quiso separarse, pero yo lo impedí, y el beso continuó, que rico ese beso, pareciamos que nos queriamos comer el uno al otro, no conocía esa faceta de doña Isabel.
Luego ella se separó y dijo que eso estaba mal. Nos sentamos, la jalé y le dije que le iba a dar su verdadero regalo, la comencé a besar en los labios, luego las mejillas, las orejas y el cuello, Isabel decía que no, lo repetía varias veces, pero yo no dejaba de besarle su fina piel, con mucho cuidado fui desabotonando su blusa y pude tocar sus bellos senos y su sostén era tan delgado que podía palpar sus pezones que rapidamente se erectaron, ella me retiró la mano, pero yo insistí y meti mi mano dentro de su sostén y pude acariciar sus tetas mientras que mis labios se comían su cuello. Isabel repetía -no Jimy, no Jimy!-, pero yo no iba a desaprovechar la ocasión.
En un movimiento rápido mi boca bajó a sus senos, los mamé con deseo y le chupé los pezones, Isabel gemía y seguía repitiendo que no, que me detuviera, pero no me obligaba a hacerlo, asi que fui mamando por turnos sus tetas, nunca me hubiera imagido haciendo esto con doña Isabel. Le chupé los senos lo mejor que pude, ella estaba muy excitada, yo el doble, le metí una mano debajo de su falda a la rodilla, toqué sus muslos con mucha lujuria, llegué hasta su braguita y ella me retiró la mano, volví a insistir y ahora no opuso resistencia, toque su sexo sobre la delgada tela de su braga, sus labios vaginales se podían palpar sus protuberancias, al mismo tiempo mis labios buscaron los suyos, ahora nuestras lenguas se entrelazaron, ella estaba muy caliente, inclusive abrió un poco sus piernas para favorecer la entrada de mi mano a su chuchita.
Mis dedos se metieron por debajo de su braga, toqué sus escasos vellos que cubrían su rajita, mis dedos jugaron con sus labios vaginales y localizaron la entrada de su vagina, ella puso su mano sobre la mía y trató de impedir que yo siguiera tocando su sexo, pero yo seguía en lo mio, uno de mis dedos se introdujo en su chuchita, ella gritó -Jimy!!, bebé que me estas haciendome?-, yo ya tenía una ereccion y posiblemente mis calzoncillos mojados, asi que tomé a Isabel y la cargué en peso y caminé asi hasta su dormitorio y la coloque sobre la cama, ella vió mis intenciones de poseerla, me dijo que no estaba bien, que ella no quería fallarle a su marido, yo le rogué que quería hacerla mia, ella que estaba igual de excitada que yo me dijo que solo fuera sexo oral, que le prometiera que no habría penetración, finalmente le prometí que no la penetraría.
Nos desnudamos y yo fui el primero que la besó toda, desde los labios, pasé por el cuello, luego bajé a sus senos y ahora los mamé con paciencia sin prisa, le lamía toda su carne y luego con la punta de la lengua le hacía circulos en sus pezones, para luego tomarlos con los labios y chuparlos, Isabel gemía y se contoneaba en la cama, luego bajé al vientre plano y lo lamí, use la lengua para deslizarme desde allí pasando por una linea de pelitos púbicos y llegué primero a su clitoris, le pasé la lengua varias veces allí, ella aumentó sus gemidos y me jalaba los cabellos, seguí bajando y el olor a hembra caliente era notorio, pase la lengua entre sus labios vaginales, Isabel estaba mojadísima, pude sentir el sabor de su calentura, abri sus labios vaginales y lami de arriba a abajo y viceversa, cuando llegaba a su clitoris mis labios lo tomaban y los apretaban, Isabel tuvo con este tratamiento una corrida tremenda, gritó y gimió de gusto. Yo estaba hipnotizado con su rajita y no dejaba de comermela.
Por fin ella me pidió clemencia, me puso boca arriba y se metió entre mis piernas, tenía una carita sonriente y ojos de deseo, me comenzó a lamer la polla por todo el tronco sin meterla en su boca, llegó hasta mis cojones y me hizo vibrar cuando me pasó su lenguita por debajo de mis guevos, exquisito. Luego volvió a mi glande al cual le hizo varios circulos en el glande y luego engulló mi erección, mi verga es larga como dije, pero Isabel se las ingeneaba para comersela casi completa y meterla en su boquita. Isabel me dio una mamada de pelicula, yo aveces la detenía para no hacerme llegar tan rapido y detener esa felación extraordinaria, ella lo entendió y bajaba las revoluciones y luego seguía comiendomela como quería. Por fin ya estaba al borde y se lo dije, ella siguió como si nada y comencé a eyacular, ella lo sacó de su boca cuando sintió mis chorros de esperma y se lo pasó por la cara, mi leche parecía escarcha navideña en su bello rostro. Luego ella se fue al tocador a arreglarse, salió vestida al tiempo que yo me ponía también la ropa, me dijo que había estado maravilloso, yo me sentía muy a gusto por eso, y también me dijo que yo era un chico travieso y caliente. Me despedí de ella con un beso en la mejilla, yo sabia que esto se tenía que repetir.
Y no pasó mucho tiempo para repetirlo, a los tres días de eso, alli estabamos en la cama, siempre ella me decía que penetración no!, asi que esa segunda vez, hicimos una 69 deliciosa, yo metido entre sus muslos chupando a placer aquella rica chuchita mojada y caliente, la hice terminar en mi boca y ella me regaló mucho fluido vaginal que bebí sin reparos. Ella me hizo llegar minutos después y se tragó parte de mi esperma, aunque no me lo dijo yo lo sé. Yo era dueño de ese cuerpazo, pero no podía cogerla, pero con ese sexo oral que nos dabamos no lo sentía necesario, al menos esas primeras veces.
La tercera vez fue más sofisticada, ella hincada yo de pie con la verga al aire, ella se pasaba mi verga por los labios y me decía en susurros que mi verga era muy grande, la pasaba por sus labios, luego se la metía y yo le tomaba la cabeza con las manos y casi le follaba la boca, como si fuera una vagina. También en esa tercera ocasión, la puse hincada sobre su sofá con el culo para afuera y por primera vez le comí la redondez de su ano, nunca había imaginado que tal parte de cuerpo de una mujer fuera tan exquisito y erótico, y ella se moría de placer, la hice llegar a uno de sus dos orgasmos de ese día, a través de comerle el culo.
Y sucedió algo. Regresó su marido y por supuesto toda esa semana no la vi, no me imaginé lo enamorado que ya estaba de doña Isabel, que fue una semana depresiva para mi, no quería nada, estaba de mal humor, en ocasiones lloraba sin motivo, estaba enamorado!!. Pasó la semana y su marido desapareció como siempre, yo no quería ir a su casa, sabía que debieron tener sexo casi todos los días. Yo estaba triste.
No fui a la casa de doña Isabel toda la semana siguiente, no tenía animos. Crei que todo estaba perdido. Un día recibí una llamada llegando a casa, era Isabel, estaba llorando, me dijo que si podía llegar, yo fui corriendo, ya era tarde, alli estaba bella como siempre, pero llorando, no me quiso decir, solo se recostó en mis brazos para llorar, sabía de algún modo que era por su marido.
Luego empezaron los besos, eran muy efusivos y cargados de deseo, pronto nos fuimos quitando la ropa como en otras ocasiones, quedamos en cueros, luego ella tomó la iniciativa y dejándome sentado ella se arrodilló entre mis piernas y comenzó a lamerme la verga, lentamente, como ella sabía que me gustaba empezar, lamió mi tronco y se deslizó hasta mis cojones los cuales lamió y chupó, su mano al mismo tiempo me pajeaba, que rico, como lo había extrañado le dije, ella me sonrió y siguió comiendome la verga con largos y profundos chupones, me puso a mil rapido.
Luego de que me dejó una erección durisima, se fue colocando hincada a la orilla del sofá, como a mi me gusta comerle su chuchita y su culito. Me fui detras y comencé a comerle el culo con mucha lengua y saliva, ella gemía y me decía que no dejara de chuparselo, eso me ponía muy caliente, mi verga goteaba el piso de la casa. Le mamé como nunca el aro de su culito y luego le lamí su chuchita, como nunca lo había hecho, le metí un dedo en su rajita mientras le comía el culo, Isabel no dijo nada ni se opuso, eso era bueno para mi, ella más que oponerse gemía como endiablada, diciendome que le gustaba como se lo comía.
Me puse de pie y con la calentura que tenia, le puse mi verga en su rajita y se la frote directamente en sus labios vaginales, ella gritó y me decía si, si, si, como si me pidiera por fin que la hiciera mia, tome mi verga con la mano y se la dirigí a su vagina y pude sentir la redondez de la misma, empujé y por fin después de meses, la penetré!, ella volvió a gritar, más no se opuso, segui empujando y mi verga se fue deslizando en su interior, era caliente y húmeda, como lo había imaginado tantas veces, la forniqué duro apenas sentí que se la metí toda, me aferré de sus bellas y voluminosas nalgas y me pistonie duro, cada empellón le sacaba gemidos y gritos a Isabel, por fin mis sueños húmedos estaban cumplidos, me estaba cogiendo a mi amor prohibido. Yo no dejaba de ver como su chuchita se tragaba el largo de mi verga y sus nalgotas como adorno.
-Papi, papi!!, me corro, me corro!!- gritó Isabel y sentí como su rajita se llenaba de más liquidos, mi verga salía brillosa de su interior por tanto jugo que segregaba ella.
Mientras seguía cogiendomela rico, puse uno de mis dedos a tocar e intentar meterselo en su ano, ella lo sintió cuando le deposité medio dedo entre su culito, ella en lugar de oponerse comenzó a mover su trasero como cogiendose mi dedo, eso me encantó e hizo que atrevidamente le sacara la verga de la chuchia y se pusiera en la entrada de su culo, se la fui empujando lento pero duro, ella gritó -papi te gusta mi culo?, te lo quieres coger?-, y mi glande abrió esa rica cavidad de su cuerpo, era muy estrecha, hasta pensé detenerme, pero estaba tan caliente y excitado que no me detuve, seguí metiéndosela y el tronco de mi verga fue atravesando su ano, ella gritando y yo diciendo -qué rico!, qué rico!!- y por fin se la tuve a la mitad, dejé de moverme, me agaché hacia ella y le besé la espalda un poco transpirada. Sentía que su ano me apretaba el tronco de forma deliciosa; luego me empecé a mover dentro de ella, Isabel se volteo y me dijo que me fuera despacito, que no acostumbraba hacerlo por allí. Me puse a pistonearle muy lento, pero era genial, por demás exquisito.
Después de varios minutos dándole despacio, vi que mi verga ahora quedaba más floja, por fin su esfinter se había dilatado, asi que eso me permitió moverme más rapido, me la cogí cada vez más duro y ella comenzó a gemir y gritar como cuando la cogía por la rajita, o sea la estaba gozando ella.
Yo ya no aguanté y me vine a chorros dentro de su culito, grité varias veces, un latigazo por cada grito, cuanto tiempo habia deseado este momento, inundé los intestinos de Isabel, tanto que su recto me devolvía parte de mi leche. Por fin me calmé.
Y antes que ella buscara su ropa, la cargué y la llevé a su dormitorio y le dije al oido, -no he terminado contigo, fueron muchos años los que aguanté y hoy se terminó la espera-, ella se abrazó a mi y la acosté en la cama, mientras nos recuperabamos nos besamos y acariciamos, no le pregunté el por qué estaba llorando, temi que perdieramos el momento averiguando eso.
Como estabamos sudados, transpirados y con olor a sexo, ella me invitó a bañarnos juntos, fue una delicia, nuestro baño duró como una hora, nos besamos,nos frotamos, nos acariciamos y tuvimos sexo oral, ella me comió la verga para ponerla durita, yo me hinqué y ella levantó la pierna para que yo le comiera todita su rajita y luego se puso de espaldas para que le hiciera los honores a su abiertito culito, me devoré ambas partes y la hice llegar a un sonoro orgasmo metiendole un dedo en su culito y otro en su rajita mientras me comía su clitoris, fue epico.
Luego a la cama a follar como desesperados, la cogí en no se cuantas posiciones, cambiabamos cada cinco o diez minutos, nos reíamos, inventamos algunas poses, que nunca habíamos hecho, la cogí de nuevo tanto por la raja como por el culo. Me corrí esa noche en ambos orificios y el tiempo pasó como agua en las manos, oí que mi teléfono movil sonaba, eran mis padres, preocupados de no saber de mi, eran ya las 2 de la madrugada y yo no dejaba de hacer el amor con Isabel. Eso solo fue el inicio de algo bueno.
Mi relación amorosa siguió con Isabel, no podíamos estar más de tres días sin hacer el amor. Eramos amantes, pero profundamente enamorados uno del otro. A los casi once meses de ese inicio, ella le propuso el divorcio a su marido, y en el no quiere darselo, ya no vive en la casa, ahora yo comparto su cama.