Mi nombre es Dora, actualmente tengo 25 años, vivo en una costa, de un bello estado mexicano, recuerdo mi infancia como algo que me hizo despertar a la vida de una manera muy especial y les contare porque.
Mi madre quedo embarazada de mi a los 15 años, siempre fue una chica muy guarra, e irresponsable de mi, su pequeña hija, venimos de una familia acomodada, con una bella casa tipo colonial, con amplios jardines y todo tipo de comodidades que se puedan imaginar, mi abuela murió después de quedar viuda de mi abuelo a los 56 años, mi madre como hija única se convirtió en la heredera universal de todo.
Cuando yo contaba con 8 años, ya la había visto con una gran cantidad de “novios”
Los cuales se quedaban a dormir en su recamara que por cierto estaba junto a la mía, una noche unos ruidos extraños me despertaron de madrugada, eran unos golpes en la pared y unos quejidos profundos que venían del otro lado de la pared, me levante y me dirigí a la recamara de mi madre, la puerta estaba semiabierta y la luz apagada, solo una tenue luz de luna se colaba por la ventana, lo que vi. Me dejo una honda impresión en mi infantil memoria, allí estaba mi madre trepada sobre un hombre de enorme estatura, de cabello y bigote negro con un cuerpo muy musculoso, tomaba a mi madre como una pluma y la levantaba sin ningún esfuerzo, ella se quejaba y sollozaba, pero no veía que quisiera escapar de su tormento según mi pensamiento
¿Quién era ese hombre que la maltrataba?
Y porque, aunque se quejaba, parecía disfrutar con su verdugo.
En eso estaban mis pensamientos cuado de repente escuche su voz como trueno:
¡La niña!
Mi madre se desprendió de aquel hombre y corrió hacia mí para cerrar la puerta, claro que al salirse de aquel apasionado abrazo, pude distinguir algo entre las piernas del hombre, algo que me hizo fijar la vista, era un pedazo de carne como un pepino enorme que brillaba como con luz propia.
¿Qué quieres aquí? –me grito mi madre enojada
Lárgate a tu cuarto, no vez que estoy con Carlos.
¿Quién es Carlos? –le pregunte-
El va ser tu padre.
Sus palabras retumbaron en mi cerebro, mi madre nunca me había comentado que tenia planes de casarse, bueno nunca me comentaba nada, para ella era como una carga, y no se molestaba en fingir, que mi presencia la molestaba.
Me tomo de la mano y me llevo a mi cama, claro que no pude pegar los ojos, de la impresión de ver aquello y por la noticia de mi nuevo padre, como pude me dormí, al día siguiente cuando baje a desayunar, para irme al colegio, los volví a sorprender en acción, pero ahora de manera diferente, vi a mi madre de rodillas delante de Carlos quien la tenia tomada de la cabeza con ambas manos con un movimiento de vaivén, su enorme torso velludo se agitaba como queriendo explotar mientras unos extraños gemidos escapaban de su boca, tenia los ojos cerrados y al parecer estaba disfrutando al máximo su mamada mañanera, el estaba sentado en el desayundor y solo vestía unos calzoncillos de color negro, mi madre tenia puesto un vestido azul, con su delantal blanco, al verme Carlos parada en el pasillo, le dijo algo a mi mami en el oído y ella se levanto de mala gana, vi de nuevo aquella cosa extraña, era como un dedo pero mas grande y gordo con la punta mas ancha como forma de hongo, el se la guardo en su calzoncillo, pero aquello le hacia una extraña protuberancia que la hacia mas llamativa a mis ojos, como pudo se tapo con el mantel, pero yo no le quitaba la vista de encima, quería, deseaba ver aquello que supuse mi mama le daba besitos.
¡Buenos días! –me saludo Carlos sonriendo, era muy atractivo, tenia los dientes muy blancos, sus ojos eran color almendra con unas pestañas espesas, sus cejas eran negrísimas al igual que su cabello, sus brazos eran enormes, parecían como de gorila por lo velludo, así lo veía yo en mi infantil inocencia.
Buenos días –respondí con timidez
¿Como te llamas?
Dora –le respondí, sin atreverme a verlo a los ojos, sintiendo mi corazón en la garganta,
-Eres una niña muy bonita, me parece que mas que tu madre-
Carlos –exclamo mi madre- no la chifles, que después se lo va a creer y no va a ver quien la aguante…
Pues es verdad, es muy bonita y cuando este mas grande va a traer a mas de diez babeando por ella
¿Te puedo dar un beso pequeña?
Despacio me acerque a el, quien con una mano me tomo de la cintura y me acerco a el, mi madre estaba de espaldas a nosotros, así que no vio que Carlos con una mano me acaricio el culo levemente, me dio un beso en la mejilla pero muy cerca de mi boquita, aquello me puso mas nerviosa, aunque no he de negar que ese primer encuentro con Carlos me provoco mucha alegría, que un adulto se tomara la molestia de hablarme y además darme un beso, era lo máximo para mi- metió una mano debajo de mi faldita de cuadros acariciando mis pequeñas nalguitas, sentir sus enormes manos rasposas provoco que la piel se me erizara, un sobresalto hizo que me separara de el.
Siéntate a desayunar “hijita” –me hablo mi madre sacándome de mis pensamientos, me sorprendió que me llamara hijita, y además que desayunara conmigo pues nunca se levantaba temprano, siempre era la sirvienta quien me atendía en la mañana, bueno todo el día, ya mi madre tenia una agitada “vida social”, pero ahí estábamos los tres como una familia “normal”
Como pude tome mi desayuno, esa situación nueva para mi me tenia desconcertada y quería salirme corriendo a tomar mi transporte a al colegio.
Al correr de los días mi madre me contó, que había conocido a Carlos en un taller mecánico, que el era el dueño, que tenia 30 años, soltero y que se había encariñado con el, por eso lo había invitado a casa, no se si por esa nueva situación en mi casa mi madre empezó a cambiar su trato hacia mi, ya no era tan enojona, me preguntaba como había estado mi día en el colegio y cosas así por el estilo.
Con Carlos las cosas eran igual, era un amor en su trato hacia mi, me cargaba en sus hombros cuando salíamos a pasear, me compraba dulces, regalos y siempre me tenia abrazada en el cine, yo ponía mi manita en su pierna y la sentía dura como roca, entre escena y escena le dirigía miradas a su bragueta abultada, mi madre estaba orgullosa de haber atrapado a semejante ejemplar masculino, lo presumía con sus amigas como un trofeo, organizaba carnes asadas en el jardín cuando era verano, para nadar en la alberca y Carlos lucia su anatomía con ajustados trajes de baños que marcaban su paquete, para envidia de las amigas de mi madre, todas se metían al agua para estar jugando y entre juego y juego tratar de manosear a Carlos, quien se dejaba querer, mi madre se hacia la que no veía, pero a mi me daba no se que, ver que las mujeres se abalanzaban hacia Carlos como para comérselo vivo, aun con la presencia de sus novios o esposos, las muy putarraas, recuerdo que un día de esos, cuando ya casi todos se estaban marchando, mi madre salio a despedir a unas amistades, Carlos me llamo a meterme al agua, ya que en casi todo el día no me había metido a la alberca, me lance al agua y el me atrapo con sus fuertes brazos, claro que yo sabia nadar, pero sentirme apoyada en su poderoso pecho, hacia latir mi corazoncito a mil por hora, me pegue a su cuerpo como una calcamonia, mis brazos no podían abarcar su espalda tan enorme, de pronto sentí en mis piernas algo duro y enorme, metí una mano al agua para saber que era eso tan duro, mi mano sintió un bulto en el cuerpo de Carlos, baje la vista pero la visión no era muy buena, como ya estaba anocheciendo, Carlos solo sonreía divertido, de pronto la luz interior de la alberca se encendió me imagino que fue mi madre desde el interior de la casa.
¿Sabes nadar? –me pregunto Carlos
Claro-
Vamos a hacer una competencia a ver quien aguanta mas la respiración debajo del agua, ¿te late? – pregunto con una de sus hermosas sonrisas
Bueno-
Primero yo –dijo el, metiendo al agua, como estábamos en una parte no muy profunda del agua, no teníamos necesidad de estar flotando, pero el agua me llegaba al cuello, vi. Su cuerpo como hincado, frente a mí, cuando de pronto sentí sus manos que me tomaban de mis piernas abriéndolas, y una mano acariciando mi conejito por arriba de mi traje de baño, sentí un dedo como queriendo meterse en mi cuquita, claro que cerré las piernas inmediatamente asustada, salio Carlos del agua y me dijo, es tu turno, vi. Sus manos haciendo un movimiento extraño en el agua, pero no le di importancia, me sumergí en el agua y quede frente a el, lo que vi. me dejo sin habla, el muy atrevido se había sacado su pene y lo balanceaba frente a mis ojitos, era enorme y muy grueso, estaba a unos centímetros de mi cara, el movimiento del agua le daba vida propia, no pude resistir mas la curiosidad y lo tome con mi manita, lo palpe a todo lo largo y ancho de su tronco, gruesas venas alrededor parecían latir, vi que en la base salían dos bolas llenas de pelos, los tome con ambas manos y me parecieron muy suaves pero pesados, claro que no era el primer pene que veía en mi vida, ya había visto a mis primitos desnudos y sus penecitos diminutos, pero ver una verga en completa erección, frente a mi, no tenia comparación, así que estuve palpando ese pene enorme que me tenia fuera de si, cuando la falta de aire me obligo a salir del agua.
¡Te gane! –exclamo Carlos- y como toda competencia debe tener un premio, quiero mi premio
¿Y cual es el premio? –pregunte
Un beso…
Me acerque a el para darle un beso en la mejilla, pero el me tomo de mi cabeza y me acerco a su boca, metió su lengua dentro de mi boquita como explorándola, me tenia suspendida en el agua, me tomo de la cintura y acercándome a el me restregó su pene mi cuerpo, sus manos acariciaban mis nalguitas encima de mi calzoncito esa acción me dejo en blanco, ya que casi me explota mi corazón, sentí que desfallecía en sus brazos y para no caer abrí las piernas y las puse alrededor de su cintura quedando mi conejito arriba de su verga, casi sentí que me podía levantar con su pene.
Tramposo –le dije- eso no es un beso,
Como pude me solté de su abrazo, Salí del agua y me fui corriendo a mi cuarto, no estaba enojada con el, me gusto, pero sentí que no era bueno, que el, que era el novio de mi madre, estuviera besándome como si yo fuera mi mamy, sentía mi cuquita palpitar debajo de mi traje de baño, me asome por mi ventana y vi. A mi madre y a Carlos en un apasionado abrazo en la alberca vi. que mi madre se balanceaba en el agua abrazada de Carlos, estaban fuera de este mundo, entregados a sus placeres, sin reparar en que una pequeña los estuviera observando, mi madre gemía como la puta que era, pidiendo mas verga, sentí una punzada en mi pecho como algo que se rompía, ahora se que eran celos, celos de mi madre que tenia a Carlos para ella sola, mis ojos se llenaron de lagrimas, me tumbe en mi cama boca abajo y llore de rabia e impotencia, en mi mente infantil quería a Carlos para mi sola, quería su atención, su cariño y además, tener su cuerpo para mi solita, que me tuviera abrazada, que me besara, que me hiciera lo mismo que a mi madre, yo se que una nena de 8 años no puede tener esos pensamientos, pero en mi eran algo normal, nunca en mi vida alguien se había preocupado por mi, hasta que llego Carlos a nuestras vidas supe lo que era que te dirigieran una sonrisa o un abrazo, aunque ahora se que Carlos no sentía un amor de padre por mi, pero no me importaba lo quería par mi sola, y nada me iba a detener, a partir de ese día Carlos aprovechaba cualquier oportunidad para tocarme el culo, mis piernitas o mi pechito y yo me dejaba manosear gustosa de que un hombre tan guapo, me asediara, los fines de semana el acostumbraba a andar por la casa vestido únicamente en shorts deportivos, sin camisa, y por lo que veían mis ojos, sin ropa interior, porque veía como se le balanceaba su verga cuando caminaba, mostrando orgulloso su cuerpo que sabia despertaba la lujuria de mi madre y de su pequeña hijastra, cuando se sentaba en la sala, yo aprovechaba para sentarme junto a el y disimuladamente acariciar su muslo velludo con mi brazo, claro que el se daba cuenta y se recargaba en el sillón para mostrarme su verga disimuladamente por un lado de la pierna del short, ahí estaba su verga dormida colgando como llamándome, pero yo no me atrevía a tanto, de pronto el tomaba mi mano y la metía por adentro de su ropa, sin que mi madre se diera cuenta, yo se la acariciaba nerviosa pero excitada de tener en mi mano tremenda verga, palpitando en mi manita, sentía mi boca seca, pero no la soltaba
Bésala –me suplicaba Carlos, con la voz ronca por la excitación.
Yo la soltaba asustada y corría a mi cuarto.
Solo escuchaba la risa de Carlos a mis espaldas
No me atrevía a dar ese paso, ese paso definitivo que me quemaba por dentro y me robaba el sueño, aunque dentro de mi lo deseaba con locura, no me atrevía, cuando me cruzaba con Carlos en la casa, se acariciaba su paquete con lasciva y me mandaba un beso, provocando que me ruborizara, de repente se metía al baño a miar y no cerraba la puerta, sabiendo que yo lo observaba escondida detrás, se la acariciaba lentamente extendiéndola hacia arriba como si se la quisiera arrancar, yo tragaba saliva de la emoción, lo veía salir de la ducha envuelto con una diminuta toalla enrollada en la cintura, con su verga levantando la toalla como queriendo salirse, entraba a su alcoba y parándose ante el espejo se ponía loción en su pecho velludo, esparciéndola lentamente, sin prisa, sacaba una truza blanca de su closet y se la ponía despacio, acomodándose la verga de lado, para que yo viera como la acariciaba, después se ponía un pantalón de mezclilla, pero no se lo abrochaba, dejándome ver su paquete por fuera, cuando se colocaba el cinto hacia un esfuerzo por subir el cierre de su bragueta, yo seguía todo ese procedimiento desde mi lugar, y sabia que el estaba consiente que era observado, era excitante esa complicidad que se había creado entre los dos.
¿Quieres pasar? –me preguntaba con una sonrisa.
Pero yo bajaba corriendo con el corazón en la boca, a sentarme a desayunar, cuando lo veía bajando las escaleras mi mirada se dirigía automáticamente a su entrepierna, al sentarse junto a mi, tomaba mi mano y la colocaba en su pene, yo retiraba la mano asustada de que mi mama nos viera, el solo sonreía divertido, escuchar el claxon de mi transporte era una salvación para mi, para salir corriendo de ese lugar tan peligroso pero a la vez tan excitante, tremenda lucha se libraba en mi interior de niña, por un lado quería experimentar lo que mi madre hacia con el, en su alcoba matrimonial y por el otro lado mi conciencia me decía que eso era malo, que desear a mi padrastro no era nada bueno, pero la humedad que sentía en mi conejito, esa comezón en mi pequeña rajadita me obligaba a no escuchar mi consciencia.
Un día al llegar a casa no estaba mi madre, solo Carlos me recibió, vestía un pequeño short deportivo de algodón, como siempre sin nada abajo, ese prominente bulto era la causa de la revolución en mi interior, sentí que no podía mas, no podía esperar mas, ese día pasarían cosas, cosas que me harían ver a Carlos con otros ojos.
Subí a mi recamara y me cambie de ropa, me puse un diminuto short rosa, que dejaba ver mis nalguitas redondas muy ricas, una pequeña blusita de tirantitos también rosa, que marcaba mis pequeños pezones, recogí mi cabello en una coleta con un listón rojo, fui a la alcoba de mi madre y tome un poco de su perfume, quería estar bonita para Carlos, para lo que fuera a pasar.. Baje a la sala, ahí estaba Carlos acostado en un sillón,
El bulto del short se le notaba a punto de reventar, me acerque como una gatita mimosa, y me senté en el suelo a un lado de el, inmediatamente sentí su mano acariciándome la mejilla y el cuello, cerré los ojos disfrutando la caricia, de pronto sentí su mano en mis pechitos por debajo de mi blusita, el primer paso estaba dado ahora era mi turno…que me perdone mi madre pero quien la manda meter un hombre a nuestra casa y mas estando así de buenote….
Continuara si tu quieres