-“Que feo aun llueve cariño… no creo que podamos salir por ahora “, le sugerí a mi esposo.
-“Ya casi escampa… ya se acaba y podremos ir a la playa..”, me respondió Carlos con deseos de salir del hotel y pasar el rato de la tarde en las hermosas y espectaculares playas de San Andrés.
Nos encontrábamos con Carlos celebrando nuestra luna de miel desde hace tres días. El con 27 años de edad y yo con 23 años de edad, hacíamos nuestro sueño realidad y finalmente nos casamos y nos jurábamos amor eterno.
Carlos es de complexión mediana, cuerpo grueso por varios años antes de ejercicio, 1.65 m de estatura, ojos cafés, piel canela y calvo. Desde que lo conocí me fascino. Luego durante el tiempo que estuvimos en la Universidad tuvimos una relación difícil pero gracias a nuestros deseos de continuar con lo que nos habíamos prometidos, pudimos conservar nuestra relación. Ahora finalmente, desde hace 3 días, éramos esposos y teníamos muchos planes para el futuro.
-sintiéndome su esposa y con las ganas de compartir todo me dieron ganas de jugar un poco con Carlos ya que no podíamos aun salir y me atreví a decirle “Mi vida por que no mas bien esperamos a que deje de llover y mas bien me consientes….”, siendo sugestiva en mi hablar y mis movimientos soltándome el brassier de mi bikini y dejando mis tiernas y pequeñas tetas solo para sus ojos.
A pesar de que habíamos hecho el amor las pasadas tres noches quería romper con la rutina de tener sexo solo en la cama. Estábamos en la habitación del hotel en frente de las hermosas playas de esta paradisiaco lugar y eran las 11:30 am. Afuera una ligera lluvia echaba a perder los planes de bañarnos en la playa así que tuve la idea de hacerlo con Carlos de nuevo.
Los pasados tres días habían sido similares. Nos levantábamos tarde en la mañana, almorzábamos en el restaurante del hotel, luego en la tarde paseábamos por la Isla o salíamos a centros cercanos y en la noche cenábamos, caminábamos por la playa y luego regresábamos al hotel para pasar las siguientes horas abrazados en la cama con nuestros cuerpos desnudos haciendo el amor hasta ahí muy recatados algo de sexo oral y el arriba y luego yo abajo y así nada mas.
Estábamos recién casados y finalmente tendríamos la oportunidad de organizar nuestras vidas como lo habíamos deseado desde el principio. Y claro, nuestros cuerpos no tendrían ninguna limitante y nos entregaríamos el uno al otro.
No te que ha Carlos le había gustado que intentara excitarlo mas cuando nunca de novios había intentado salirme de mi papel de Novia tierna e inocente, por eso me quise aventurar a ver que podía yo generar en él, -“Ven cariño… ayúdame con la tanga…”, le pedí a Carlos acercándome al balcón de la suite sin darme cuenta pues iba de espalda cuando escuche que me decía –“Estas loca?”, me dijo Carlos al ver que me acercaba al balcón con mi torso desnudo exponiendo mis diminutos senos y luciendo esa delicada tanga de mi bikini, la verdad sentí un cosquilleo y me di cuenta que su reacción me excito más a mi a pesar de ver que él mas que reprocharme lo que quería era ver si era capaz de asomarme desnuda al balcón.
Nuestra suite era en los pisos elevados del Hotel y éste daba con vista hacia la playa, por lo cual pensé que no era fácil que alguien nos viera o de pasar no nos podría reconocer fácilmente, y su acción fue para mi como una orden ha acercarme al balcón y asomarme, di unos pasos cortos primero contoneándome en búsqueda de su deseo y al llegar a la baranda brevemente me asome y al ver turistas en la playa me alcanzo a dar miedo de que me vieran y muy disimuladamente me voltee hacia él para quedar de espaldas, en el balcón había una pequeña silla.
Con voz sensual hice mi petición -“Mi vida… bájame la tanga y regálame esa verga”, le pedí a mi esposo doblando mis rodillas sobre la silla y quedando en cuatro, posición que le gustaría a Carlos porque desde ahí podría ver mi colita y mi cosita que lo volvía loco; yo sabia que allí ya estaba él salido y muy excitado porque jamás me había escuchado pedirle algo así y menos referirme a su miembro como verga.
En las pasadas tres noches la rutina del sexo también había sido la misma. Carlos me preparaba acariciándome y tocándome, luego me desnudaba, jugaba con mi clítoris un rato y cuando yo ya estaba lubricada me penetraba y no me cambiaba de posición hasta que en lo profundo de mi vagina no reposara la primera carga de su esperma.
Durante el tiempo que fuimos novios, Carlos fascinado por mi trasero, siempre me lo acariciaba y hasta en algunas ocasiones me daba besitos en mi ano, pero jamás se atrevía a darme la vuelta o pedirme que lo dejará penetrarme por allí y no se cansaba de repetirme que mi colita era única.
Cuando estaba en la Universidad me di cuenta que mi cuerpo atraía miradas; Mi juvenil cuerpo reflejaba la dedicación a la gimnasia la cual practique cuando niña y después deje, Luego en la universidad complementaba mis estudios dedicando tiempo al gimnasio donde hacia ejercicios cardiovasculares y trataba de mantenerme en forma. Mis 1.63 m de estatura contrastaban con mi busto pequeño y mi colita redonda y paradita que atraían la atención de mis amigos y compañeros de estudio. A pesar de que mis senos eran muy pequeños, mi trasero era por supuesto de su interés y me molestaba mucho que miraran mi culo como un objeto sexual. Luego de terminar mis estudios, hace dos meses empecé a trabajar en una firma y allí mi jefe y el dueño de la compañía ya me acosaban pensando estúpidamente que algún día me llevarían a la cama. Era muy obvio su interés por tener mi trasero solo para sus vergas.
Mi fidelidad con Carlos seguía vigente y no estaba dispuesta a engañarlo y mucho menos ahora que estábamos casados, pues desde que lo conocí solo había estado con él, fue el primero y ahora sería el único. Voltee a mirar y vi como él se bajaba su pantaloneta dejando su verga lista.
Mis palabras generaban un efecto erótico y yo estaba suelta usando fraseos que jamás me había escucho pronunciar, –“Anoche te viniste muy rápido corazón… por eso quiero que me des duro Carlos.. quiero sentirte, quiero ver tu verga bien adentro de mi, dámela toda!!..”, le dije a mi esposo terminándome de acomodar sobre la silla; En ese instante llena de placer y deseo por ser penetrada y con la verga de Carlos acercándose a mi vagina por la espalda tuve una sensación que en medio de mi excitación me produjo una ansiedad y temor que nunca había sentido en mi vida, pues al volver la mirada hacia el frente me percate que en el balcón de la suite de al lado había un hombre joven que nos miraba, y que al ver que lo descubrí espiándonos se escondió entre la columna que separaba su balcón del nuestro.
Aun no se que paso, o porque no reaccione y le conté a Carlos lo que acababa de descubrir, pero estaba tan excitada y en mi mente solo estaba mi deseo de que Carlos me metiera su verga y me hiciera suya allí mismo, hicieron que por el contrario anhelara que nuestro mirón volviera a asomarse; -“Wow….. Todo los de tu oficina debe estar envidiándome en este momento, cuantos quisieran poder meter su lengüita en cualquiera de tus agujeritos ricos”, dijo Carlos al bajarme la tanga y dejar expuesta mi vagina, mis nalgas y mi ano solo para sus ojos y con su verga casi lista para penetrarme, nuestro mirón volvió a asomarse con miedo y deseo de gravar en su mente lo que ni el podía creer que estaba viendo, y por un instante mientras mi esposo me lamia mi vagina y mi ano oportunidad que no iba a perder, se cruzaron nuestras miradas y nos quedamos viendo por un instante a los ojos, instante en que tuve que emitir un gemido que me hizo convulsionar y temblar las piernas del placer que sentía, por un lado mi marido dándome placer y por el otro mi fiel testigo del placer que sentía y hacia que por primera vez pensara el en deseo de que me vieran desnuda sintiendo placer y comportándome como un guarra para los dos. -“..Y ese jefe tuyo daría cualquier cosa por tenerte así…”, agrego Carlos empezando a lamerme la vulva y jugar con mi clítoris, sin pensar en lo que estaba pasando a su lado.
Mientras la lluvia cesaba y el sol aparecía resplandeciente sobre la playa, disfrute al sentir como la verga de Carlos me penetraba, mi mirón no perdía detalle de cada horcajada, y como dando por cierto que al yo permitirle verme sintiendo placer, le daba permiso para que él también sintiera placer, mi mirón se saco su verga y comenzó a frotársela sin quitarme la mirada y se asomaba y se escondía para que Carlos no lo descubriera y se acabara nuestro juego de morbo y deseo, cuando Carlos acelero las penetraciones supe que ya estaría en el momento de llenarme con su leche, yo gemía con mas fuerza para que mi cómplice entendiera que ya estamos por llegar, “ siii… dame mas duro dame tu leche, quiero que me des tu leche” le decía yo a mi esposo pero mirando a los ojos a mi mirón a tal punto que este también termino y de manera descarada apunto su eyaculación hacia donde estábamos, no alcanzo a llegar obviamente, pero en mi propino que me sobresaltara como un acto reflejo, acto que disimule con mi orgasmo que se adelanto por el placer de lo que acababa de pasar, haciendo que Carlos también llegara, nuestro acto duro por casi media hora y me dio dos deliciosos orgasmos, sin que la sensación de placer se me quitara al ver el vidrio del balcón nuestro manchado por el semen de nuestro mirón aunque yo haya sido la única que lo disfruto.
En medio de nuestro placer y por la efervescencia del momento mi esposo mascullo con cierto recelo –“Yeymy amor… me vas a dejar esta noche ser el primero en disfrutar esta belleza?”, me pregunto Carlos retirándome su verga de mi vagina y pasando sus dedos por el hoyo de mi ano muy sutil mente. Y al ver que mi reacción no fue de rechazo sino de un leve espasmo continuo con mas valor -“tu Sabes bebe, cuantos hombres desearían tenerte así en esta posición, desnuda, con esos hermosos labios vaginales brotando de tu cuerpo como una deliciosa fruta lista para ser comida y ese sensacional trasero escondiendo tu mas preciado tesoro?… Sabes cuantos hombres desearían penetrar esta hermosura..?”, volvió a preguntarme Carlos mientras sus dedos acariciaban el hoyito de mi culo.
Durante los años de noviazgo Carlos siempre me acaricio el trasero como insinuando querer tener sexo anal pero nunca tome la decisión de permitir que su verga entrara dentro de mi culo; siempre me parecía muy doloroso que su verga entrara en mi estrecho ano solo para calmar el deseo sexual que le generaba ver mi parado y moldeado trasero. Me parecía una locura dejar que él me hundiera su verga en mi culo solo para saciar los celos que le causaba ver como los compañeros de mi oficina, mi jefe y mis amigos miraban mi trasero como un delicioso fruto prohibido y fetiche de placer, por eso el quería tener ese placer, inclusive se que mas de una vez alardeo en que ya lo había conquistado, y como era mi Novio y estábamos comprometidos jamás le hice saber que ya lo sabia.
-“No cariño…se que me miran deseando mi trasero, pero no.. no estoy lista para eso mi vida tenme paciencia y será tuyo”, le respondí mientras me ponía de pie, me colocaba mi brassier de nuevo, me acomodaba la tanga, me colocaba un pantalón corto de lycra que se moldeaba a mis piernas y con mi sombrero de sol, salíamos a la playa a disfrutar del resto del día.