Empecé a caminar por la calle sin muchas ganas. Realmente no hubo mucho quehacer en la tarde, así que salí para distraerme un rato. Pasé cerca de la casa de la novia de Hugo. Toqué la puerta. Hugo me abrió la puerta. Mi amigo me dijo que pasara rápido.
-Que te traes tu?-Le pregunte riéndome, pues su actitud era como la de quien hace una travesura.
-Estamos viendo una porno! -No estás muy grandecito para calmar tus calenturas con una película?-Le dije en tono de burla.
Pasé a la recamara. Beto, un conocido de mi amigo con el cual casi no tenía contacto estaba frente a la televisión con cara de morbo a más no poder. Yo me acomodé en el sillón y ellos en la cama.
Una rubia de concurso le estaba dando una mamada de aquellas a un bato de esos que parecen ropero, mientras otro se la picaba por detrás. La imagen era excitante y no lo voy a negar, se me paró de inmediato el pene, pero como no tenía la suficiente confianza con el cuate de Hugo, no me la saqué ahí mismo. El Beto observó su reloj, según pude ver desde un principio habían acordado que él se iría a cierta hora, pues tenía un compromiso y no pudo terminar de ver la película.
Nos despedimos. Hugo y yo seguimos viendo la película. Casi todo era penetración anal. Por primera vez vi que una chava fuera penetrada por el ano por dos tipos al mismo tiempo.
Yo y Hugo nos teníamos mucha confianza y nos contábamos nuestros secretos. Yo sabía que el se había pasado por sus armas a varias conocidas (y conocidos, pues alguna que otra vez obtuvo algunos favores por cojerse a homosexuales.
Nuestra amistad siempre estuvo llena de confesiones ya que éramos muy cínicos.
Seguía la cinta y parecía no tener fin.
-¿Te quieres mansturbar?- Yo me le quedé viendo. Me pude dar cuenta que el quería mansturbarse y que no se atrevía si yo no lo hacía también.
-Las verdad sí.
Nos empezamos a reír y sacamos nuestros instrumentos. Empezamos a mansturbarnos mientras la rubia mamaba a un tipo bastante dotado.
Nunca me había hecho una chaqueta delante de otro hombre, pero estaba super excitadísimo por la situación en la que nos encontrábamos. De repente noté algo que me extrañó mucho en un principio y que quise pasar por alto por parecerme absurdo.
Hugo miraba de vez en cuando de reojo, como queriendo ver mi erección. Yo por lo mismo, trataba de hacerme el desentendido, pero me estaba poniendo muy caliente, al grado de dolerme el pene.
Me mansturbaba frenéticamente. Y el cada vez me miraba con menos disimulo. Yo comencé a mirarlo. Su cuerpo era fornido, aunque no estaba marcado recordé cuando el hacía ejercicio, Todavía conservaba un cuerpo agradable y yo no me quedaba atrás. Algo flotaba en el ambiente. Casi psíquico. ¿Sería posible?¿Yo excitado por otro hombre, mi mejor amigo? Hugo se desabotonó la camisa. Dios, se pasaba las manos por el cuerpo. Me quería…¡No!¡Corrección, me estaba provocando! Y yo aguantándome el deseo que se estaba desatando por coger. Si, tenía ganas de coger en ese momento y él lo sabía, maldición, me estaba conduciendo tal y como el quería y yo estaba empezando a ceder.
Veía su verga erecta un poco arqueada, con un glande redondo y un poco gordo que palpitaba ardiente. No era grande, pero estaba tan dura, circuncidada y de un color carne que invitaba a…
Dejé de mansturbarme como reaccionando. Hugo no me permitió escapar. -¿Haz jugado espadazos?- ¿Cómo era capaz de sonreír de esa manera tan inocente? No podía creer que él me estuviera haciendo esto a mí. Ni le respondí, se acercó a mí con su fierro parado en todo lo que daba. La camisa totalmente desabrochada. Me quitó la playera y juntó la cabeza de su polla con la de la mía. Me sentía morir, era una calentura tremenda, diferente a todas las experimentadas hasta ese día. Era tan obvio, íbamos a terminar cogiendo, ere irremediable. Juntamos frenéticamente nuestros palos, despiadadamente, revolviendo las secreciones cristalinas que empezaban a asomarse en la punta. Me apoyé en su hombro. Era tan firme…El hizo lo mismo en el mío. Todo el tiempo sonrrió, creo que por la cara que yo tuve al principio. Debió de ser cómica.
-Mamamela.
Estaba idiota, no podía reaccionar. La agarró y la cabeceó delante de mí. No se por que lo hice, pero me pegué a ella como desesperado. Se la mamé frenéticamente, aquello… ¡Me encantó! Dios mío, no lo podía creer, que sabroso era mamársela, sentir sus líquidos. No se vino en mi cara. Me jaló del pelo.
-¿Qué te gustaría hacer? -Un 69.
No me la acababa. ¿Yo dije eso? Nos acomodamos en el piso. Sentí su lengua y me estremecí de placer. Movía su lengua como desesperado. Yo tome su glande y le di varios lengüetazos y el se estremecía, pero no paraba. Me metió dos dedos en el ano y empezó a retorcerlos. No pude ni protestar, pues aquello era sensacional. Me encantó sentir sus dedos gordos penetrarme sin permiso. Yo empecé a hacer lo mismo y me agarró la verga con más ferocidad, casi nos queríamos hacer daño, ver quien era más hambriento. Se vino en mi boca y yo estaba tan habido que no me importó. Me lo tragué todo y el de revolcó de gusto y siguió con mi falo sin parar, casi con la misma intensidad con la que sintió el orgasmo.
Le pedí que parara pues yo ya estaba a mil por hora. No me hizo caso el muy desgraciado y siguió hasta lograr que mi verga chorreara a presión. Nunca tuve una eyaculación tan fuerte. Mi semen le bañó la cara y la boca. Siguió amándomela de arriba abajo sin parar, estaba hipersensible en la punta.
Me atrajo por el hombro y me dio un beso. Su lengua y la mía parecían tener vida propia. Aquel sabor… Mi propio semen de su boca a la mía. Morboso, exquisito.
Quedamos tendidos en el suelo, exhaustos. Pude por fin reaccionar. Me vestí un poco triste.
-Esto no debió pasar.
-¿No te gustó? Dude antes de contestar, no podía mentir.
-Si me gustó pero no está bien.
Hugo me volvió a besar.
-Eres bisexual verdad? -Si.
-¿Lo sabe tu novia? -Todavía no. ¿Oye, esto no hecha a perder nuestra amistad verdad? -¿Por qué lo hiciste? -Siempre me gustaste. No estoy enamorado de ti, pero me gustas. -Te gustaría hacerlo conmigo y una amiga? -¿Una amiga? Ella sabe…
-Ella también es bisexual. La pasaríamos de agasajo. ¿Qué dices? -¿Cuándo? Dentro de tres días.
Sobra decir lo mucho que dude en aceptar, pero Hugo me había creado una revolución y fue más mi deseo que mis principios. Quería repetir, no pude mentirme, aquello me fascinó. En otra ocasión platicaré lo que sucedió, en otro relato, si te interesa, escríbeme.
Quien sabe, a lo mejor casi todo fue real.