La conocí por el tiempo que conocí a mi novia, ella era novia de mi cuñado, trigueña latina, con un pelo negro lacio y hermoso, unos labios finos, dientes muy bonitos, gordita, piernas bonitas, brazos hermosos, cintura no muy tallada, hermosas piernas, culito no muy grande, pero bonito y una panochita chiquita, de labios finos divinos.
Con el pasar del tiempo se casó con mi cuñado y yo fui padrino de su matrimonio, tuvieron tres hijos de edades muy parecidas a los de los míos, cuando iban a visitarnos a nuestra finca, siempre me iba a buscar la ropa de mi concuñada y sacaba sus calzoncitos a veces húmedos por los jugos vaginales de ella, los olía deliciosos y me masturbaba descargándole mi semen en sus calzoncitos y luego los limpiaba con una sevilleta absorbente y los secaba con un secador de pelo, deseando siempre que alguno de mis espermatozoides quedara en sus calzoncitos y se le metiera por su vagina y la embarazara de mi.
Siempre que íbamos a paseos la filmaba con mi cámara y buscaba las imágenes cuando se volteaba a asolearse la espalda y su seda dental me mostraba su hermoso culito y dejaba ver su rajita, también cuando me mostraba sus piernas abiertas y también se le notaba su rajita: en mi casa ponía esas filmaciones y me masturbaba las veces que se me paraba mi pene.
Muchas veces le dije que me gustaba como mujer y ella me decía que se sentía halagada, lo cual me indicaba que yo le gustaba como hombre.
Con el tiempo su matrimonio con mi cuñado comenzó a deteriorarse y dos de sus hijos murieron trágicamente, eso hizo que se divorciaran y ella se fue a vivir a Sunrise USA.
Hace un mes me conseguí su teléfono y la llamé, hablamos mucho y la invité a salir a bailar, ella es muy buena bailarina y siempre que bailamos nos divertíamos mucho, por eso creo que me aceptó la invitación, le dije que no se pusiera falda para que bailara más cómoda.
Salimos y fuimos a un bailadero muy agradable, bailamos rico, en las baladas la arrimaba a mi cuerpo y le sobaba mi pene cerca de su cuquita, sentía que se le aceleraba la respiración, pero yo no hacía nada más.
Nos sentamos y entonces le pregunté cuando había hecho el amor por última vez y me dijo que llevaba casi cuatro años sin hacerlo, esa respuesta me puso muy arrecho y le puse mi mano en su rodilla suavemente y la comencé a acariciar, ella cogió mi mano y la deslizó por su pierna hacia su panochita, cuando toqué sus calzoncitos me di cuenta que estaban mojaditos de los jugos de su cuquita, con mis dos dedos corrí el calzoncito y le comencé a acariciar sus labios mayores suavecitos y totalmente inundados por sus jugos vaginales, le busqué su boca y la besé profundamente metiéndole mi lengua, ella me respondió igual con pequeñitos mordiscos, sentía que gemía de placer, con mis dedos la penetré profundamente y la masturbé hasta que tuvo un orgasmo delicioso y me bañó mi mano entera con sus jugos.
Salimos del bailadero y nos fuimos a mi hotel, allí la desvestí y me desvestí, abrió sus piernas y yo me sepulté en su vagina a lamerla y penetrarla con mi lengua, ella se levantó sobre su espalda y ahí le pude ver su culito cerca de mi lengua, deslicé mi lengua y le chupé su culito, ahí me dijo que mi excuñado jamás la había penetrado por ahí, yo le dije que ese culito sería desvirgado por mi verga, ella se rió.
Después de lambetearle la panochita abrió sus piernas, su cuquita es chiquita, de labios finos, divinos y su huequito delicioso, cogí mi pene y se lo fui penetrando lentamente, bombeándola deliciosamente durante unos buenos minutos, hasta que sentí que se venía en su orgasmo y yo aceleré mi bombeo para llegar con ella, me derramé dentro de su vagina con toda mi pasión, amándola inconmensurablemente, así terminamos y nos sentamos a descansar y a hablar de lo delicioso que había sido nuestro encuentro.
A la media hora mi pene se volvió a parar y entonces le dije que me regalara su culito, que le prometía que si le dolía no seguiría y que lo haríamos de nuevo en la panochita; ella me aceptó; le lubriqué el culito con una gel vaginal que siempre cargo en mi maleta y le puse mi pene en su huequito, la comencé a penetrar, le besaba su cuello y le mordía sus orejas, eso hizo que se relajara y me permitió penetrarla lentamente hasta que sus nalgas tocaron mi escroto, comencé a bombearla lentamente, ella me decía que le dolía, pero que no se lo sacara, a los pocos minutos me dijo que comenzaba a sentirse muy rico, que la sensación era muy diferente a la que se sentía en la panochita pero que se sentía muy rico; de pronto me dijo que iba a llegar al orgasmo y yo aceleré mi bombeo hasta que llegamos juntos y me derramé muy profundo en su culito, ella gemía de placer y tan pronto me salí de su culito se abalanzó sobre mi y me dijo que había tenido la mejor noche sexual de su vida, que nos teníamos que seguir viendo y que tenía que seguir siendo su hombre.