Nunca lo había visto tan enojado. Inclusive dejó la cama y se fue a dormir al sillón luego de ese polvo fallido. La verdad es que no estuve bien, fui egoísta, poco amable, sólo me recosté, me dejé coger y ni siquiera lo esperé. Imagino que terminó pajeándose en el baño antes de recluirse en el living. No me habló por días y yo tenía miedo de acercarme por temor a lo que me iba a decir, sea lo que fuere, pienso que tenía razón.
Luego de unos días me manda un mensaje que dice «No estoy enojado, estoy triste, creo que ya no me siento atraído por vos» y a los dos segundos otro «ya no me dan ganas de cogerte porque ya no la paso bien». Lloré. Lloré bastante, sentí que lo estaba perdiendo. Todo lo demás funciona 10 puntos en nuestra pareja. Y por primera vez me sentía responsable de aquello.
Tenía que hacer algo si quería recuperar a mi hombre. Tenía que cambiar. Pero qué hacer… Ya no me gusta que hagan lo cola, nunca fui muy buena en el sexo oral, no me gusta que me acaben en el cuerpo ni en la cara y nunca fui muy pasional. Como por arte de magia recordé que mi marido siempre quiso que miremos porno juntos, pero nunca acepté, así que dije «eso, voy a mirar vídeos xxx y a aprender» y eso hice. Me enceré en el baño con el iPad y Google mediante llegué a una página llena de vídeos y los empecé a mirar…. No tenía idea de que había tantas cosas para hacer!
Al principio todo me daba asco, mujeres hermosas tragando semen, chicas jóvenes a las que les rompían literalmente el ano y encima les acaban en la cara, chicas súper tetonas que la chupaban a full y luego recibían «la flechita» en los pechos gigantes y operados, hombres con penes enormes y depilados, tríos, orgías, amateurs, negros, orientales, cualquier cosa! Y todo me daba asco hasta que me di cuenta que tenía mi bombachita súper húmeda, ahí mismo me empecé a meter los dedos en la concita (no lo hacía desde hace muchos años), primero uno, después dos, me tocaba las tetas con la otra mano y hasta me chupaba los dedos… Habré tardado menos de dos minutos en acabar.
Durante varios días hice lo mismo como tres veces por día: iPad, baño, vídeos porno y «pajita», así fue que diseñé mi rutina y un jueves por la tarde mandé a dormir a los niños a casa de sus amigos y me quedé esperando en casa a que llegue mi hombre, estaba dispuesta a todo con tal de recuperarlo!
Eran como las 8 de la noche, él entró y preguntó
– Los chicos?
– Duermen fuera – respondí
– Buenísimo – dijo con su cara de indiferencia – y entró al cuarto, se sacó los zapatos y se tiró a ver la tele
– Te molesta si me acuesto al lado tuyo? – pregunté
– Como quieras
Me acosté mirando al techo y apagué la luz. Me saqué la pollera y quedé en tanga (era negra, creo). Decidida a entregarme cerré los ojos, junté coraje y me empecé a pajear ahí mismo, metiendo mis manos por dentro de mi tanguita. Un dedo, dos dedos, jugando con el clitoris y soltando micro gemidos. En menos de diez segundos, siento que él se incorpora, pone la TV en mute si me queda mirando. Ahí, cuando ya tenía su atención, me calenté un montón.
– Te ayudo? – preguntó
– No… estoy bien así… pero sacate la ropa, una nunca sabe cuando puede querer un poco de carne
Se desvistió y nunca se la había visto tan parada y tan gorda, con tantas venas (o quizá no me había fijado). Estaba segura de que le había gustado lo que estaba pasando…
– Que linda tenés la pija hoy – dije
– Ehhhhh….
– Muy linda amor, grande, gorda y parece jugosita, a ver… – le dije mientras se la agarraba con la mano que me quedaba libre
– Estás bien?
– No se, decime vos – y me di vuelta, como poniéndome en 4 con mi tanga bien metidita en la cola
– Si, estás muy bien
– Hacéme un favor, acercáme la pija a la boca
– Si!
– Y metéme un dedito en la conchita… Y no lo saques por nada del mundo
– …
– Querés que te la chupe?
– Ajá
Y empecé a practicar lo que había aprendido. Me la metía lo más adentro posible. Le masajeaba los huevitos, le lamía la punta y al mismo tiempo le reclamaba que no para de pajearme. Se le salían los ojos al pobre… 🙂
– Querés coger o te la sigo chupando?
– Ehhhh
– Dale! – le dije – que no parece que tengas mucho tiempo… – y me reí un poquito porque parecía que iba a acabar en cualquier momento.
– Es que… En cualquier momento te vas a probar de mi leche.
Nos acostamos y estuvimos despiertos, sin hablar, por un rato largo. Como una hora pasó hasta que me quedé dormida sin darme cuenta. Estaba contenta porque pensaba que había ganado mi batalla contra mi misma.
Al otro día, cuando nos fuimos a trabajar, le dejé un sobre que decía «para el sábado, una de estas tres» y adentro había tres papelitos: handjob y acaba en las ( . ) ( . ), por la cola y filmarnos.