Para celebrar que acaba de cumplir los dieciocho añitos, me llevo a mi hija de compras al centro comercial
A veces vamos de compras con mamá, pero hoy hemos decidido ir nosotros solos, porque sabemos muy bien que haremos algo más que mirar blusitas y faldas. Hoy vamos a follar en el centro comercial. Te he dicho que te vistieras de la forma que a mi me gusta y tu, mi niñita puta, me has hecho caso, como siempre.
Se te ve guapísima con tu faldita a cuadros, cortita, ligera y tu blusita que deja el ombligo al descubierto, es tan evidente que no llevas nada debajo que tus pezones marcan la tela como dos garbanzos. Lo que no es tan evidente, pero yo lo sé, es que tampoco llevas nada debajo de la falda, y lo sé porque antes de entrar en el coche te he mandado que la levantases para comprobarlo. Verte ahí, en medio de la calle, con tu falda levantada y enseñando el coñito depilado a todo el que pasaba ha sido suficiente para ponerme la polla tiesa al momento, las ganas de follarte ahí mismo han sido increíbles, tanto es así que cuando hemos entrado en el coche me he sacado la polla y te he pedido que me la chuparas, lo haces tan bien, me das un gusto tremendo, me ha costado concentrarme en la conducción mientras notaba tu boca, tu lengua, repasando la cabeza y deslizando arriba y abajo, bien húmeda, a punto he estado un par de veces de llenarte la boca de leche, pero me he aguantado porque se que correrme en tu coño o en tu culo va a ser mucho mejor.
Cuando hemos llegado al centro comercial, he aparcado en el parking exterior, así en el camino hasta la entrada he podido meter la mano debajo de tu falda y devolverte el placer que me has dado en el coche. Se que te ha gustado, te costaba andar con mi mano entre tus piernas, jugando con tu clítoris, te notaba vibrar de placer y eso ha hecho que paremos un par de veces a besarnos. Me gusta como me besas y por eso te devuelvo los besos con la misma pasión, las lenguas jugando y mis labios chupando los tuyos, estirándolos, tus labios devolviéndome el chupeteo, tan delicioso que mi mano ha ido más lejos, metiendo un dedo, dos dedos dentro de tu coño, doblándolos y moviéndolos rápido, notando como te ponías más y más caliente, más y más mojada. Cuando te he notado al borde del orgasmo, he parado y hemos entrado en el centro comercial. Nuestra entrada ha sido espectacular, tus pezones duros como piedras parecía que iban a reventar la tela de la blusa, mi polla se nota claramente en el bulto de mi pantalón, tus muslos están brillantes de los jugos que rezuman de tu coño, vamos de la mano y por tu forma de andar, con los muslos juntos y el paso incierto, pareces recién follada. Pero no es así, más bien al contrario: estás a punto de ser follada.
Lo bueno de ir de compras a estas horas es que la mayoría de clientes son mujeres, así nos evitamos que algún pesado nos siga como una mosca que va a tu miel. Ha sido excitante ir de una tienda a otra, te he hecho buscar cosas en los estantes inferiores, de forma que todo el culo te quedaba al aire al agacharte, sin poder evitarlo te he manoseado cada vez que lo has hecho, debía gustarte porque has tardado más de lo necesario en levantarte. En las escaleras mecánicas te he dicho que abrieses las piernas y tu obediente las has abierto tanto como has podido, había gente detrás y han tenido una preciosa vista, por si acaso te he levantado un poco la falda para que no tuviesen dudas de que mi putita va desnuda debajo de su faldita, en el ascensor de cristal también te la he levantado y, además, te he metido los dedos, estabas empapada y un par de personas han mirado desde abajo, cuando te lo he dicho al oído he notado que te ponías muy caliente y es que, hija mía, eres muy puta y te encanta que el mundo lo sepa.
Por fin hemos llegado a la tienda en la que pienso follarte. Sin entretenernos mucho, hemos buscado la falda más corta que hay, una que es casi un cinturón, y hemos entrado en el probador. Es un poco estrecho, lo que nos obliga a estar bastante juntos, mejor para nuestros propósitos. Te has quitado la falda que llevabas y te has puesto la que hemos cogido, escandalosa, te deja todo al aire, se te ven las nalgas y, en cuanto te mueves, tu rajita que da expuesta, una delicia, tanto que no he podido evitar tocarla otra vez, caliente, mojada, un roce en el clítoris y abres las piernas, pones un pie sobre el taburete dejando el interior de tu coño expuesto, pongo saliva en mis dedos y lo froto, más saliva, sabe delicioso, no puedo aguantar más y me saco la polla del pantalón, tiesa, enhiesta, te miro a los ojos mientras froto la cabeza contar tu clítoris y tus labios y puedo ver en ellos esa mirada de puta, de perra que se muere por tener lo que más le gusta en este mundo, la polla de su padre dentro de su coño.
Te sujeto por las caderas y empujo, lento pero firme, con decisión, entrando suavemente y deslizando cada centímetro de mi polla en tu interior, notando como se abre a mi paso, el placer es intensísimo y tu cara me dice que tu notas lo mismo, la tengo completamente metida y aún empujo un poco más, hincándome bien adentro. Me detengo un momento que aprovechamos para besarnos, estas empezando a gemir en mi boca, tu culo se mueve, nervioso, indicando que no puedes más, que necesitas que te empiece a follar en serio. Y lo hago. Saco la polla, despacio, hasta que sólo tienes la cabeza dentro, y doy un empujón, para meterla de un golpe, jadeas. Repito la operación, sacándola un poco más rápido, otro empujón, esta vez un poco más fuerte, otro jadeo mas intenso. muevo las caderas, un par de veces hacia los lados, haciendo hueco y empiezo a meterla y sacarla, mas lento y suave al principio, aumentando progresivamente el ritmo y la fuerza de los empujones a medida que tus jadeos se van convirtiendo en gemidos, estoy seguro que que nos están oyendo al otro lado de la cortina, aunque no me importa aprovecho la excusa para volverte a besar y acelero las embestidas, ahora te estoy follando en el aire, abrazados, sujetando tu culo y con tus piernas enlazadas detrás del mío, tienes tantas ganas de tener mi polla hincada que las aprietas y tengo que hacer fuerza para deslizar la polla hacia afuera pero eso ayuda a que entre cada vez con más fuerza, hasta el fondo, me encanta como suena la polla entrando y los huevos golpeando. Mis dedos rozan el agujerito de tu culo, uno de ellos lo frota suavemente, hace rato que esta empapado con tus jugos por lo que, con una leve presión se desliza dentro, lo meto hondo y lo muevo, puedo notar la polla a través de la pared del coño, la presiono de forma que roce aún más tu interior al entrar y salir y eso hace que no puedas contener el primer orgasmo, que viene salvaje, al galope, te beso para ahogar tus gritos mientras noto los espasmos de placer en tu cuerpo, los movimientos descontrolados de una perrita en celo que se corre de gusto.
Saco la polla mientras te recuperas, ronroneando. La tengo hinchada, venosa, tan tiesa que parece más gorda que nunca, me pregunto si te cabrá en el culo ya que he decidido metértela por ahí también, se que te encanta y sonrío al recordar las veces que, en casa, has tomado tu desayuno sentada sobre ella, meneando el culo mientras la tenias completamente dentro, hasta que la sacábamos para que pudieras tomarte tu lechita. Si, decididamente te cabrá en el culo.
El probador es estrecho y al ponerte de espaldas a mi e inclinarte llegas a tocar la cortina con la cara, ésta se abre lo suficiente para que si alguien se fija pueda verte mientras tu padre te da por el culo, es una situación muy morbosa y no me entretengo mucho. Deslizo un par de veces la polla ente tus labios, empapándola, añado un poco de saliva en tu culo, pongo la punta contra el agujero y aprieto. La cabeza entra rápido, te sobresaltas al notarla, y te imagino abriendo al boca cuando notas todo el mango deslizándose adentro, hasta quedar los huevos pegados al coño. Te doy un pellizco en el culo, me encanta como lo meneas al hacer eso, es como si me ordeñases la polla con él. Otro pellizco, una nalgada y empiezo a follártelo, despacio al principio pero subiendo el ritmo, añado algún pellizco más cuando noto que empiezas a jadear de nuevo, me inclino sobre ti y alcanzo con mi mano tu clítoris, le pongo un dedo a dada lado y masajeo, rápido, en círculos. Noto que te vas a correr de nuevo y decido dejarme ir contigo, en cuanto siento tus contracciones me corro, echando largos chorros dentro de ti, llenándote el culo de leche.
Nos arreglamos lo justo y salimos del probador, tu todavía con la falda indecente que, por supuesto, vamos a comprar. El dependiente de la tienda no se lo puede creer cuando retira la etiqueta de la prenda, esta viendo tu coño recién follado y mi leche corriendo por tus piernas y mientras volvemos al coche son varios los que se vuelven a mirarnos. En el camino de vuelta a casa me la chupas otra vez, limpiándola de los restos de leche y jugos, yo conduzco con una mano, acariciándote, jugando con tu clítoris hasta que te veo doblarte en el tercer orgasmo. Cuando lleguemos a casa, te voy a volver a follar, querida hija.