Albertó tímido y reservado es violado por 3 hombres, uno de ellos un compañero de escuela, narracion sobre violacion, humillacion y sodomia.
Las escuelas son pequeñas junglas citadinas, en ellas existen depredadores y presas, el más fuerte siempre se aprovecha del más débil, éste es el caso de Alberto, un chico de 12 años, tímido, callado y con pocos amigos, y por ende fácil de humillar, Héctor su contraparte es un chico rebelde, con poco interés en sus estudios, incluso lleva años perdidos debido a expulsiones y materias reprobadas, sin contar los años que perdió en la primaria actualmente tiene 16 años y en una semana cumplirá 17,
El es el abusivo del salón, el macho alfa de su grupo. A pesar de que Alberto nunca se había metido con nadie, su poca comunicación con los demás le habría hecho presa fácil de este abusivo, comenzó como burlas, después con pequeñas agresiones, (empujones, poner el pie para que callera), pero finalmente llegó lo inevitable, Alberto harto de los maltratos de su compañero decidió darle un puñetazo, hubiera sido mejor que nunca lo hubiera hecho, todo mundo en el salón empezó a gritar ¡pelea!, ¡pelea!, el rostro de su contrincante se pinto de rojo, y una expresión de completa furia se dibujo en su rostro, ¿cómo era posible que aquel imbécil lo golpeara?, se acerco al chico que apenas se había dado cuenta de lo que había hecho y sintió un puñetazo que lo tumbo en el suelo, si bien ya había una marcada diferencia por la edad e ambos chicos, Héctor practicaba boxeo con algunos de sus amigos, así que sabía perfectamente como noquear a un pendejo como Alberto, cuando lo vio caer, no dudo, se sentó sobre su pecho y comenzó a golpearlo a puño limpio nuevamente, de pronto le ocurrió algo inesperado, aquella situación además de agradarle lo éxito, provocándole inmediatamente una erección, cada golpe dirigido a la cara de aquel muchachito era una oleada de excitación, no se conformaba sólo con golpearlo, deseaba bajarle los pantalones en ese mismo momento y penetrarlo, pero lamentablemente no podía hacerlo enfrente de su público, le encantaba sentir el dominio sobre su contrincante, pero no podía exponerse a que sus compañeros vieran el bulto que se había formado en su entrepierna, así que decidió terminar aquella pelea le propino un último puñetazo pero antes de levantarse repago su pubis en la cara del muchacho y simuló embestirlo oralmente, esto provocó risas entre sus demás compañeros, Alberto noto la erección de su agresor, pero estaba demasiado lastimado como para reaccionar inmediatamente, después de este espectáculo, se quedo un momento más en el suelo, estaba a punto de llorar, pero solo unas cuantas lagrimas se asomaron en su rostro, no estaba dispuesto a demostrar más debilidad a su agresor se sentó en su silla y lo contempló, Héctor por su parte tenía el corazón acelerado tanto por la pelea como por la excitación que sentía, aun mantenía aquella erección, su mente empezó a fantasear con penetrarlo, con humillarlo todavía más.
Los días fueron pasando y su agresor empezó a molestarlo de diferentes maneras, si bien aún continuaba humillándolo ya no lo empujaba, en lugar de eso ahora cada vez que Alberto se encontraba de espaldas Héctor no dudaba en llegarle por atrás y simular que lo penetraba analmente, incluso en una ocasión Héctor se había bajado los pantalones aprovechando la ausencia de un profesor, y mientras Alberto se encontraba distraído coloco su pene cerca del su rostro, también el vocabulario había cambiado, palabras como pendejo e idiota se habían hecho menos frecuente y palabras como maricón y puto habían ido en aumento. Esto provocaba que Alberto se sintiera cada vez más triste y solo, la mayoría de sus compañeros se reían de estas situaciones, otros no estaban muy conformes, pero tampoco hacían el menor gesto para poder ayudarlo, estaba completamente solo.
Una semana después Alberto se dirigía hacia su hogar envuelto en sus pensamientos, sin prestar atención al mundo que lo rodeaba no sabía que sería interceptado por 3 chicos, al primero que reconoció fue a Héctor, a los otros dos nunca antes los había visto, pero eran mucho más grandes que su agresor, y con pinta de maleantes,
-Qué onda putito a dónde vas- pregunto Héctor en tono de burla.
-Voy para mi casa, quieres que te de mi dinero- al decir esta palabra los tres sujetos rieron, al parecer sabían algo que el chico desconocía completamente.
-Pues mira mariconcito, queremos que nos acompañes a un lugar más privado, para que estemos los cuatro juntos, comprendes- antes que lograra escapar uno de sus agresores le había pasado un brazo en la espalda, como si fueran viejos conocidos, no faltó quien pensara que estaban asaltando al muchacho, pero al verlos irse juntos aquellos pensamientos se disiparon, nuevamente nadie ayudaría al pobre de Alberto.
Una vez en aquel lote baldío los tres sujetos se entretuvieron un rato golpeando al muchacho, primero le dieron un fuerte puñetazo en el estomago, lo que le saco todo el aire de sus pulmones, luego en su rostro magullado, no faltaron las patadas, después de un rato al ver que su presa estaba ya bastante herida la hincaron, Héctor fue el primero en ponerse de frente al chico, se sobaba el pantalón, -Te acuerdas de esto-, se saco su miembro erecto y lleno de lubricante por la reciente pelea, -Ahora abre la boca que te lo vas a tragar-, al ver que no obedecía las ordenes que le indicaron uno de aquellos delincuentes le dio un fuerte zape en la nuca, aquel muchacho no tenia opción, abrió su boca y en sus pensamientos rogo que aquello terminara rápidamente, el primer contacto de ambas pieles seria inolvidable para ambos, Alberto sintió repulsión cuando aquel miembro se introdujo en su boca, la piel del prepucio era suave y lisa, pero a la vez el tejido esponjoso le proporcionaba una características firme y rígida
Héctor al sentir el contacto de su verga con aquella húmeda y tibia cavidad entrecerró los ojos casi poniéndolos en blanco, no solo el contacto de su pene con la garganta del chico le producía placer, le excitaba verlo por fin hincado ante él, humillado, golpeado, y además sabia que pronto estrenaría aquel culito, lo tomo por los cabellos fuertemente y en menos de 5 minutos ya estaba eyaculando una considerable cantidad de semen, el muchachito no deseaba tragarse el semen de su agresor, así que cuando sintió el pene escupiéndole en su garganta intentó sacarlo de su boca, pero su violador lo tenía fuertemente sujeto, gran parte del semen se había adentrado hasta las veceras de Alberto, la estimulación en la garganta de aquel chico le provocó lagrimas, no solo era la nausea que sentía, también el dolor físico y emocional que sentía, cuando por fin sacaron aquel miembro de su boca escupió el resto del semen y un hilo de saliva mesclada con esperma se quedo en su mentón, -Tu turno Gato-, el apodo de aquel sujeto se debía a que de aquellos 3 amigos él había sido el primero en haberse puesto un tatuaje en la espalda con la forma de una pantera (sin embargo al no ser de alguien profesional, aquel dibujo asemejaba más a un gato), ahora tenía otro de la santa muerte en el pecho, y muchos otros en todo su cuerpo, su piel era un lienzo dominado por dragones, letras, demonios y símbolos tribales, masturbándose llevo su miembro a la boca del muchacho y sin ordenarle que abriera su boca lo introdujo en su cavidad oral -Así hermosa chúpame la verga, quiero que me hagas una mamada, pero sabrosa, entiendes putita, así, así chupa, aaahhhh-, las embestidas del Gato eran más potentes que las de Héctor, además su verga era más larga pero no más grueso, y le provocaban al muchacho arqueadas cada vez que aquel miembro intentaba llegar hasta sus entrañas, sintió de pronto como alguien le empezaba a bajar los pantalones, -Nooo por favor!!!-, fueron las suplicas de aquel pobre diablo, nunca había sido violado, pero sabía que debía de ser doloroso, un puñetazo en la cara fue su respuesta, Te dije que me lo mamaras puto, anda que esperas hijo de tu reputa madre, -Auxiliooooo!!!, Ayudenmeee!!!!-, dos puñetazos más lo hicieron callarse por un momento, empezó a forcejear inútilmente para escapar de sus atacantes pero era inútil, -Ayudenme por favoooor!!!!!-, recibió una nueva golpiza, que lo aplacó momentáneamente, el tercer sujeto al que le decían Talachas debido a su empleo como mecánico le tapo loa boca metiéndole un calcetín que se había quitado, el Gato se acerco a su oído y acariciándole los cabellos de su cabeza le dijo como advertencia, -Pinche puto de mierda, no me dejaste venirme en tu boca, pero ya verás cómo me voy a divertir en tu culo-.
Inmovilizado por completo, el primero en penetrarlo fue Héctor, era la primera vez que penetraba a alguien así que no sabía que primero debía de haberlo lubricado con un escupitajo de saliva, esto solo provocó risas de burla entre sus otros 2 compañeros al ver como intentaba meter su grueso miembro en aquella apretada hendidura y como esto le provocaba espasmos de dolor a pobre chico, -Jajajajaja pinche chaleco ya te lo chingaste y ni salivita le pusiste, (el apodo de Héctor provenía precisamente de su afición por el box, al resistir como un chaleco antibalas los golpes que sus otros dos compañeros le propinaban durante su entrenamiento)-, si bien antes se había masturbado, lo que sentía ahora era incomparable, la presión, la suavidad, la humedad, todos estos factores lo hacían sentirse en medio del cielo, tomo esas nalguitas por la cintura y empezó a embestirlo con más fuerza,
Si alguien en algún momento le hubiera dicho a Alberto que relajando sus esfínteres anales hubiera evitado todo el dolor que sentía ahora hubiera sido el mismo resultado, tenia tanto miedo que todos sus pequeños músculos se contraían involuntariamente, para ser sólo un chico de 17 años Héctor poseía una magnifica herramienta, un machete que exigía estrenarse en aquellas jóvenes y ricas nalgas, no deseaba terminar muy rápido así que turnaba sus movimientos rápido y después lento, desde una vista posterior se podía contemplar las piernas y los glúteos de Héctor contrayéndose cada vez que introducía su miembro en aquella cavidad desgarrada, -Ahí está, así maricon apriétame las nalgas, me estoy viniendo- gemidos salieron de la garganta de aquel agresor en el mismo instante en que su verga daba escupitajos de semen, -Que rico culo te cargas perra, tu turno Talachas-, la actitud de aquellos sujetos no concordaba con la situación, estaban destrozando una vida, sin embargo parecí como si sólo estuvieran compartiendo una botella de vino, se turnaba a su víctima como si esta hubiese perdido su condición humana, ahora no era más que un simple juguete sexual – No cabrón ahora me toca a mí- el Gato aun estaba resentido por no haber eyaculado en la boca de aquel pobre pendejo, se situó atrás de Alberto y le metió su miembro de una manera brusca y agresiva, aquel pobre chico ya no hacía nada, apenas y dio una sacudida cuando aquel miembro volvió a entrar en su ano, sintió que lo tomaban de los cabellos y alguien se acercaba a su oído – Te duelo puta, quieres que te haga sangrar tu pinche cola- la historia volvió a repetirse, el dolor regreso y no por que se tratase de una verga más gruesa, las estacadas eran más amplias, sentía casi como aquel miembro salía por completo de su ano y regresaba furioso hasta las profundidades de su colón, deseaba morir en ese mismo instante, deseaba que un rayo cayera del cielo y destruyera a sus agresores, pero eso no pasaría, aquella situación había generado dos fuerzas opuestas, uno de sus agresores ahora sentía afecto hacia él, y el otro deseaba torturarlo hasta matarlo. El Talachas no participo en la violación, Héctor paso por segunda vez pero esta vez cogiéndolo con más cuidado, el Gato le dio una patada en la cara antes de que los tres se retiraran,
Bueno estimados lectores espero que disfruten de mis relatos tanto como yo disfruto haciéndolos