Aquella tarde salí del trabajo muy cansado y con ganas de relajarme por lo que decidí acudir a un barecito cercano, beber un par de rones y porque no, ir a un spa.
Acudí a un spa que ya había visitado en ocasiones anteriores, cerca a la glorieta de insurgentes, una zona centrica en la ciudad de México. Llegué cerca de las nueve de la noche y justo cuando caminando por las escaleras en el tercer piso, se fue la luz quedando el edificio en completa obscuridad. A punto estuve de dar media vuelta y regresar, pero faltaban solo unos pasos para la puerta marcada con el 302. Toqué la puerta y me abrió una chica bastante corpulenta, digamos que lo que se conoce como gordibuena, sin embargo, logré escuchar carcajadas de chicas dentro del departamento y al saludar a quien me dijo llamarse Roxana, percibí un ligero aliento a alcohol.
Adentro sentadas en el sillón de recepción se encontraba Katya, a quien ya conocía y otra chica morena llamada Julia, quien cumplia años y por esa situación la festejaban con una botellta de tequila.
Me uní a la celebración a la luz de las velas y me tomé un tequila directo. La decisión de con quien pasar a la sala de masaje fue difícil pero me decidí por Roxana, ya que a pesar de estar un poco pasada de peso, tenía perfectamente marcada su silueta femenina, una cara agradable y un par de enormes tetas que me encantaron.
Ya dentro de la sala el cotorreo seguía pues nos instalamos en la sala contigua a la recepción por lo que las risas continuaban y Roxana a veces sentía que se distraía por estar en la plática con sus compañeras, sin embargo, yo también estaba en el ambiente y ya me había atravezado otro tequila en honor a la festejada mientras el aceite resbalaba en mi espalda, nalgas y piernas como conducto las manos de mi masajista.
Al voltearme para recibri el masaje pro la parte frontal, Roxana se quitó su batita que le cubría dejando al descubierto la inmensidad de tetas con unas aureolas enormes y unos pezones riquisimos y que decir de su entrepierna, bastante velludita como a mi me gusta. Mi pene se encontraba ya bien erecto por las sensaciones del masaje y la divina figura de mujer ante mi.
Roxana salió un momento por otro tequla para mi y para ella, alcancé a escuchar susurros y unas risas pícaras, regresó mi chica con la botella en la mano, los dos caballitos y tras de ella Katya y Julia cada quien con una cerveza en la mano. De momento intenté taparme pero Katya me dijo- calmate mi rey, como si nunca nos hubieramos visto encuerados- – o como si nunca hubieramos visto un pito parado-, lo cual ocasionó risas.
Julia comentó al momento que se sentaba en una silla, -sabes una cosa-queremos cotorrearla bien y bonito, así que te proponemos que mientras Roxana y Katya te den un masaje y si quieren luego cojan, me dejen ver, ya que nunca he visto coger a nadie más que no sea yo y tengo muchas ganas de verlo, aunque no lo creas.
Pues no se diga más, Katya se desvistió y comenzó a restregarme sus tetas blancas sobre mi cara al tiempo que Roxana me hacía una rica felación con un condón de sabor. Julia miraba gustosa la escena y comenzó a apretar sus piernas lentamente mientras su mano buscaba su seno.
Nos salimos de la sala de masaje y en los sillones de la recepción atendí a Katya al momento en que Roxana terminaba masturbándose sentada en un pequeño reposet.
Finalmente Julia me pidió que cuando me fuera a venir lo hiciera en sus tetas, situación que por poco no logro hacer ya que apenas me salí de Katya jalé el condón y descargué toda mi leche en los pequeños y festejados senos de la cumpleañera.