Anoche estaba caliente, pero mi mujer no estaba de humor. Me puse un par de colaless ajustadas, para mantener todo bien escondido, unas calzas plateadas, sobre ellas otro colaless al tono, para que se marque bien mi colita, una mini violeta con un corazón de strass, unas medias cortitas con brillos, un soutien bien rellenito con unas tetitas de silicona, y una polera lila algo ajustada. Me acosté así, sin taparme, disfrutando de la sensación, pero no estaba conforme.
Pasó un rato y al no poder dormir, mi cabeza imaginaba mil situaciones, finalmente decidí colocarme mis elementos de BDSM, los hice yo misma, unas muñequeras, tobilleras y collar de perrita, todo rosa. Me até ambos tobillos, por supuesto con un cordoncito rosa al tono, y con otros cordones las muñecas al collar, dejando que mis manos queden libres pero no podía llegar a tocarme, para evitar tentaciones masturbatorias.
Mi mujer leía a mi lado, y me miraba, soltando algún comentario, pero más interesada en su libro que en mi calentura de putita, está acostumbrada a mis repentinas excentricidades.
Otro rato cavilando y disfrutando la situación, se me ocurrió si sería capaz de aguantar un plug metido en la cola toda la noche. Dicho y hecho, me lo introduje hasta el fondo, previa lubricación, me acomodé toda la ropa, las colaless resultan geniales para evitar que el intruso pueda escapar de su cavidad.
El intruso no es demasiado grande, mediano digamos, tiene esa forma clásica de cono, con un estrechamiento en su base, para mantenerlo en su sitio, pero a mi hace rato que se me suele escapar…, y una forma de T al final para que no se pierda en la oscuridad, es el tamaño adecuado, lo siento pero no molesta, está simplemente ocupando su sitio, en ocasiones lo he usado durante una mañana o algunas horas, inclusive en salidas al exterior, y llega un momento que se vuelve parte de mi, hasta el punto que si pasa un tiempo y no lo siento, lo extraño.
Volví a atarme, y así quedé acostada, probando de a ratos distintas posiciones, sintiéndome invadida, estuve casi hasta el amanecer probando distintas ataduras y posiciones, siempre acostado en la cama, mi mujer dormía plácidamente a mi lado, eso le agregó un toque de complicación al juego, debí moverme muy lentamente y sin el menor ruido para no despertarla.
En un momento se me ocurrió como se sentiría mamar un pene en esa situación, dicho y hecho, como no tenía uno de carne disponible en ese momento, tomé uno de silicona, de un tamaño apetecible y me lo introduje en la boca, siempre sin hacer ruido ni movimientos bruscos, lo lamí un rato por todos sus rincones y finalmente decidí dejarlo en mi boca clavado, como chupete de bebe, lo introduje hasta la mitad, donde me permitía respirar sin problemas y lo até, cordoncito rosa de por medio, a mi cabeza, de forma que no pudiera salirse ni mi boca expulsarlo si me dormía, me volví a inmovilizar, me causo una gran excitación el sentirme ocupada por la boca y la cola a la vez, creo que un par de veces casi llego al orgasmo, pero mi voluntad es fuerte y pude contenerme, para poder seguir disfrutando el mayor tiempo posible, pero el esfuerzo me estaba cansando. Finalmente, ya amaneciendo, me dormí así, con mis juguetes clavados.
Cuando desperté me sentí radiante de alegría por haber cumplido mi meta, y decidí para festejarlo terminar con otro de mis amigos, con la misma forma pero de mayor tamaño.
Era algo tarde, mi mujer ya no estaba en la cama, así que sin problemas, subí la pollerita, me bajé las calzas y las bombachitas, liberé a mi amigo mediano, mi agujero como que le dió un besito de despedida, me volví a lubricar a conciencia y lentamente, disfrutándolo introduje la bestia.
Como estaba bien dilatada entró sin mayor problema, pero al rato se hizo notar, mi colita no aceptaba este intruso, y las tangas no eran suficiente para mantenerlo a raya, asì que tuve que atarme unos cordoncitos, siempre rigurosamente rosados, para mantener en su sitio al rebelde y demostrarle a mi ano quien manda.
Nuevamente me até, esta vez a la cama, porque la tentación de tocarme era muy fuerte, estuve como una hora así, hasta que decidí levantarme y vestirme, obviamente no permití que el intruso huyera, anduve casi toda la mañana con el molestando y entorpeciendo mi andar, y finalmente lo liberé de su encierro, me di una ducha medio fría para evitar tentaciones onanistas y me vestí reputita, estaba encantada de sentir mi cola bien abierta, algo ardorosa, esta vez me puse una bikini que no se metiera mucho en la rayita, ya que estaba bastante sensible.
Besos a todas y todos donde más les guste.