Recuerdo mi primera vez con añoranza y excitación, aunque también con dolor e incertidumbre.
Yo vivía en el sur, y mis padres viajaban mucho, por lo que apenas les veía, pasaba todo el tiempo con mi abuela, y una prima mía que vivía con mi abuela, en aquel entonces no sabia porque mi prima vivía con la abuela, luego me entere, Lucia que así se llamaba era poco mayor que yo y era muy guapa, y fornida sin llegar a estar gorda, pero esta es otra historia.
Mi abuela era joven, o al menos se mantenía joven, se había quedado viuda a los 30 años, y no se la conocía hombre ninguno desde entonces. El caso es que yo prácticamente vivía con ella.
Yo apenas había entrado en la adolescencia, recuerdo que aun no me había salido casi pelo en el pubis, y seguía teniendo una mentalidad casi infantil, e inocente en cuanto a ciertas cosas, claro que de eso no se hablaba nunca. Yo era un chico fuerte, con unos músculos bien definidos a la vez que aun inmaduros, recuerdo que mi abuela siempre me decía lo guapo que era el cuerpo serrano que tenia, que las chicas me iban a perseguir cuando creciera. De todas formas solo tenia 11 años, y mi prima, la unica chica en casa, casi 12, pero con un cuerpo muy infantil, eso creia. En verano, yo como mi prima, aun inocentes, solíamos andar por la casa en braguitas, yo con calzoncillos, que siempre me quedaban grandes, o desnudos, porque allí en el sur y en tierra dentro hacia mucho calor incluso por las noches, mi abuela no era menos, y la recuerdo con una bata muy ligera, de las que se abotonan por delante y apenas llega a la rodilla, sin sujetador, y trasluciendo sus enormes pecho, o a mi me lo pararían.
Una noche, nos encontramos mi abuela y yo viendo la tele, sin mi prima que se había ido a dormir a casa de una amiga. Yo llevaba unos calzoncillos grandes medio caído, y recostado sobre el pecho de mi abuela, que de vez en cuando miraba, y podía ver uno de sus pezones, oscuro y grande, me preguntaba que seria eso y para que servia, puesto que entre los chicos siempre se hacia bromas sobre eso. Ella llevaba una de las batas casi abierta entre sus muslos, tenia la piel brillante de sudor.
Había estado todo el día un poco nerviosa y hosca, pero no lo había dado importancia, cuando en un lance de la película se me escapo un taco, muy fuerte, y mi abuela se sobre salto, con la cara enfadada.
-. Pero niño, ¿quien te ha enseñado eso?, eso no se dice, mal educado.
-. Pero abuela se me ha escapado.
-. Bobadas eso no se escapa, ahora veras,- mi abuela no solía pegarme solo cuando me lo merecía. Me cogió por la cintura y me puso sobre sus muslos que se le habían destapado por completo al moverse.
-. Ahora vas ha aprender a no decir eras palabrotas.- me sujeto por la cintura, y me dio un par de azotes en el culo.
No me dolió mucho, porque tenia el calzón puesto, y estaba mojado por el sudor.
-. Tienes el calzón mojado, te has meado cochino.
-. No abuela, no, es que…
-. Marrano, quítatelo, venga, que no he acabado todavía.
-. No abuela no me pegues mas, no…
-. Vamos quítatelo, no me enfades mas.- me levante, me puse de espaldas a mi abuela, y me baje el calzón hasta los pies, que se quedaron en el suelo, me di la vuelta y vi que mi abuela respiraba deprisa, que tenia las piernas desnudas, y pude ver sus braguitas, blancas un poco húmedas.
-. Abuelita, por favor, no, de verdad.
-. Calla y ven aquí.- me cogió por el brazo, tumbándome sobre sus piernas, de forma que mi pene cayo entre sus piernas, y mi culo quedo a la altura de su vientre, y empezó a darme azotes en el trasero, muy seguidos, cada vez un uno de los lados de mi culo, una vez en una nalga y otro en otra nalga, me dolía y notaba como mi culito si ponía caliente y rojo.
Yo me movía mucho, pero me tenia bien sujeto, por un brazo, y luego por la cintura. En uno de esos movimientos, mi abuela cerro las piernas, atrapando mi pene entre sus muslos resbaladizos por su sudor, o eso creia, y sentí que mi cosita, estaba dura, grande y caliente, y que cuando mi abuela me azotaba, yo metía el culo entre sus piernas, y a la vez el pene, lo cual me daba mucho gusto, y ya no sentía tanto los azotes, además que me parecía como si ya no diera tan fuerte, cosa que era cierta, mi abuela se había dado cuenta que seme había puesto grande, y me azotaba, pero solo para que yo me moviera sobre sus muslos.
-. Bueno hijo, ya esta, ves, no ha sido para tanto, verdad.- yo estaba confundido.
-. No, no, – ella empezó a acariciarme el culito, que estaba suave y resbaladizo por el sudor, al tiempo que llevó la mano a la boca y después de llenarla de saliva me la puso en las nalgas.
-. Un poco de salivilla, te, ira bien, – hablaba algo entrecortada.
Yo apenas me movía, mientras ella me sobaba las nalgas, lubricadas con la saliva, pasando la mano por todo mi culito, los muslos, y parándose en mi raja, y en mi orificio, que hasta entonces nadie había tocado, mientras ella se rozaba sus muslos de arriba abajo, y con ellos mi pene, que ya estaba muy duro y caliente.
-. Vale hijo, tranquilo, ya paso.- me decía mientras me acariciaba la espalda, y me metía un dedo por la rajita, deteniéndose en el agujerito, entre mis nalgas, presionando, suave, despacio, pero constante, hasta que poco a poco, muy despacio, muy suave, me introdujo su dedo en el ano.
-. Pero abuelita, haa, yoo, hum -. Tranquilo hijo, no pasa nada, ¿ te gusta, verdad? -. Hum, siii, peroo -. Siii, calla, déjame hacer, veras como te gusta. Ven déjame la mano.- me cogió la mano y me la puso en la nalga.- sujeta y ábrete un poco el culete.-tire un poco de la nalga, para dejar al aire mi agujerito, a la vez que ella me separa la otra nalga, dejando mi ano completamente indefenso, y al descubierto.
Se humedeció, otra vez la mano que tenia libre, pero esta vez no en la boca, sino que la metió entre sus piernas, llegando hasta mi pene, y me di cuenta que estaba sorprendentemente húmedo, me toco el pene suave.
-. Ho, me ago pipi, haaa,- me agarro fuerte el pito, a la vez que me daba un fuerte azote.
-.HAY,- grite.
-. Aguanta un poco pequeño.- me dijo, al tiempo que me chupaba el culo, y me introducia mas el dedo en el ano. ¿Ya se paso cariño?. -. Si, pero me dolió. Me gustaba antes.
-. No te preocupes no lo volveré a hace. Ahora, ¿te gusta así?.
-.sii , haum.- había vuelto ha separa mi culito, y había sacado la mano de entre sus muslos toda mojada.
Me separo las pierna, y ella también las separo, entrándome una corriente de aire frió que me relajo mi cosita, empezó a acariciarme el trasero con su mano húmeda, deteniéndose en mi agujerito, y metiendome el segundo dedo, poco a poco, pero sin compasión.
-.abuelita, haa , noo.
Soltó mi nalga, y me cogió la mano que aun estaba separando mi culito, y me la puso en su pecho, que estaba desnudo y al aire, era grande, suave, y el pezón le tenia duro y caliente.
-. Ven acaríciame así, en el pezón y en la teta. Si, eso es, asii.- me decía al tiempo, que no dejaba de mover el dedo que tenia dentro de mi, entre mis nalgas.
Tenia las piernas separadas, y con su mano libre empezó a tocarme las piernas y las nalgas, hasta llegar a mis huevito, y mi aparato, deteniéndose en la punta de mi pene, llegando a destapar mi glande. Luego lo soltó, y se metió la mano entre las braquitas, moviendo la mano frenéticamente, de arriba a bajo, de un lado a otro, hasta que respiro hondo y dio un pequeño gemido.
-.ya haaa huaaaam. Ho cariño cuanto hacia que..- me miro sonriendo, y me beso.
-. Ven cariño ahora te toca a ti disfrutar.- yo me encontraba un poco confundido, pero muy excitado y tranquilo a la vez, sentía que lo que hacia mi abuela era bueno.
-. Ven ponte de pie un momento,- me temblaban las piernas, y tenia mi pene mas duro y grande que nunca le había visto.- ho, vaya, pues si que la tienes grande, cariño.- me cogió el pene y me cerro y me abrio el frenillo, cosa que me dolió un poco, se llevo la mano a las braguitas y la saco toda húmeda, pasándola por mi poya, hasta dejarla bien mojada.
Se abrió la bata de par en par, dejando sus enormes pecho al descubierto, me cogió y me sentó entre sus piernas, acercando mi cabeza, mi boca, ha su pezón, que yo empecé a chupar como si lo hubiera hecho toda la vida, me hizo separar las piernas, y cogió mi pene y empezó a moverlo de arriba abajo, despacio, con suavidad al principio, hasta que yo empecé a gemir, y acelero el movimiento, hasta que me corrí, por primera vez en su mano, llegando a manchar sus pechos, porque ella había apuntado hacia sus tetas.
-. Ha sido maravilloso, cariño, ¿te ha gustado? ¿lo habías hecho antes? -. Si me gusta, pero no se que ha sido, yo nunca había hecho esto.
-. Ho, cariño, esto solo lo pueden hacer los hombre, y tu ya estas preparado. Ahora ya puedes estar con una mujer, anda ven vamos al baño.
Nos levantamos, fuimos al baño, ella me había agarrado por la cintura, casi rozando mi culito, y con la otra mano acariciando mi vientre, en el baño, se desnudo y vi su coño todo mojado y lleno de pelo rizado, con una esponja húmeda, empezó a limpiarme, mas de sudor, que de la corrida que había caído casi todo entre sus tetas. Pero esto es otra historia que os contare otro día.