Roberto llegó a mi vida hace un par de años, siempre fuimos compañeros de la prepa, él tenía novia y yo novio; nada qué ver. Es más, ni siquiera nos hablabamos, hasta que una buena tarde un amigo en común me invito a tomar un café con él otros chavos, y ahí estaba Roberto, igual, nuestra relación continuaba en las mismas, pero ya platicabamos cuando no llegaban a la cita nuestros demás amigos y solo estabamos nosotros dos. Nuestra amistd se fue ejerciendo y a la vez se hacía mas íntima. En aquel entonces teníamos 22 años.
Hasta que una vez nos invitó a su casa de Cuernavaca a mí y a todos lo amigos. Llegamos, los demás avisaron que irían a comprar unas cervezas, yo preferí quedarme, lo mismo que Roberto. Me llevo a la habitación donde podía guardar mis cosas. Me recargué con cansancio en la pared y él se me acerco con cautela, me pregunto si estaba muy cansada, le dije que más o menos, quise huir de él porque al mirarlo de frente me nacieron unas ganas locas de besarlo, pero me lo impedió, me tomó del brazo y se acercó a mi para besarme, yo no hice mucho por apartarlo. Así que terminé cediendo, sentí como sus labios presionaban los míos, como su lengua se introducía poco a poco en mi boca para tocar la mía. No pude más, terminé besandolo con pasión, y él respondió de la misma manera. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, se detuvo en mis pechos, sintió la dureza de ellos. Me abrazó con fuerza para hacerme sentir la erección de su miembro que ya era notable. Empezamos a movernos con cierto ! ritmo. Me quité la blusa para quedar solo con el sostén. Con lentitud empezó a acariciarme, caminamos hacía la cama que estaba a nuestras espaldas y caimos ahí. Roberto me besaba el cuello, el pecho, mientras yo le desabrochaba el pantalon para poder tocar su pene. Sus labios llegaron a mis senos, los beso, los lamió, y los mordisqueó, nuestras respiraciones se entrecortaban de la ansiedad y excitación. Se tomo el tiempo con cada uno de mis pechos. Su boca fue paseando por todo mi cuerpo. Me volteó de espaldas y me la beso haciendome vibrar y humedeciendome cada vez más. Se detuvo en la parte baja de mi espalda donde el pantalon me cubría, de nuevo hizo que le diera la cara, me quitó el pantalon y termino de desvestirse para solo quedar en boxers. Siguió besandome, llegó a mi vientre, sin saber cómo rompió mis bragas. Poco a poco bajo su boca a mi sexo, lo beso lentamente y así fue introduciendo su lengua, la paseó por todos los rincones, luego la metió en mi sexo. Mis gemido! s ya eran más sonoros y mi respiración más fuerte. Con fuerza lamió mi clítoris, no aguanté más, empecé a gemir más fuerte hasta que tuve un orgasmo, pero quería más. Roberto regreso a mi boca y la beso con pasión, lo acosté y lo fuí besando y acariciando, empecé con su cuello y terminé en su abdomen, le bajé los boxers y vi su miembro totalmente hinchado. Le besé la punta, lo lamí de arriba a abajo, acaricié sus testículos. Él con las mános en mi cabeza hacia que le hiciera más. Metí su pene en mi boca y comencé a succionarlo con fuerza. Escuchaba como gemía y más excitaba, se sentó y se inclinó hacía mi para pellizcar mis pezones; y ahí iba de nuevo, ya estaba loca de la excitación. No se quizo venir en mi boca, aunque yo si quería. Me acostó y me abrió las piernas. Señaló con su pene mi vagina y entró en mí, despacio al principio hasta que los dos fuimos agarrando ritmo. Me llenaba muy bien, no lo pude evitar empecé a gemir aún más fuerte que cuando me daba sexo oral. Se mo! via con fuerza y tocaba cada rincón de mí. Alcé mis caderas para que entrara lo más que se pudiera. Colocó mis piernas sobre sus hombros, me provocó un gran placer, le pedía más, que no se detuviera mientras me penetraba. Bajó mis piernas y comenzó a besarme los pechos. Le dije que me lo hiciera anal, de inmediato aceptó. Me puse en cuatro, y como sabía que era doloroso me penetró con mucha calma, hasta que por fin adentro empezó a moverse con fuerza. Una de sus manos me masturbaba mientras la otra servía para detenerse. Quería que siguiera, estaba disfrutando y no quería que acabara. Hasta que me dijo «Quiero que te vengas conmigo», y si, moviendose cada vez más rápido y haciendome gemir del placer porque no podía callarme, finalmente terminamos en un largo gemido. Caí y él sobre mí para luego besrame con ternura. Lo bueno es que nuestros amigos habían ido a una tienda muy lejos y se habían perdido.
De todas las veces esa fue la mejor cogida que tuve con él porque fue la primera.
Dos años despues estamos igual, hacemos el amor de manera más intensa. No importa que él se haya casado, eso no impide que disfrutemos lo que tanto nos gusta y lo que mejor sabemos hacer ¿o sí?