El verano pasado Isabel y yo decidimos hacer una locura de las que siempre conversamos. La idea era ir a una piscina pública un día en que estuviera cerrada y poder tomar el sol desnudos, bañarnos y tener sexo en el momento y lugar que nos dieran ganas.
Elegimos un lunes, día en que las piscinas están cerradas al público y fue en una piscina camino al campo, ya que hay mas vegetación y los paisajes son más pintorescos. Llegamos como a las once de la mañana, nos dirigimos a hablar con la persona que estaba en la entrada y le explicamos que queríamos usar la piscina, pagando extra, claro esta, por la entrada, ya que era lunes y estaba cerrada al público. El cuidador nos miró y dijo… «Lo veo muy difícil, ya que yo sólo soy el cuidador, el jefe no se encuentra y tendría que preguntarle a él» Le respondí que muchas gracias y salimos de la casetita donde el tipo nos atendió. Le dije a Isabel «Creo que no podremos hacerlo». Ella me miró fijo a los ojos y me dijo… «No te preocupes, yo creo poder hacer algo para que nos dejen entrar, voy a ir a hablar con el caballero y tu mientras mira que tal el lugar… Ya corazón…»
Caminó hacia la caseta y entró, yo comencé a caminar hacia unos árboles cercanos, tras los cuales se veía la piscina y me detuve, prendí un cigarrillo y de pronto pensé que Isabel podía tener problemas, me di vuelta y caminé rápidamente hacia la caseta, pero antes de llegar a la puerta decidí dar la vuelta por atrás para mirar y escuchar lo que ella le estaba diciendo al cuidador. En la parte de atrás de la caseta había una ventanita a la cual sigilosamente me asomé, lo que vi no podía creerlo, Isabel estaba de rodillas frente al cuidador y su polla grande y dura entraba y salía de la boca de Isabel lentamente, ella se la estaba chupando en forma suave y delicada como solo ella sabe hacerlo y además le daba pequeños mordisquitos cada vez que tenía su glande a la altura de sus dientes, aquel movimiento lento de pronto comenzó a aumentar en fuerza hasta chupársela como si quisiera tragársela toda… El cuidador respiraba rápidamente y gemía como si lo estuvieran torturando e Isabel refregaba su chorita con su mano por encima de las bombachas, levantando la pequeña minifalda blanca, supongo que preparándola para aquel pedazote de polla que tenía el tipo. Mi primera reacción fue entrar y sacarla de ahí, pero a esa altura yo ya había desabrochado mi pantalón y me estaba acariciando la polla, que la tenía como palo encebado.
De pronto se abrió la puerta de la caseta y entró otro tipo, supuestamente el dueño del lugar, el que muy sorprendido, miró al cuidador y le preguntó: «Y esta cosita rica compadre???» A lo cual el cuidador respondió muy entrecortado «Quiere permiso para … Para… Para… Uy!! que rico la chupa… Para entrar con el pololo a la piscina y… Ay! No te la trages ricura… Y le estoy cobrando jefe» A lo cual el jefe dijo «Muy bien, cobrémosle» No podía creer que yo no hiciera nada más que masturbarme cada vez más fuerte y sentir que me calentaba en una forma increíble, ver lo que estaba pasando e imaginar lo que venía.
El jefe levantó la minifalda de Isabel y acarició sus nalgas y su trasero, luego pasó su mano por entre las piernas de Isabel, desabrochó la minifalda y delicadamente se la sacó. Luego él se sacó el traje de baño que tenía puesto y apareció una polla del porte del obelisco en argentina, grande dura y lista para follar a mi Isabel, al yo ver esto casi solté toda la leche de solo pensar que pretendiera metérsela toda. Isabel no se despegó de aquella polla, que saboreaba como loca, ni por un instante, el jefe la tomó de las caderas y la levantó de la posición de rodillas en que Isabel se encontraba, quedando de pie, pero agachada, ya que a Isabel no le quitarían esa polla de su boca hasta que pudiera sacarle toda la leche. El jefe bajó sus bombachas hasta los tobillos, se agachó y comenzó a lamerle la chorita, Isabel lanzó como pudo un grito de placer, ya que su boca estaba llena de aquella gran polla que el cuidador tenía y abrió sus piernas como diciéndole a este intruso, cómetela toda. El cuidador gemía tan fuerte que yo pensé que estaba listo para acabar, pero siguió gimiendo y diciendo «así ricura, chúpala más fuerte, sácame toda la leche ya!» Mientras tanto el jefe se levantó, tomó su polla con una mano y la acercó a la mojada y caliente chorita de Isabel, ya en ese momento sus líquidos salian de su chorita y chorreaban por sus piernas, indicando que estaba más que lista para ser embestida. El jefe no dudó ni un instante y comenzó a metérsela lentamente abriendo sus labios mayores y luego los menores en una forma impresionante a la vista de cualquiera, con sus manos separó aun más las nalgas de Isabel para poder ver como entraba, centímetro a centímetro se fue incrustando en el interior, causando un largo e inmenso gemido de él y de Isabel, cada centímetro que entraba, para mí era como kilómetros de placer… sucumbí eyaculando un gran chorro de leche, no podia creerlo, pero era increíblemente rico ver como esos dos tipos follaban a Isabel.
Además que el jefe la tenía tan grande que imaginé que no la podría meter toda, pero grande fue mi sorpresa y la chorita de Isabel, al ver que se la encajó hasta que las bolas chocaron con las nalgas, luego la comenzó a meter y sacar muy despacio, pero cada vez que llegaba adentro empujaba con mucha fuerza, Isabel comenzó a temblar y a contonearse cada vez más desesperada, pero ni siquiera esta gran embestida la iba a distraer de la gran mamada que le estaba dando al cuidador, tratando de olvidar por algunos instantes el tremendo placer que el jefe le propinaba, tomó con su mano la polla del cuidador y sin dejar de succionarla fuertemente comenzó a masturbarlo rápidamente, como para tomarse luego esa leche y poder dedicarse definitivamente a la polla que la estaba haciendo ver estrellas, segundos después el cuidador estalló y de su polla salió tanta leche que Isabel tragó lo que pudo y lo demás corrió por su boca cayendo sobre sus grandes pechos blancos, los cuales eran amasados por las manos del jefe, Isabel no se retiró de la polla del cuidador y continuó pasando su lengua delicadamente para no dejarlo fuera del juego.
Mi mano nuevamente sobaba en forma frenética mi polla ya que la imagen de ver como a Isabel se le llenaba la boca de leche, como chorreaban sus pechos y como se la encajaba el jefe, produjo en mi una gran excitación y nuevamente solté un par de chorros de leche en un orgasmo muy fuerte. Isabel por estar tomándose su leche no se percató que el jefe sacó su polla de aquella suave, caliente y cariñosa cavernita y sin mucho aviso se dispuso a embestir despiadadamente su ano, sin compasión, el cual no puso mucha resistencia para dar cavida a aquella bestial polla, la que entró no suavemente sino que desenfrenadamente, lo que a Isabel, acostumbrada a eso, le produjo una explosión cerebral y una serie de orgasmos, que demostró gritando y moviendo su cabeza como si la tuviera completamente suelta, el jefe al verla así no aguanto y reventó dentro de su ano soltando su leche con una fuerza tan grande que aunque tenía más de la mitad de su polla adentro, la leche comenzó a salir por los costados de aquella descomunal polla, que en ese momento parecía haberse hinchado mucho más, inundando toda la chorita de Isabel, lo que produjo en ella una serie de orgasmos más.
Isabel no conforme y aun exitada se dió vuelta, se agachó y desesperada metió en su boca toda aquella malvada polla que la había hecho delirar de placer y comenzó a chuparla para sacar hasta la última gota de leche que pudiera quedarle, a lo que el cuidador que ya tenía una nueva y gran erección, no pensó en desperdiciar aquella raja caliente y muy lubricada que Isabel le ponía por delante y clavó su polla en la chorita de Isabel, los movimientos de cuidador eran tan desesperados que al poco tiempo de meterla y sacarla dio un grito y de su polla saltaron varios chorros de leche que fueron a caer en nalgas, trasero y espalda de Isabel. Ella se enderezó y con sus piernas temblorosas y muy agitadas, pero extaciada de placer, le preguntó a ambos, mientras se ponía la minifalda y limpiaba algunos rastros de leche de sus pechos «Bueno… entonces podemos ocupar la piscina, no???»
Isabel acomodó sus bombachas y con una gran sonrisa salió de la caseta. Dí la vuelta a la caseta y caminé trás ella, cuando la alcancé se dio la vuelta y me dijo «Ya está todo listo, no te dije que si yo hablaba con el cuidador no tendríamos problemas para pasar un día espectacular amor???» a lo cual le conteste «Y era necesario que también se lo explicaras al otro hombre???» a lo que ella contestó «bueno con tal de conseguir que pudiéramos hacer lo que teníamos pensado, no lo habría pensado dos veces en conversar con quien hubiese sido necesario, no crees???» luego se acercó a mí y me besó apasionadamente, restregando su cuerpo con el mío y dijo «Uy! que pasó está durita corazón y yo estoy calentita y muy lubricada como ya debes suponer…»
Si, entramos a la piscina e hicimos lo inimaginable durante todo el día. Durante la tarde conversamos y llegamos a la conclusión de que tanto a mi como a ella, nos había encantado todo y que ojalá pudiéramos repetirlo en otras oportunidades y en otros lugares.