Tengo 40 años cumplidos y 16 de casado, sin hijos porque tal parece que no puedo embarazar a nadie.
El caso es que una sobrina política mía recién cumplió los 13 años y empezó desde hace un mes a acercarse a mí de manera muy coqueta, cuando en ocasiones estuvimos solos, alejados de la vista de su padre (mi cuñado). Ella es de tez morena y muy delgadita. Sus labios son carnosos y sus ojos negros me matan, como su pelo negro lacio azulado que le llega a los hombros.
Hace una semana, mientras llovía en mi ciudad, era poco antes de la noche, cuando pasé por donde mi cuñado. Mi sobrina estaba sola y estudiaba matemáticas del tercer año secundario que estudia en un colegio religioso. Cuando abrió la puerta me dedicó la mejor de sus sonrisas. Sus labios siempre me vuelven loco y había tenido fantasías nocturnas con ellos, pero en la realidad nunca intenté nada por mi iniciativa.
-Pase. Tío, y me ayuda con los estudios mientras viene papi, que está retrasado y llegará en una hora.- me dijo y me tomó de la mano apretándola. Se sentía en ella un sudor helado de nerviosismo.
Me llevó directo a su cuarto adornado con fotos de cantantes de modas y me sentó a su lado en su propia cama para enseñarme sus libros. Su falda a cuadros de uniforme del colegio estaba arriba de las rodillas para mayor comodidad y su blusa tenía los botones superiores abiertos y se veían sin sostén sus pechitos morenitos de punta negruzca evidentemente erectos. Me sentí mareado, pero no dije nada. Vi los libros y quise leerlos, pero su mano se posó sobre mi pierna izquierda, por donde se estira mi verga que es muy grande, debo decirlo y eso me ha provocado muchos problemas en mi vida. Su dedo meñique sudado tocó la enorme punta de mi verga que estaba por explotar y ya no hubo necesidad de iniciativas. Le tomé la mano y la puse sobre mi glande y ella empezó a acariciarlo y cerró los ojos negros. La besé en la boca y le introduje la lengua mientras ella aceleraba la caricia en mi pene.
El suceso me turbó tanto que he olvidado partes. Recuerdo que ya estábamos desnudos y yo la besaba mientras me le echaba encima a su cuerpecito, muy delgadito, morenito pálido, apenas con vello en su pubis, pero bien delineado, como de modelo, aunque sus caderas bastante estrechas aún por la edad. Hubo juego de manos y le mamé su cosita por 5 minutos hasta que vibró y se tensó en un largo orgasmo. Lloró abiertamente y pensé que todo terminaba, pero ella misma me tomó del brazo cuando quise abandonar la cama y me dijo:
-Hágame mujer, tiito».
Me volví una bestia, la tomé del pelo y la halé con rabia sexual, le golpeé con el puño un muslo y le dejé un pedazo morado. Ella seguía llorando, pero pidiendo más, entonces decidí penetrarla. Busqué una crema de manos que estaba cerca y le unté en sus labios vaginales. Luego le empecé a introducir mi enorme verga. Es muy grande y cabezona y creí que no entraría. Ella gritó alto y sin tapujos y se le bañó de lágrimas el rostro, pero eso me dio más ganas y le dejé ir todo el bate adentro de su hueco, donde algo sonó como tela de plástico reventada y sentí un líquido caliente sobre mi pene. Era sangre, bastante sangre. Creo que la punta de mi pene le estaba entrando hasta en el útero, porque era lloraba de dolor de verdad y se retorcía, mientras yo la trataba de mantener inmóvil halándole el pelo con furia como si se lo fuese a arrancar. Cuando quiso sacar mi pene de su vagina, le golpeé la cara con la mano abierta y siguió llorando. Entré y salí como 30 veces, cada vez más profundo hasta que ya no podía más y temí terminar en su interior, lo que podría acarrear un embarazo que podría destruir las vidas de ambos. Entonces saqué mi glande y le di vuelta a punta de golpes con los puños en los costados y la puse boca abajo. La sangre manchaba la sobrecama blanca, pero de nuevo unté crema, esta vez en el huequito blanquecino de su ano. Ella es morenita, pero el culito lo tiene blanquecino, no se por qué. Puse la punta de mi verga en su hueco mientras halaba hacia atrás su cabellera. Empezó a entrar con dificultad, le di dos puñetazos en la parte anterior de los muslos y se abrió más con el trasero respingado. Sus nalgas son delgaditas y apenas protegen el hoyito en el centro. Entonces le abrí las nalguitas con una mano y le dejé ir todo mi sable dentro del culo. No sé cómo entró, sentí que le desgarraba cosas adentro y escuché el sonido clásico de un pedito apretadito. Logré meter todo mi tubo en ella y estuve yendo y viniendo con furia hasta que creía que se había desmayado del dolor, porque dejó de gritar y de morder la almohada y se quedó toda floja. Mi verga estaba toda adentro de su ano y un hilito de sangre resbalaba por uno de sus glúteos tan flaquitos. Así estuve descansando hasta que ella se reanimó un poco, pero no se movía mucho porque decía que le ardía «Como si fuera chile».
Mi sobrina Sofía dio un suspiro hondo cuando por fin saqué mi enorme verga de su culo y estaba más grande y roja que de costumbre. Aún no había echado mi leche que tenía regada debido a tres semanas sin sexo. Sofiita la vio y me dijo:
-Tío, ahora ni sentarme voy a poder. Me dejó toda abierta.-
-Así te hago mujer.- le dije con cierta brutalidad y le apreté el pezón izquierdo con tal fuerza que volvió a llorar.
Entonces la halé sin soltarle el pezón y le puse la cara sobre mi pene, mientras la obligaba a arrodillarse en la cama y a lamer. Empezó como con mordiscos y le fui diciendo cómo era, Cuando le tocaba con los dientes le daba un golpe en la cabeza. Aprendió rápido «Como una paleta», le dije, y empezó a darme la mamada de mi vida. Cuando estaba a punto de reventar, la halé del pelo sin miramientos y la tendí sobre la cama boca arriba. Me senté sobre su pecho sin dejarle ir mi peso (soy recio aunque no alto) y le metí la cabeza de mi verga en su boca. Ella intentó tomar el pene con las manos para evitar que entrara todo en su boca, pero le di una cachetada y entendió fácil. Rodeó con mis manos mis nalgas y la guíe para que introdujera el dedo índice derecho en mi ano, mientras empecé a mover mi verga en su boca, primero hacia los lados y luego de frente hasta que sentí claro que toqué su campanilla porque dio un brinquito y pareció tener una arcada, pero le golpeé la cabeza y dejó de molestar, aunque volvió a llorar. Me seguió metiendo ahora dos dedos en mi culo, mientras empecé a entrar y salir en su boca con todo mi pene hasta que ya no pude más y exploté. La primera descarga se le debe haber ido hondo porque intentó safarse y tembló como en una arcadita, pero volví a los golpes y le pellizqué salvaje el otro pezón. Entre gritos y gemidos apagados fue recibiendo toda mi descarga de semen, creo que era como medio litro y supe que pretendía retenerlo en la boca sin tragarlo, pero era tal la cantidad y tal la fuerza que ejercía yo dentro de su boca, que le fue imposible. Empezó a dar tragos aún antes de que terminara yo de dispararle leche dentro de la boca. Se lo tragó todo y sólo le quedaron hilitos que parecía de almidón en las comisuras de los labios cuando al fin saqué mi pene y le di un beso largo y le mordí los labios con mis dientes hasta hacerlos sangrar un poquitín. Tenía su carita morena de colegiala asustada llena de lágrimas, pero se abrazó desesperada a mí y me pidió que me quedara toda la tarde. Sin embargo el timbre sonaba en la puerta y se oyó la voz de mi cuñado diciendo que había perdido su llave.
-Quédese aquí, tiito lindo, mientras vuelvo.- me imploró, mientras se limpiaba con la sábana los hilos de sangre que le corrían hasta las piernas.
Se vistió rápido sin ropa interior, con su falda de colegio y se fue caminando un poco dificultosamente para ir a abrir a su padre. Yo la escuché decirle que había tenido una riña con una compañera de estudios y que de los golpes recibidos estaba un poco enferma y que prefería volver a su cuarto a dormir, pero él la entretuvo examinando los golpecitos en la cara y luego pidiéndole que le hiciera un café. Cuando eso sucedió, abrí la ventana del cuarto de Sofiita que da a la calle y huí como un amante perdido. Esa noche no pude dormir de felicidad. La verga me ardía y vi lesiones de dientes infantiles en la punta y desgarraduras que me hice al desgarrarla a ella, pero me sentí realizado. En la mañanita del día siguiente recibí su llamada.
-No me deje así, tiito, venga, que me quedé en casa sola con el pretexto que estoy enferma y no pude ir al colegio.-
Volví y desde entonces estoy viviendo una aventura muy seria que me conmueve y me angustia. Si me descubren pienso que muero o me matan y Sofiita es cada vez menos discreta y más exigente en cuanto a los experimentos sexuales. Ayer apenas me insinuó que le llevara otro hombre de confianza para que se la cogieran dos a la vez. Me sentí celoso y agobiado y ahora estoy con este problema. Me llama por lo menos cuatro veces a mi oficina y mi secretario (de quien fui amante hace dos años) empieza a sospechar y sonríe maliciosa cuando me dice «Lo llama su niña, señor».
Qué hago?. Me siento fuera de este mundo con esa niña tan bella, no se en qué va a parar esto.