En mi adolescencia no tuve un grupo de amigos muy calmo que digamos. Éramos un grupito de seis chicos, de los cuales ninguno pasaba los 18 años excepto Oski, que tenía 26, un físico enorme y un carácter dominante. De más está decir quién era el que mandaba. Si bien jamás habíamos hecho nada ilegal, ni Oski nos pedía cosas imposibles de hacer, la mezcla de respeto, admiración y miedo que todos sentíamos por él, a mí me hacía pensar que algún día nos arrastraría a cometer alguna locura.
Y eso ocurrió. Cierta noche fuimos a bailar. Uno de los chicos, Javier, conoció a una deliciosa jovencita. No había llegado a los 18 y su corta remera destacaban tanto sus pechos, que no eran grandes pero si muy sexy, y su vientre blanco, plano y apretado, como toda su cintura. Llevaba una falda larga hasta los tobillos, que se las arreglaba para destacar un culito más que prometedor. Era de estatura baja y su cara era raramente sexy, dominada por una nariz de tabique irregular y unos ojos enormes.
La vi bailar junto a Javier y, si bien yo estaba bailando con una adolescente muy bonita también, no podía quitarle los ojos de encima. Su nombre era Oriana y bailaba con las manos de Javier en la cintura, moviéndose con una sensualidad que le nacía de las mismísimas entrañas.
Al salir del boliche, el único que terminó la noche acompañado fue Javier. Noté cómo Oski dejaba que su mirada se perdiera en la casi etérea figura de Oriana. Javier nos pidió que acompañemos todos juntos a Oriana a su casa, que no vivía lejos, pero que en el camino tenía zonas no muy seguras que atravesar. Estábamos, además de Javier, Oski, Dani y yo.
El que dominó la escena durante la caminata fue Oski, que nos iba relatando a todos algunas de sus hazañas. Al pasar por una obra en construcción que tenía un precario cerramiento de madera, asegurado con un simple candado, Oski nos desafió a que él podía abrir ese candado con un pedazo de alambre. Curiosamente Oriana aceptó el desafío y se dispuso a probar que esa maña de Oski era cierta. Y lo era. Oski encontró un trozo de alambre y en poco tiempo destrabó el candado como con su propia llave.
“Ahora cerralo”, le dijo Oriana.
“No, ahora que está abierto entramos” dijo Oski y con una mirada nos ordenó a Dani y a mí a hacerlo. Javier y Oriana, a su pesar, entraron al quedarse sin compañía para seguir el camino. Pero Oriana insistía constantemente en que nos vayamos. El lugar estaba oscuro, apenas iluminado por las luces de la calle y por una poderosísima luna que gobernaba una noche despejada y cálida.
El ambiente se fue poniendo pesado. Oski le insinuaba cosas a Oriana y ésta que se quería ir. La cosa se puso fea cuando Oski le pidió a Oriana que haga un strip-tease, a lo que Oriana respondió enfurecida, pidiéndole a Javier que la lleve a su casa, pero Oski le ordenó a Javier que se quedara quieto, lo amenazó y enseguida, se paró frente a Oriana y le dijo que comience a desnudarse. Oriana quiso huir, pero Oski la tomó de un brazo. Luego nos pidió a Dani y a mí que la tomemos de los brazos. Él se paró frente a Oriana y le dijo: “así se hace un strip-tease”, tomó su remera con ambas manos y la rasgó dejando las hermosas tetas de la chica a la vista de todos. A pesar de su llanto, el cuerpo de Oriana me excitó sobremanera. Miré su espalda y vi cómo esta terminaba en su fabuloso culo que temblaba bajo la falda. Hacia allí fue mi mano.
Era increíblemente firme y carnoso. Tomé con toda mi mano uno de sus glúteos y lo amasé con deleite, mientras Oski le manoseaba las tetas.
Ahora Oski la tomó de los pelos y la obligó a arrodillarse. Se bajó el cierre de sus pantalones y sacó un enorme instrumento en vías de erección. Yo me apresuré a arrodillarme tras ella y a apoyar mi excitado sexo en su cola, mientras Oski y Dani la obligaban a que se lleve a la boca la pija de Oski.
Miré a un costado y Javier estaba paralizado por lo que veía. Oski lo alentaba a unirse a la fiesta, pero él estaba paralizado.
En medio de forcejeos, amenazas y llantos de Oriana, Oski logró que su pija descanse en la boca de la chica un par de veces. Luego volvió a obligarla a que se ponga de pie y la llevó hasta una pared. La puso de cara contra los ladrillos y levantó su falda, tomó su bombacha y se la sacó de un tirón, rompiéndola. En ese instante pude ver su preciosa cola que tan obsesionado me tenía hasta ese momento. Oski la tomó de las caderas, Oriana quedó apoyada con sus manos contra la pared y así, medio doblada hacia adelante, recibió el embate de Oski en su concha, que tomándola de la cintura se la empezó a coger como un demente. En un momento, los quejidos de dolor de Oriana ya no parecían ser tales y se iban mezclando con jadeos y suspiros.
Dani y yo teníamos unos bultos enormes a esa altura y mirábamos la escena con apetito.
Oski le dijo a Dani que se acueste en el piso. Dani se bajó los pantalones y se acostó con la pija en pie de guerra. Oski obligó a Oriana a que se monte sobre ese aparato, cosa que logró en medio de más forcejeos. Al lograrlo, Dani comenzó a moverse como loco dentro de Oriana. Pero Oski no había terminado su tarea: apuntó su lanza a la preciosísima cola de la chica que respondió a la primer embestida con un grito.
Ver a mis amigos ocupando los agujeros de esa hermosa mujer, me terminó de enloquecer. Saqué mi pija y empecé a masturbarme. Sobre todo porque noté que Oriana seguía insultándolos, pero ya no había mucha resistencia que digamos. Ver a Oski entrando y saliendo de ese tremendo culo era lo máximo. Javier seguía estupefacto, mirando la escena. Luego Oski sacó su pija de la cola de Oriana y se paró frente a su rostro, la tomó de los pelos y empujó su aparato dentro de su boca, donde derramó el final de su faena, a la vez que me ordenaba que me hiciera cargo de la cola de la chica. Yo no necesitaba que me obliguen, me abalancé hacia ese culo soñado al instante. Sólo en películas porno, había visto un culo tan escultural al desnudo y disponible. Acomodé mi pija en la entrada y empecé a hundirla, sintiéndola apretada por aquel monumento. Cuando sentí el roce de la piel de sus cachetes en mis huevos creí que iba a morir de placer. Empecé a sacudirme rogando que aquello no terminara jamás. Pero terminó mientras me hundía en ella por enésima vez y descargaba toda mi leche con un torrente violento. La saqué y acomodé mi ropa. Dani estaba terminando lo suyo. “Llego” gritó. Pero Oriana se zafó y fue a buscar esa pija que se ocupó de su concha mientras Oski y yo le destrozábamos el culo, se la llevó a la boca y se tragó hasta la última gota que le sacó con una paja gloriosa.
Oski le dijo a Javier “Bueno querido, toda tuya. Después de todo, te la merecés, ya que fuiste vos quién se la levantó”. Oriana se acercó a Javier, se paró delante de él dándole la espalda y comenzó una especie de baile cuya coreografía tenía el atractivo centrado en su cola que se movía sobre el bulto de Javier que empezaba a reaccionar. Nosotros tres nos fuimos. “Dejémoslos solos” fue la orden de Oski.
Caminamos hacia nuestras casas comentando aquella experiencia. Llegamos a una esquina y nos separamos, cada uno en dirección a su casa. Pero yo no pude reprimirme. Y volví sobre mis pasos hacia aquella construcción. Entré sigilosamente, sin hacer ruido, y me escondí tras una pila de ladrillos desde donde podía ver a Javier y a Oriana. Llegué en el momento en que ella se acomodaba en cuatro patas, pero con la cara y el pecho contra el suelo, dejando su delicioso culo, entregado y generoso, hacia arriba. En el preciso momento en que Javier enterraba su pija en la cola de la ronroneante Oriana, yo empezaba a masturbarme.
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