De como un fin de semana para asistir a una boda fui follado por un amigo
Hace unos dos meses asistí a la boda de un amigo. Ello conllevó el viaje a otra isla y estancia en un hotel de 4 estrellas. Todo un lujo. Al viaje me acompañó, Fernando, quien también estaba invitado a la boda. Para ahorrar gastos adquirimos una habitación doble para ambos, dado que teníamos bastante confianza y feeling el uno con el otro.
La boda era el viernes, pero aún así decidimos quedarnos todo el fin de semana para aprovechar a salir de fiesta. Mi novia no podía acompañarme por motivos de trabajo, así que para mí era todo una novedad y quería disfrutarlo.
Una vez llegamos al Hotel y acomodar el equipaje, teníamos que preparanos para acudir al enlace. Fernando se desnudó delante de mí sin ningún pudor. Debió notármelo porque me dijo: «hay confiannza». Yo le sonreí asintiendo. Para no quedarme atrás me cambié delante suyo. Me percaté que miró varias veces de forma prolongada, pero no dije nada.
Tras la boda fuimos a un supermercado a comprar alcohol e ir para el Hotel a descansar un poco antes de proseguir la juerga.
Nos pusimos cómodos y Fernando me comentó que se iba a hacer una raya, que lo necesitaba. Me ofreció, y accedí, total ya que estábamos…
En un momento dado me sacó el tema de desvestirnos el uno delante del otro, que percibió que me dio vergüenza. Le dije que no, que simplemente me sorprendió, pero que estaba acostumbrado por las duchas del gimnasio. Y a continuación me dijo: «Buen culo». Le dije: ¿Cómo dices? Y me comentó que yo tenía un buen culo, bien musculado.
Para no ser menos, le dije: «Buena herramienta». Me dijo: «gracias, suelen decírmelo». Y reímos.
Al rato me dice: «¿Quieres que nos desnudemos de nuevo? Es que me apetece hacerlo, simplemente para observarnos.
Asentí con un «vale». Nos desnudamos y nos quedamos frente a frente sin decirnos nada. Simplemente tocábamos nuestras poyas, como despertándolas para mostrar nuestra virilidad. Nos acercamos y las cabezas de nuestras poyas comenzaron a rozarse. La excitación y el morbo eran enormes. Nuestras poyas estaban duras, rozándose. Fernando tenía una poya de unos 18 cm aprox., muy gruesa, venosa, con un cabezote morado y gordo.
En seguida cogió la mía y comenzó a menearla, y yo hice lo mismo con la suya. Qué caliente la tenía. Comenzó a suspirar, hasta que se agachó y comenzó a chuparme la poya. Estuvo varios minutos. Fue una sensación de placer única, ver a mi amigo chupar mi poya.
Se levantó y me agaché yo para devolverle el favor. Era la primera vez que me metía una polla en la boca. Lo disfruté como una actriz porno, qué placer más grande, su olor, el sabor, oírle suspirar y gemir…
Me dijo que quería que hiciésemos un 69. Y vaya si lo hicimos. Dándonos placer al mismo tiempo, aunque chupársela para mí fue un auténtico placer. Despertó en mi la puta que llevo dentro. Mientras le chupaba los huevos, noté su lengua en mi ano. Me ericé. Qué placer!
Me preguntó si quería llegar hasta el final, le dije que sí. Me hizo poner a 4 patas y acercó su poya a mi agujerito. Nada, no había manera. Me incorporé y fue a mi bolsa de viaje a por una loción hidratante. Me unté un poco en mi culo, a la vez que comencé a introducir un dedo. Luego unté su poya y me puse a 4 patas. Le pedí que tuviera cuidado, que fuera despacio. Así lo hizo, pero me costó retorcerme de dolor que comenzara a meter su poya en mi virgen culo. Una vez dentro del dolor que me producía le pedí que la sacara, que me dolía, que no podía más. Me dijo que esperara unos segundos mientras comenzaba a moverse. Me dolía, no podía, me retorcía del dolor, hasta que el dolor desapareció y ya empecé a sentir como la poya de Fernando entraba y salía de mi culo dándome placer.
Me sentía una puta mientras golpeaba su cuerpo contra mis nalgas intentando penetrar hasta el fondo mi culo. Agarraba con sus manos mis nalgas y me embestía con fuerza mientras me decía: «¿te gusta, zorra? Yo con la voz entrecortada le decía que sí, que me diera duro.
Tras unos minutos follándome el culo, me hizo quedar bocaabajo presionando su cuerpo contra el mío, quedando su boca junto a mi oreja diciéndome vulgaridades como «qué coño más rico tienes, te lo estoy destrozando, puta» Esa situación me tenía a mil, más como sentía que me penetraba con fuerza, como si quisiera hacerme daño, romperme el culo.
Terminó sacando su polla y chingando sobre mí. Sentir su leche caliente sobre mi espalda ha sido la mejor sensación de mi vida.
Apenas salimos el fin de semana del hotel. Es cierto, que me rompió el culo, pero aguantó y disfruté de lo lindo. Él también quiso probar mi verga en su culo y pude «vengarme» en nombre de mi culo.