Desde que conocio a la nueva mujer de su suegro sintio deseos de poseerla, solo tendria que encontrar la oportunidad perfecta para convertirse en su amante.
El padre de mi esposa, Francisco, es un hombre muy adinerado de 69 años. Yo lo conoci hace ya un lustro en un foro internacional para presidentes de empresas y por razones de piel simpatizamos enseguida a pesar de ser el 35 años mayor que yo. Creo que se impresiono por ver que a mi edad tenia los cojones suficientes como para mantener mi propia compañia, y la amistad se hizo genuina y rapida.
Al tiempo de frecuentarnos profesionalmente, conoci a su hija y me enamore de ella. Francisco no opuso resistencia. Al fin de cuentas era evidente que la union seria mas que algo sentimental una virtual fusion de capitales.
Un año despues de mi matrimonio, su esposa fallecio y un año mas tarde, luego de un viaje, el anunciaba que habia contraido en secreto nuevas nupcias con otra mujer, desconocida para todo su entorno familiar y 25 años menor.
Recuerdo bien esos tiempos. Mi esposa era una furia de celos, y, siendo muy moralista, estaba escandalizada.
Creo que por eso Francisco demoro en presentarla formalmente. Sin embargo, y gracias a nuestra amistad, me confeso que Sandra (ese era su nombre) habia sido un gran consuelo en su vida.
Por consejo mio, accedio a presentarla en una reunion social que brindaria en su mansion junto a nuestras amistades. Yo supuse que en publico mi esposa lo soportaria mejor.
Lo que no podia suponer era que el verdadero peligro era yo mismo. Y me di cuenta en cuanto vi a Sandra por primera vez.
Ella resulto ser de alta clase. Refinada, esbelta, de un rostro precioso que cuadraba perfecto a sus 45 años. Aunque su esbelto (¿o debo decir escultural?) cuerpo parecia de 30. Mas aun cuando mi primera vision de ella fue enfundada en un vestido blanco entallado, muy escotado para poder lucir unos pechos que se adivinaban firmes y grandes, piernas de gimnasio interminables y sandalias plateadas de tacon con finisimas tiras y tacos aguja.
La vi y me enamore. A partir de ese momento supe que mis esfuerzos solo serian para follarmela.
En segundos la catalogue como a una perra sedienta de sexo. Placer que Francisco no podria darle por su avanzada edad y por su secreta aficion a la bebida.
Apenas pude dominarme al darle el beso de presentacion en la mejilla. Sin pensarlo, mi mano escapo de control y se poso en su espalda baja que el vestido dejaba profundamente al desnudo y casi al limite superior de su redondo culito.
Senti que ella acuso el movimiento. Tal vez, luego de un nanosegundo de duda penso que no era algo preocupante. Que quizas exageraba al pensar… Y simplemente me devolvio el beso al tiempo que decia a mi esposa:
«Eres mas linda de lo que tu padre cuenta. Te mereces este galan que tienes por esposo».
Para mi eso fue un mensaje: Me habia registrado y no le era indiferente.
Esa noche para mi fue muy larga. Sandra me tenia poseido con su blanca sonrisa de dientes perfectos, sus ojos celestes de muñeca y su lacio pelo rubio que caia hasta casi los hombros.
Sus pasos eran un desfile de bellisimas piernas. Acodado en la barra mi polla se endurecia con la imagen de mi mismo lamiendo sus sandalias y penetrando su culo solo tapado ante mis ojos por un finisimo hilo dental.
Francisco estaba feliz. Pero bebia en exceso. Era obvio que esa noche Sandra no tendria sexo y eso me estaba desquiciando.
Fuimos los ultimos en irnos y cuando llegue a casa mi mujer recibio la mejor cogida que yo recuerde haber propinado a alguien.
Pero ni eso me calmo.
Casi no pude pegar un ojo hasta que, con mi esposa ya dormida, pude acariciar mi polla con la fantasia de poseer a Sandra.
El tiempo comenzo a pasar lentamente a partir de ese dia. Todos mis pensamientos estaban destinados a Sandra.
Por razones sociales ibamos a muchos lugares juntos ambas parejas. Eventos de empresa, cenas de caridad, dias de campo o simplemente tardes en mi mansion o en la de Francisco.
En todas ellas Sandra parecia ser una modelo. No importaba que ropa luciera, si eran zapatos cerrados de alto tacon y punta metalica, o finas sandalias altas, siempre, siempre lograba ponerme a mil. Y nunca tenia oportunidad de acercarme.
Pero esa oportunidad llego casi sin quererlo, cuando un viaje sorpresivo alejo a Francisco de la ciudad. Tan sorpresivo fue, que solo lo pense al salir conduciendo mi automovil del aeropuerto donde lo habia acompañado a abordar su avion.
Solo al imaginar que estaba decidido a atacar hizo que mi polla se erectara y sin darme cuenta, pocos minutos despues, estacionaba mi auto dentro de la mansion de mi suegro.
Sandra se mostro sorprendida de verme a esa hora tan poco habitual. Yo sin embargo, al verla con ese ajustado traje de falda a la rodilla y zapatos blancos de tacon supe que habia hecho bien en acudir.
Me invito a pasar y me ofrecio un whisky para ambos que ella misma preparo dandome la espalda y dejandome una vez mas el placer de venerar su maravillosa figura.
No pude controlarme.
Lentamente me acerque a ella por la espalda y tomandola por la cintura empece a besar su cuello.
Ella se sacudio y dandose vuelta sobresaltada me dijo:
«¡Que haces!???
Entonces saque fuerzas de donde no crei tener y le conte todo lo que sentia con lujo de detalles, sin retroceder un solo paso para mantener con su cuerpo una distancia de impacto.
Sentia su aroma y mi cuerpo alcanzaba temperaturas limite.
Ella guardaba silencio, pero mirandome fijo a los ojos me dijo con voz temblorosa.
«No podemos Carlos. Esto esta mal».
¡Ella tambien estaba que ardia por mi!
Yo insisti atrayendola hacia mi cuerpo mientras mis manos buscaban su culo.
«No Carlos», repitio,»los sirvientes…vamos al cuarto»
Y me separo, tomo la botella de whisky y sin mirarme camino hacia el ascensor con una sensualidad que jamas habia yo visto en alguna mujer.
Cuando la puerta del cuarto se cerro y la tome en mis brazos ella ya no se resistio.
Nuestras lenguas chocaron con fuerza y mis manos trataban de abarcar su cuerpo con fuerza y con pasion.
Ella desabotonaba su camisa para dejar libres sus firmes y puntudos senos.
Yo desabroche su falda y solo quedo con su tanga de hilo dental y sus zapatos blancos de tacon.
No aguantaba mas. Mi polla parecia atacada por fiebre. Me tomaria mi tiempo para follarla.
Me acoste en el suelo y empece a lamer sus pies y sus zapatos.
Ella metia sus dedos en la raja y acariciaba sus propios senos.
Me incorpore y mi polla estaba a reventar, asi que la recoste en la cama y la penetre sintiendo como su vagina se transformaba en un ajustado guante para mi pija.
Solo al hacerlo ella comenzo a acabar. Y al hacerlo jadeaba en mi oido. Y me hablaba
«No sabes como deseaba esta pija dentro mio. Francisco vive borracho de frustracion porque su pene ya no sirve, y vos sos el unico hombre que me ronda y me ronda».
¿Te gusta mi pija, putita?
«Si»
Comemela.
«Si»
Yo no podia creer que me la estaba follando. Tanta era mi pasion que en medio de la cogida mis ojos seguian admirandola como a una obra de arte.
Ahora que era mi amante nuestra vida se transformaria en un morbo permanente en el que tendriamos que ocultar el deseo todo el tiempo y con interminables caricias a escondidas.
Era una esplendida lamevergas. Y tambien una adicta al semen. Lo bebia con desesperacion.
La cogi con suavidad y con furia. La hice una cualquiera. Transforme una dama de sociedad en alguien licencioso y perverso.
Ese dia llegue tarde a casa. Tarde y cansado.
Al dia siguiente ella llamo a mi celular al mediodia.
«Estoy esperandote»
Basto para tomar mi tarde libre. Y follarla sobre la mesa de billar en la sala de juegos.
Se habia puesto un ajustado vestido corto sin bragas, y mi debilidad: altos zapatos negros de tacon con punta de acero.
Era una puta poseida por el placer. Gateaba sobre la mesa para incitarme y yo la follaba como a una perra por su cueva y por su culo.
Nunca decia basta. Ni siquiera en los intervalos, donde bebia whisky como agua y en su borrachera aumentaba su deseo.
Al fin, cuando ya tarde tuve que partir, pude observar como la beldad que horas antes me habia recibido ahora me despedia con paso tambaleante por el cansancio y el alcohol, pero sin perder un apice de belleza.
Una verdadera puta.
Cuando Francisco regreso de su viaje nuestra libertad de movimientos se restringio.
Sandra estaba cebada. Tan en celo que la presencia de su marido solo sirvio para aumentar su audacia: Habia conseguido mi verga y la conservaria.
Asi que en cada oportunidad fregaba su culo en mi polla, o acariciaba mi sexo bajo la mesa de las cenas, o me invitaba a follar en baños de señoras de lugares ajenos.
Eramos presos de una locura.
En una ocasion me invito a almorzar junto a su esposo y se aseguro que este bebiera una cantidad desacostumbrada de vino durante la comida. Tal vez hasta uso algun narcotico.
Yo notaba que Francisco cabeceaba suavemente y que sus palabras salian desarticuladas de su boca.
Sandra servia su copa con una mano y con la otra masturbaba mi polla debajo del mantel.
Cuando Francisco al fin se durmio en su sitio, ella se deslizo bajo el mantel y me propino una mamada de antologia sin dejar derramar una sola gota de semen.
Sandra era a mis ojos una reina.
Para el postre, ella estaba cabalgandome en su habitacion y gimiendo sin ningun tipo de censura.
Yo acariciaba su cintura y me extasiaba con la vision de su cuerpo.
Aun la veo desnuda, solo vestida con sus zapatos de tacon y recorriendo la habitacion con completo dominio de sus actos. Tal vez lo hacia adrede. Al verla mi polla siempre reaccionaba y la cosa terminaba con sexo rabioso y muy cercano a la condena eterna.
Su audacia crecia.
Primero con cierta cautela y luego con periodicidad, comenzo a concurrir a mi oficina por cualquier excusa.
Llegaba vestida como la dama que era. Y se dedicaba a comer mi polla arrodillada frente a mi.
Pero quienes han tenido amantes alguna vez, saben que lo dificil es mantener el control de las cosas para evitar un desastre. Y yo lo estaba perdiendo.
Sandra estaba totalmente loca por mi polla. Loca y desquiciada.
Cuando Francisco murio fue en parte un alivio para mi. Al menos ya no debia preocuparme por hacerlo cornudo.
Pero por otra parte ya no tuve excusas para ir a su casa. Mi esposa, que nunca habia terminado de digerir del todo a Sandra, me impedia siquiera tener contacto con ella.
Y Sandra no soporto que menguara su dosis diaria de sexo.
En su locura le conto a mi esposa absolutamente toda la verdad. Incluso una parte que ni yo mismo sabia: Sandra estaba embarazada de mi.
Perdi todo. Mi esposa me quito el fruto de todo mi trabajo de años y me prohibio judicialmente acercarme a menos de 2 km de la que habia sido mi casa.
En ese contexto, deje de ver a Sandra.
Supe mas tarde por un encuentro casual con un amigo de aquellas epocas, que Sandra no tuvo ese niño, y que, sola en la mansion heredada de Francisco, se habia convertido en cortesana y dedicaba sus dias a la practica de sexo de alto nivel social. Su fama era conocida en los circulos mas selectos y no habia ejecutivo que se preciara de tal que no hubiese dejado dinero a cambio del placer de Sandra.
A mi ya no me importaba. Solo me importa llegar temprano a mi trabajo en el matadero municipal porque si lo pierdo quedare en la indigencia total.