Lentamente se lo bajé un poco hasta dejarle la cabeza afuera, se la escupí y enseguida se la chupé apenas
Tengo una casa de fin de semana a 300 kilómetros de la ciudad y llamé a una decoradora para que haga unos diseños.
Salimos el sábado para volver el domingo, yo iba en mi carro y ella con su asistente en el suyo, pero gran parte del viaje hasta la casa es por camino de tierra, hacía mucho tiempo que no llovía así que era todo una gran polvareda molesta para viajar por esa zona. A mitad de camino la mujer que es asmática decidió volver, así que le pidió a su asistente que siguiera viaje conmigo para al menos tomar fotografías de todo el lugar y ella pudiera ir diseñando algo basándose en las fotos.
No puedo describir al asistente, su nombre es Julio. 1.85 mts, muy buen cuerpo, ojos pequeños pero muy sonrientes en todo momento, su sonrisa parecía de publicidad de pasta dentífrica, labios carnosos y rojos y dientes blancos y grandes.
De muy buen humor, no le molestaba para nada la polvareda del camino, no protestaba por el calor y se notaba que disfrutaba a pleno del viaje, sonriendo siempre y devorando el paisaje en todo momento. Noté que transpiraba demasiado, le dije que se podía quitar la ropa y que lamentaba que la refrigeración del carro no funcionara.
Ni lerdo ni perezoso el buen Julio se quitó la camisa, calzado y pantalones, quedando en unos deliciosos bóxer blancos ajustaditos. Hice lo mismo. Yo no sabía si ver a la ruta o ver semejante adonis. Muy peludo, nunca había visto a alguien con tanto pelo, hermosas piernas bien musculosas, panza bien trabajada, nada de grasa, lindos pechos en donde entre el pelo se veían asomar sus tetillas rosadas. Manos grandes, brazos fuertes, y un bulto bastante pronunciado.
Qué más se puede agregar? Que es el tipo de hombres que todos soñamos para vivir abrazados todo el tiempo, esos que uno no quiere perder por nada del mundo. A esta altura mi cabeza volaba a mil y apostaba lo que sea que Julio es un perfecto amante. Me alegré que la mujer se haya ido, también que en la casa ese fin de semana no hubiera nadie, para tranquilidad de la diseñadora había mandado a decir al cuidador que ese fin de semana no estuviera.
Le dije mientras seguíamos viaje que tengo una piscina de natación y me contestó que no traía shorts de baño, le mentí entonces que yo tampoco pero como estaríamos solos no habría problemas de nadar desnudos, entonces le conté de mi profesión de fotógrafo y que me permitiera tomarle fotos para una supuesta muestra de desnudos en donde yo todavía por falta de tiempo no había preparado nada, Julio me dijo que no tiene problema alguno siempre y cuando no le retrate su rostro porque es bastante vergonzoso y no quería que nadie lo reconociera.
Bueno, pensé, se viene un inolvidable fin de semana. No creo que se haya dado cuenta de mi homosexualidad porque no se me nota para nada, además soy bastante disimulado cuando miro a los hombres. Quizás él no es gay o nunca haya tenido una relación con un hombre, pero confiaba en las distintas bebidas alcohólicas que tengo en mi casa, además de yerbas “especiales” que crecen por la zona y que le invitaría a fumar, todo esto inevitablemente rompería resistencias. El trecho final hasta la casa no hablamos, el polvo suspendido en el aire dentro del carro afectaba nuestras gargantas.
Contemplaba a mi compañero de viaje con su pelo negro lleno de polvo gris, lo mismo su cuerpo donde las gotas de transpiración lo recorrían y se secaban, dejándole marcas que yo ansiaba limpiar con mi lengua. No pude evitar acariciar su brazo con la excusa de explicarle cómo puede hacer para ir sacándose de encima el polvo que se le iba pegando al cuerpo. Su brazo era fuerte, musculoso y parecía que ardía, no por el sol sino aparentemente el fuerte calor que emanaba de su cuerpo constantemente era natural.
Ansiaba lamerlo entero, meter mi cabeza en la raja de su culo y sentir en mi cara su calor y sus olores. Si de su brazo salía tanto calor, me imaginaba que su sexo hervía. A pesar del calor y el polvo e n la ruta, aceleré el carro pues no veía la hora de llegar y verlo desnudarse. A las dos horas y muy cansados llegamos. Mientras yo abría las ventanas de la casa, él salió a conocerla. Necesitábamos una siesta para recuperar energías y pensé en inventarle alguna historia de sabanas sucias en donde él no podía dormir en las otras habitaciones sino conmigo en la cama doble, lo busqué pero lo encontré acostado en el diván profundamente dormido.
Verlo así, en bóxer y con semejante hermoso cuerpo y con libertad de poder contemplar cada centímetro porque él dormía, me excitó mucho, me quitó el cansancio del viaje y acerqué la palma de mi mano a su cuerpo para sentir su delicioso calor. Sin tocarlo casi, pero muy cerca de su cuerpo, sintiendo el roce de sus pelos en mi mano. Fue hermoso, recorrí todos sus milímetros, pies, piernas, brazos, su cara, su cuello, su pecho, dejando su sexo para el final, como postre. Entonces acerqué mi mano.
Como me imaginé su sexo ardía, a pesar de tener el bóxer puesto yo podía sentir el calor que emanaba. Quería morderlo, me contenía para no saltar sobre él. Su bulto seguía marcando presencia. Aunque no lo tocaba podía sentirlo. También acerqué mi boca a su boca, nuestros labios casi se tocaban, su boca entreabierta, su olor a fresco. Olí su nariz, recorrí con mi nariz sus axilas transpiradas, tenía un olor delicioso. Baje mi cabeza hasta su polla, cerré mis ojos y aspiré profundamente, ese olor a hombre era tan fuerte y rico que mi polla estaba como nunca antes había estado, enorme, más grande y gorda que nunca.
Julio seguía durmiendo (o si no lo hacia lo disimulaba muy bien) y me quité mis slips mientras seguía oliéndole el cuerpo. Apoyé mi polla en su mano entreabierta. No hubo ninguna señal. Apenas me pareció que cerró su mano levemente para tocármela, o quizás yo con mi calentura acerqué demasiado mi polla a su mano.
El riesgo de que se despertara y se molestara era mi autocontrol para no arrojarme sobre él y meter su polla entera en mi boca, chuparle su culo y cada rincón de su cuerpo.
Empecé a masturbarme mientras seguía oliéndole su pene. Le pasé mi lengua desde su nacimiento hasta la punta, suavemente para no despertarlo y lo suficiente para yo sentirlo. La cabeza de su pija se notaba enorme, a pesar del bóxer. Lentamente se lo bajé un poco hasta dejarle la cabeza afuera, se la escupí y enseguida se la chupé apenas. Entonces acabé, de mi pinga salía litros de leche calentísima que como pude la puse en mis manos y me la tragué. Parte de la leche tiré sobre la polla de Julio. Se la chupé y él apenas se movió.
Evidentemente se hacía el dormido y lo disfrutaba tanto o más que yo, pero por otra parte por mis estúpidos miedos al rechazo evitaba besarlo con toda pasión sus bellos labios o meterle mi polla en su boca para que tragara el resto de mi leche que seguía saliendo. Me fui a arrojarme a la piscina. El agua fría me tranquilizaría un poco. Me tiré de cabeza e hice un largo pero buceando.
Cuando llegué al extremo opuesto saco mi cabeza fuera del agua y me encuentro los pies de Julio en el borde. Levanto la mirada despacio para ver sus piernas, sus rodillas y me detengo en su sexo. Estaba desnudo totalmente y su polla erecta, apuntando hacia el cielo. Sigo subiendo y veo su rostro y su sonrisa perfecta, mirándome. “Me encantó lo que pasó adentro. Vengo por más.” Es todo lo que me dijo. Se agachó, apenas pasó su lengua por mi boca, me dio la espalda y metió parte de su cuerpo en la piscina, hasta su cintura y con sus brazos fuertes se sostenía para no caer, dejándome todo su culo a la altura de mi cara.
Sacó su pierna derecha afuera, o sea que solo otra pierna quedó adentro, su culo y por su postura bien abierto quedó a milímetros de mi cara y mi lengua que no pudo quedarse quieta y arremetió. Le metí la lengua bien adentro de su agujero. Con mis manos me ayude para abrir lo más posible sus nalgas y poder chuparle más adentro de su agujero caliente. Le pasé mi lengua por arriba y por abajo, él se inclinó quedando sus bolas y su pene apoyado contra el borde de la piscina que yo chupé como nunca antes había chupado.
Su pene era mucho más grande de lo que me imaginaba. Le chupaba todo su culo con todas mis ganas, él respiraba hondo, se notaba que estaba muy caliente, le metí un dedo en el culo y él se acercó más para atrás de la calentura, entonces le metí dos dedos más. Con los golpes del agua de la piscina no podía lubricarlo bien, a pesar de mi saliva pero a él no le importaba el dolor, así que lo tomé de la cintura y lentamente hice que fuera hundiendo su cuerpo en la piscina, mientras yo le hacia sentir mi polla erecta por sus piernas, y mientras él bajaba mi polla subía hasta encontrar su culo.
Apoyé mi polla ahí. Julio nuevamente se balanceó para atrás como diciéndome que lo penetrara. Yo empujé la polla un poco pero me costaba metérsela porque tenia el agujero virgen y a pesar de su calentura, el agua no ayudaba a que hubiera lubricación, entonces él puso su mano hacia atrás, buscándome la polla, me la tomó, separó sus piernas más, sacó para atrás mas su cola, y ayudándose con su mano metió mi polla en su culo. Yo empuje con fuerzas, él grito pero volvió a tirarse para atrás, quería que se la metiera entera y así lo hice.
Julio se agacho reclinando su cuerpo fuera de la piscina y dejó que yo bombeara con todas mis fuerzas, se la metía y sacaba sin parar, era tal mi calentura que hasta mis bolas quería metérselas. Él me pedía que lo hiciera mas fuerte mientras se quejaba de placer. Y yo volví a acabar, todo adentro de él, que se contorsionaba de dolor y placer. Subí de un salto al borde y me acosté boca abajo.
Julio se acostó sobre mí y esto fue solo el principio de ese fin de semana que terminó convirtiéndose en diez días inolvidables donde Julio lo que nunca hizo fue tomar las fotografías de la casa pero yo sí de él. Ah! Me confesó que fue su primera vez.