Queridos lectores, ahora les voy a platicar lo que sucedió cuando me encontré con un lector de mis relatos, estuvo muy ardiente la cosa, continúen leyendo y lo verán.
En una ocasión. Estando revisando mis correos, recibí uno de alguien que solamente se identificaba como “admirador” y era para concertar una cita conmigo, me pedía que llevara algo de ropa femenina ya que él iba a estar vestido así, obviamente, por la curiosidad me atreví a responderle y asistí a la cita, nos encontramos cerca de mi casa y nos fuimos a un motel cercano, en el trayecto, empezamos a platicar de las preferencias sexuales y resulta que le gusta hacer el amor con hombres, darles ricas mamadas, penetrarlos y gozar con ellos como si estuviera con mujeres, como soy bisexual, nada de eso me asusta, lo que sí me intrigó bastante era que no se dejaría coger, si acaso le podría meter los dedos, de todos modos iba con la mentalidad de pasarla muy rico en la cama.
Cuando llegamos al motel, pagamos mitad y mitad de la tarifa y entramos a la habitación, en cuanto cerró la puerta, me besó muy rico y me tocó levemente las nalgas, cuando se apartó me dijo:
– Ve a cambiarte mientras yo hago lo mismo, dame solo 10 minutos y estaré listo – finalizó dándome una suave nalgada.
– Claro – asentí y tomé mi maleta para vestirme de nena en el baño.
Al momento en que salí con mis medias negras, liguero, una malla que casi no dejaba nada a la imaginación, mi tanga, todo de color negro y mi peluca, pude ver que estaba vestido con pantimedias, tanga y sostén blancos, se acercó a mí y me empezó a besar, primero muy tiernamente, poco a poco los besos se tornaron más ardientes, sus manos iniciaron un recorrido por todo mi cuerpo hasta llegar a mis nalgas, me las acarició y las apretó como para ver si estaba firmes, mientras su lengua recorría todo el interior de mi boca.
– Estás deliciosa – dijo muy quedo en mi oído – estoy seguro de que vamos a gozar mucho juntos.
– Tú también estás muy rico – respondí mientras le tocaba el bulto que estaba creciendo en su entrepierna.
Él mide 1.80, blanco, cabello entrecano (debe tener unos 55 años), complexión media, algo de pancita pero eso no me importó, verga gruesa pero pequeña (14 cms. Aprox.), varonil y muy educado.
Después de fajar rico de pie por unos minutos, me comentó:
– Vamos a la cama, quiero ver que tal eres para mamar verga.
– Soy experta mamando – dije asumiendo que yo era la mujer – ya verás lo que te toca gozar.
Lo acosté en la cama boca arriba y él se terminó de acomodar para que pudiera iniciar mi trabajo bucal, se me quedó mirando a los ojos mientras yo empezaba a bajar su pantimedia y tanga, en cuanto su verga saltó apuntando hacia mí, la tome muy suavemente y comencé por lamer todo el tronco de arriba hacia abajo, de un lado para el otro, mientras escuchaba su respiración agitada.
Mi trabajo apenas comenzaba, con las manos trataba de que me la metiera en la boca pero no estaba dispuesta a hacerlo aún, continué lamiendo hasta llegar a la parte baja de los testículos, en ese instante emitió unos gemidos que me hicieron saber que estaba en el camino correcto, seguí bajando hasta que encontré el espacio entre sus peludos huevos y el culo y lamí muy apresuradamente, los gemidos aumentaron de intensidad hasta que me retiró diciendo:
– ¡Para, para! que me voy a venir si sigues haciendo eso.
Como respuesta subí lentamente para meterme nuevamente su verga en la boca, sus gemidos aumentaron se intensidad hasta que me dijo con voz entrecortada por la excitación:
– Ya mi amor, ahora sí quiero metértela toda.
Le respondí con ansias:
– Métemela rico papito, ¿cómo quieres que me ponga?
Sin decir nada, me tomó de la mano y me acostó boca abajo en la cama, me abrió las piernas, se puso un condón lubricado roció de lubricante mi culo, se recostó encima de mí y, abriéndome las nalgas, se dispuso a meterme esa gruesa arma que tiene, para facilitar le penetración, me abrí las nalgas con ambas manos y apuntó directo a mi anillo anal, la palpitante cabeza de su grueso pene encontró de inmediato la entrada a mi culo, empujó suavemente hasta que entró, mi excitación era mayúscula, así que le pedí:
– Métemela de golpe y hasta el fondo.
Obedeciendo a mi petición, la clavó bruscamente hasta llenarme todo el culo de su ardiente carne, sentí un dolor agudo pero no se detuvo, moví mi trasero para que disfrutara a tope de la cogida que me estaba comenzando a dar, levanté un poco mi cadera porque quería que estuviera lo más profundo posible dentro de mí, así seguimos mientras me acariciaba por todos lados, en cierto momento, me pidió:
– Ahora ponte de perrito mi vida.
Le obedecí silenciosamente y se aferró a mi trasero para clavarla fuertemente, en el momento en que sintió que estaba en la entrada de mi culo, metió la punta y me la dejó ir de un solo golpe, cuando lo sentí adentro, apreté el culo para que lo gozara mucho, sus embestidas aumentaron de frecuencia, me hizo gemir de placer porque me estaba dando una cogida fabulosa, así estuvo unos minutos cuando me anunció que se venía, no pudo contenerse más y se vació dentro de mi ano, seguí apretando el esfínter hasta que las contracciones de su pene cesaron.
Después de que se repuso, lo besé tiernamente en la boca mientras acariciaba su flácido pene. Me prometió que nos volveríamos a ver para repetir la deliciosa sesión sexual que acabábamos de tener, se vistió y se despidió de mí con un apasionado beso.
La siguiente vez que estuve con Toño es tema para otro relato, el cual lo publicaré pronto, saludos amables lectores.