Margarita tenía algo que la hacía especial. Me lo confeso meses después de haber logrado su amistad y confianza. Como yo, ella rondaba los 40 pero ella tenía algo bastante distinto a mí.
Ella nunca, según me conto, había visto la verga de un hombre. Juraba, aunque yo no le creía que jamás había visto una pija.
A margarita la conocí en la casa de Pedro, su hermano, una tarde que él me invito a su casa para abrirme a pijazos. Pedro me estaba rompiendo el orto cuando Margarita llego a la casa, la interrupción no evito que mi culeador me enlechara las nalgas con varios guascazos.
Así. Con el agujerito del culo palpitando por la poronga que lo había visitado minutos antes la conocí a Margarita.
En un pueblo chico de montaña no es difícil hacer una amistad, por eso con Margarita edificamos una relación de amigas confidentes, yo le contaba mis aventuras, aquellas infidelidades antes que mi marido me dejara. Mi adolescencia de bombacha fácil. Hasta le conté con detalle las cogidas que me daba su hermano.
Yo notaba que Margarita escuchaba mis confesiones con mucha confusión. Cierto día le hice la pregunta cuya repuesta me sorprendió.
– Y a Ti Margarita ¿Cuándo fue la última vez que te garcharon?
Ella miro hacia abajo y con un tono apagado me respondió:
– Yo… Yo nunca le vi el pito a un hombre…
– ¿¿¿Que??? Estalle yo incrédula. – ¡No puedo creerte eso! ¿A tu edad y nunca te han puesto en 4 patas…? Jajajja…. Chica debes tener la concha llena de musgos…
Margarita alzo los hombros con resignación y no dijo nada…
Cambiamos de tema y durante un buen rato hablamos de temas mundanos alejados del sexo, pero no podía sacarme de la cabeza la confesión que hace un rato mi amiga me había hecho. Por un momento me la imagine delante de un hombre bien calzado viéndolo bajarse el calzoncillo para presentarle a su majestad la pija.
Me la imagine caliente y asustada, entregada y curiosa, acorralada e indefensa para que la fuerza de un macho duro, posesivo y demandante le destape bien esos agujeros inexplorados.
La imaginación dio paso a la decisión irrenunciable de verla trabada entre su vulva y las pelotas de un hombre bestialmente caliente.
Mientras urdía esto la miraba y vi en sus ojos la sospecha de que algo estaba tramando para su futuro.
Se lo dije de una vez y no le deje pensarlo. – Vamos a ir con unos tipos para que nos caguen cogiendo a las dos como si fuéramos dos vacas putonas.
– ¿¿¿¿Que???? Se alarmo Margarita con un raro temor en su rostro.
– Dime la verdad Margarita… ¿No te gustaría saber que se siente tener unos dientes mordiéndote la nuca mientras te bombea una manguera dura juntando la leche que te va a hacer tragar.?
Mire a Margarita y su tez iba pasando de un rosado a un rojo fuego. Disimuladamente su mano se rozó la ingle por encima del vestido.
-Lo haremos mañana a la noche. Iremos a la gomería de la ruta. El gomero me cogió una vez y me ofreció ir algún viernes porque se juntan con 4 amigos a tomar vino y jugar cartas.
Margarita, no dijo nada, pero no necesitaba decirlo, iba a ir conmigo a bajarse la bombacha con esos tipos básicos acostumbrados a abusar de las mujeres regaladas.
Y Margarita estaba ya regalada, era inevitable que el día siguiente se fuera de esa gomería renga de tanto que le iban a meter. Lo mío era más simple. Yo sabía que había que ponerse como el macho quiere y dejarse dar duro y aceptar sumisamente los insultos y procacidades que te dicen cuando se dan cuenta que sos fácil y tragaleche.
Cambiamos de tema, hablamos algunas banalidades más. Y cuando nos despedimos le dije.
-Marga, Lávate bien el culo porque estos tipos no te dejan si no es con el culo roto…
Note que esto la asusto pero no dijo nada.
Pero escucho mi consejo, al otro día me llamo para preguntarme como se tenía que lavar el culo.
Llego el día y la pase a buscar en la camioneta como a las 11 de la noche,
Al tocar timbre me atendió Pedro, su hermano, Me dijo que Margarita estaba en el baño y que la esperara, Mientras esperaba Pedro me hizo acompañarlo hasta la cocina, donde su hermana no podía oírnos y me pregunto.
-¿Adónde van?
-Cosa de niñas. Le respondí con una sonrisa enigmática.
-Dime la verdad. Me pidió – Van a abrirle las patas a alguna pija…
Me encontró algo desprevenida y solo le respondí
– ¿Por qué piensas eso?
-No soy tonto, y además la escuche hablar por teléfono contigo sobre el lavado del culo…
No dije nada, estaba preocupada por la forma en que se podían desencadenar los hechos, Pero Pedro me dejo atónita. Me costó entender cuando me lo dijo, pese a la claridad de sus palabras.
– Bueno Dolo, solo te pido que cuides que se la culeen bien y la manden para aquí cagando leche. Siempre quise hacerla mi puta pero nunca la pude convencer. Después de esto vamos a ver qué pasa…
Un cumulo de pensamientos pasaron por mi cabeza, la situación no podía ser más extraña… Margarita entro a la cocina y me saludo.
Realmente la mujer no estaba vestida de manera particular, nadie se hubiera dado cuenta para que estábamos yendo, ir de compras o al lavadero hubiera sido tan factible como a ir a chupar vergas como nosotras. En eso nos parecíamos, yo tampoco era de vestirme de manera especial cuando me llevaban a garchar. Había descubierto que los machos más servidores te usaban con más ganas cuando te veían una madura común agachera y culo roto.
En la camioneta no hablamos durante unas cuadras pero repentinamente Margarita me pregunto.
– ¿Nos van a dar muy duro?
Sin mirarla le respondí
-¿Tu qué crees?
-¿No lo sé, nunca pase por esto?
-Mira… No vas a una cita con un noviecito. Va a una Gomería con 5 tipos que tal vez ya estén medio borrachos, calientes y acostumbrados a un trato nada decoroso… Debo decirte la verdad Nos van a dar no duro… Estos tipos nos van empujar la caca para adentro a pijazos…
-Uyyy!!!! Dijo Margarita y no dijo más nada…
Llegamos a la Gomería que estaba semicerrada al fondo se escuchaban los gritos de unos hombres
– Ramón, Ramón. Llame al dueño de la Gomería mientras golpeaba la cortina de chapa de la entrada de autos que estaba baja hasta casi la cintura.
Inmediatamente se asomó Ramón, Un chileno grande y musculoso con profusos bigotes
– Pero que sorpresa Gordita, No me digas que venís a inflarnos las gomas. Me dijo riéndose.
– Tú me invitaste, Ramón. Le dije – No te molesta que haya venido con Margarita, mi amiga.
– Claro que no… al contrario. Tenemos mucho para las dos… Vengan a tomar unos vinos.
Entramos a un cuarto espacioso donde habían algunas herramientas, neumáticos y contra una pared un colchón grande sucio y evidentemente con mucho tiempo de uso. Sobre ese colchón Ramón me había montado durante 3 horas dejándome el culo colorado a nalgadas, según el por gorda putona.
En el lugar, reunidos, alrededor de una mesa había otros 5 hombres, grandes y musculosos como Ramón, dos eran ayudantes de la gomería, otro era camionero y los dos restantes changarines que cargaban camiones en los campos de lúpulo.
Ramon nos sirvió vino… A mí no me gusta mucho el vino pero sé que cuando te ven tomando los tipos te ven más regalada y te clavan más. Margarita también tomo, se la notaba cohibida pero ansiosa.
-Ven para aquí linda. Me dijo Ramon y me sentó sobre él. Por acto reflejo moví 2 o tres veces mis nalgas sobre su pija que ya estaba dura.
Los chistes e insinuaciones groseras fueron subiendo de tono.
Margarita no acostumbrada al vino se reía de todo dando una cabal idea de que estaba entregada para que la zurzan.
Ramón destapo otra botella de vino y el sacacorchos se cayó me agache para levantarlo y deje mi culo a centímetros de la mano de uno de los changarines, El hombre no perdió tiempo y me metió la mano entre las piernas haciéndome perder el equilibrio y haciéndome caer culo para arriba al piso. La escena debía ser patética. Una Gorda de más de 40 años con una bombacha de ama de casa riéndose con el culo a la vista de 6 tipos. Pero lo que no entiendo como paso pero se lo atribuyo al alcohol fue ese pedo imprevisto que se me escapo en el piso.
Todos se rieron y me dijeron todo tipo de procacidades.
El changarín que me había metido la mano me grito
– Putona pedorra te voy a sacar los pedos por la boca.
– Jajá, se rio ramón – No te imaginas como se le cae la leche cuando le llenas el culo.
Todos reían, y Margarita… Margarita miraba el piso.
Mientras el Changarín me arrancaba la bombacha y me llevaba a nalgadas para el colchón ramón y el chofer se acercaron a Margarita.
Sin decir nada el chofer se bajó la bragueta… Por fin Margarita iba conocer una chota. Ramon, mientras tanto agarro las tetas de Margarita y se las comenzó a amasar, la hizo levantar y la empujo por la espalda para inclinarla, le levanto el vestido y amasándole las nalgas le chuponeaba el cuello.
El chofer al fin saco la verga. Y margarita conoció su primera poronga y empezó por lo grande ese chofer tenía una pija de toro con un hongo por cabeza, las venas que las recorría eran del tamaño de un dedo mío.
Mientras El chofer se bajaba el pantalón los ojos de Margarita se salían de las orbitas
Veía a Margarita mientras entre los dos changarines y uno de los de la gomería me daban sus troncos enormes para chupar.
Margarita Tenia algo a favor, su inexperiencia pasaba desapercibida, estos eran machos que te cagan cogiendo, que te la entierran bien en la boca hasta donde te quepa.
Por eso Ya margarita tenía una pija en la boca y de rodilla desnuda se ofrecía entera a los tipos que la manoseaban
Uno de los changarines me la enterró en la concha haciéndome gemir pero un grito me saco del trance de mi concha llena, la vi a Margarita calzada por Ramon. Después de 3 duras estocadas Ramon sorprendido saco su pija de la concha de Marga y exclamo.
– Carajo, esta es nuevita, ¿eras virgen puta? Le grito el culeador.
– Si Ramoncito, tu eres el primero que me la mete.
– Esta confesión alucino al tipo que le daba pija en la boca y acabo haciéndole tragar la espesa leche, empujándola por la cabeza, el tipo le disparo 4 o 5 fuertes borbotones de guasca en la boca abierta hasta el límite.
Dos horas después apretados en el colchón Margarita y yo llorábamos acostadas sobre un tipo que nos abría la concha, otro sobre nuestras espaldas rompiéndonos el culo y un tercero haciéndonos tragar pija por la boca.
Yo más agrandada por tantas pijas a través de los años, aunque también me hacen doler porque me dan duro me lo aguanto, pero Margarita lloro durante muchos minutos tirada en el colchón, le habían roto bien el culo. Se levantó siempre llorando y quiso buscar un baño pero entre el alcohol y la leche que le habían hecho tragar no pudo contener el vómito.
A Margarita Mientras vomitaba, se le salían pedos con leche del culo.
Caminando con las patas abiertas como una mesa la acompañe a su casa.
Se la entregue a su hermano Pedro chorreando leche, sin bombacha y llorando de dolor
-¿Que te paso Marga? Le dijo con cierta ironía.
Margarita me miro a mí.
Supe que yo era la que debía decirlo.
-Pasa Pedro, que a tu hermanita la agarraron entre 3 vergones rompe culos y se la montaron como a una vaca caliente.
-Uyyy… dijo Pedro – Hermanita… No te preocupes yo te curo el culito….
Antes de irme le dije a Pedro riendo mientras me levantaba el vestido sin bombacha
– y mira como me enlecharon a mí. Y me abrí la zanja para que me vea el roto culo.
Con esa escena final me imagine que esa noche Pedro iba a tener una hermanita para darle la lechita caliente de sus huevos de caballo.