La idea llevaba tiempo rondándome la cabeza, pero a mis 34 años, independientemente de no tener la oportunidad, no había tenido el valor suficiente. Había puesto anuncios en la red, pero sin conseguir resultado alguno, el caso es que tenía unas ganas locas de experimentar el sexo en grupo y no encontraba el medio de conseguirlo.
Un buen día, mientras visitaba a mis padres en mi ciudad natal (aunque llevo varios años viviendo en Madrid resido en una pequeña ciudad del norte de España), mientras leía la sección de «relax» de un periódico local, me sorprendió el siguiente anuncio: «MATRIMONIO joven, bisexual. Para tríos voyeurs». La idea surgió de repente, sino había podido ser gratis, ¿Por qué no, pagando?. Ni corto ni perezoso, me puse una copa (quizás para encontrar el valor suficiente) y marqué el teléfono que indicaba el anuncio.
-Buenas Noches- (respondió una voz masculina).
-Hola, buenas noches. Mire usted,- contesté un poco nervioso -llamaba por lo del anuncio del periódico.
-¿Cuál de ellos?- respondió el desconocido.
– Esto (perplejo), el del matrimonio…
– Bueno, mira. Pues somos un matrimonio joven, yo tengo 24 años y mi mujer 21. Soy bastante varonil (la gente dice además que estoy cachas). En cuanto a mi mujer, te diré que tiene 130 cm de pecho, no es demasiado alta, pero es bastante delgada…
Al oír lo del pecho de la mujer se me hizo la boca agua (siempre he tenido fijación por las mujeres con pechos grandes, ahora tengo que aclarar que no me considero bisexual, pero suponía que no iba a dejar que no me rozara un tío sí estábamos «metidos en materia»).
-Yyyyy.¿Qué podemos hacer?- Pregunté.
-Lo que se te ocurra.
– De acuerdo, ahora voy para allá- respondí después de preguntar el resto de los detalles.
Unos 20 minutos más tarde llegué a la dirección que me habían indicado y me abrió un hombre joven con perilla (no parecía haberme mentido en cuanto a la edad). A continuación me acompañó a un cuarto en el que sólo había una cama. Yo le seguí, pero no las tenía todas conmigo, ya que parecía tener más tendencia homo que bi, y no era eso precisamente lo que andaba buscando.
– Espera un momento,- dijo -mi mujer se está preparando.
¡¡¡Madre mía!!! Ante mis ojos se encontraba una impresionante mulata envuelta en un vestido de noche que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel. En cuanto a sus pechos, parecían querer salirse del escote, dejando entrever parte del sujetador. En fin, creo que me quedé un buen rato observándola con la boca abierta.
-Vaya- sonrío él -Parece que le ha cambiado la cara al verte.
Me desnudé, y, lentamente, me aproximé a la mujer mientras ella se iba despojando de su vestido, dejando ver lo que antes simplemente se había adivinado. Me situé a su espalda, frotando mi miembro (que para entonces ya había alcanzado sus discretos 14 cm) contra su culo y agarrándole los hermosos pechos mientras le comía el cuello. Mientras tanto, él se situó enfrente y le comenzó a besar en la boca. «¿No sería mejor tumbarnos en la cama, papito?». Habló por primera vez, con un encantador acento cubano. Dicho y hecho, nos tumbamos mientras nos enfundábamos los preservativos, lo cual hice fácilmente, pero mi compañero no tanto por estar «Su cosa» un tanto flácida. A continuación todo comenzó como si estuviéramos a cámara rápida. En un momento ella tenía las dos pollas en su boca. A continuación ellos dos me la chupaban, mientras yo aprovechaba sus pausas para decirle que me hiciese una cubana con sus hermosas tetas (se puede decir que me estaba haciendo una cubana «recursiva» 😉 ). Esa fue la primera vez que me corrí. Mientras yo me retiraba por un momento, ello empezaron un 69. El, tumbado de espaldas, le lamía su coño depilado mientras ella engullía frenéticamente el miembro de él (el cual descubrí con envidia que era bastante más grande que el mío, unos 20 cm.). Casi inmediatamente me recuperé, me coloqué el condón y aproveché la posición para metérsela por el coño. Era fantástico el meterla y sacarla, sabiendo que a cada sacada me iban a lamer la polla. El se debió de correr, porque se retiró a los pocos instantes y me dejó «sólo ante el peligro». Yo me portaba como en mi vida, proporcionándola un metesaca salvaje que hacía bambolear sus senos (cuando no se los estaba agarrando).
-Métesela tú, dije, ya que no quería correrme todavía sin haber probado un «sándwich».
– No, dijo. Sigue tú. Me gusta ver como te la tiras- Dijo el muy mentiroso, cuando lo cierto es que la tenía flácida.
– No,- dije -insisto. Y me retiré.
Ella se puso boca arriba y el se colocó sobre ella mientras yo me colocaba a su cabecera. Desde esa posición no podía comprobar realmente si se la estaba metiendo, pero tampoco me importaba mucho, ya que tenía otras cosas en mente. Me fui acercando al rostro de ambos para permitir que ella me la chupara…
-No, dijo él. Te tienes que poner otro preservativo. ¿Quieres que te lo pongamos?.
-No hace falta. Sé yo solito- contesté con una sonrisa.- A continuación, durante un rato estuve jugando con la boca y los labios de ella. Cuando me canse de ello, dije:
-Probemos un sándwich.
-Cómo??- dijo él -¿Con ella en medio?.
-Claro, dije, y me coloqué boca arriba, al mismo tiempo que veía que él seguía con la polla flácida.
La mulata se sentó sobre mi polla ofreciéndome una maravillosa vista de sus pechos sobre mi cara, su larga melena rizada cayendo sobre mi pecho y su coño tragándose con facilidad mi polla. Acto seguido noté que el se aproximaba por detrás y me soltaba una monserga sobre los puntos eróticos masculinos. Yo me dejé hacer, con la esperanza de que se le pusiese tiesa y pudiésemos culminar lo que habíamos empezado. Mientras ella me cabalgaba, notaba que él me tocaba los huevos y el agujero del culo, mientras me comentaba cosas que no consigo recordar acerca de la próstata. Se le debió poner dura, porque casi de inmediato empecé a notar una cosa dura que pugnaba por introducirse en mi culo.
-¡¡Alto ahí¡¡- Dije -Creo que eso se lo deberías dar a tu mujer.
Y dicho y hecho. Se la introdujo en el culo mientras ella empezaba a jadear (pude comprobar que se la metió porque yo mientras tanto la tenía agarrada por allí). Lo que sucedió a continuación fue una de los mejores momentos de mi vida. El la daba por el culo, ella me cabalgaba a mí mientras yo me turnaba en agarrarle las tetas y las caderas, y comenzamos a besarnos, a pesar del reparo que me daba el besarme con una prostituta. Sus caderas se movían sobre mí con un ritmo frenético, sólo igualado por la velocidad con que se entrelazaban nuestras lenguas y el metesaca de su marido en su culo. Después, él sacó la polla de su culo e intentó meterla junto con la mía en su coño ¡¡¡mis mejores sueños se hacían realidad¡¡¡ Ella sacó mi polla, agarró las dos y las empezó a frotar contra su clítoris, mientras experimentaba un orgasmo tras otro (o así me parecía a mí). Después de varios minutos y tras varios intentos, consiguió introducirse las dos pollas y comenzamos de nuevo con el ritmo frenético. De vez en cuando se me salía (o se le salía a él), pero ella estaba tan húmeda que enseguida volvían a encontrar su «casa». A punto de correrme, decidí tentar un poco más a la suerte diciendo:
– Quiero que nos corramos en su cara- Dicho y hecho. Sacamos nuestros respectivos instrumentos, pusimos de pie sobre la cama, nos quitamos los condones y nos la empezamos a menear mientras ella de rodillas nos lamía la polla y los cojones alternativamente.
-¡¡¡Voy¡¡¡- Dijo él, al tiempo que lanzaba un grueso chorretón de semen que la caía sobre un ojo y sobre la boca abierta.
Su rabo continuaba lanzando esperma, parecía que no iba a acabar nunca, el esperma se derramaba por su cara, su cuello y llegaba a sus tetas mientras ella se lo restregaba con las manos y su lengua buscaba restos sobre su cara para inmediatamente tragárselos con voracidad. Esto era algo que no pude soportar y de inmediato me corrí sobre ella en la corrida más espectacular que he tenido en mi vida. Mientras la cabeza me daba vueltas pude observar como ella se tragaba el esperma que la alcanzaba en la boca y el resto la dejaba perdida. Al salir de la casa parecía que estaba flotando en el aire. Caminé un buen rato en dirección contraria a donde se encontraba mi coche, para darme cuenta más tarde y volver sobre mis pasos, pensando en lo que me acababa de suceder. Supongo yo que volveré a probarlo… Sólo espero, la siguiente vez me llevaré unos cuantos amigos y así podremos compartir gastos ;-).