La noche iniciaba, era la primera vez que salia de viaje a Acapulco con mis amigas, sin los padres, tenia 17 años y era la mas joven de todas; el plan era ir a bailar y ver qué podíamos levantar. Acordamos que si nos separábamos y al llegar al cuarto veíamos colgado el letrero de «no molestar» significaba que alguna de nosotras estaba con alguien y tendríamos que esperar a que terminaran para entrar. Mi plan era encontrar un hombre atractivo de buen cuerpo con el cual pasar la noche, mi cuerpo lo necesitaba. Yo había terminado con mi novio hacía 4 meses y desde aquel entonces lo único que había hecho era masturbarme 2 o 3veces en las noches sola en mi cama. Pero esa noche me desquitaría, así que me vestí muy sexy, con una minifalda tipo escocés roja, una blusa negra semitransparente, sin brasier y la ropa interior blanca más pequeña que tenía con encaje. A la hora de decidir adónde ir a bailar nunca nos pusimos de acuerdo, por lo que nos separamos, yo fui a una que tenia un ventanal enorme por el cual se veía la bahía de Acapulco de noche. Al inicio de la velada me sacaron a bailar un par de tipos sin platica, aburridos y bastante feos. Rápidamente les dije que estaba cansada para que me llevaran a la mesa, mientras transcurría la noche decidí que no bailaría con otro hombre feo por lo que me quede sentada un buen rato.
Como a la hora de estar sentada, casi me estaba durmiendo y ya pasaba por mi mente el hecho de terminar la noche sola y masturbándome de neuvo en el baño del cuarto o hasta en el del lobby del hotel porque de pronto la habitación estaría ocupada por alguna de mis amigas. El solo pensar que alguna de ellas estaría con un hombre musculoso y con un gran miembro teniendo una noche increíble, me comenzó a excitar; de pronto una voz me despertó: «quieres bailar?», era una rubia de ojos azules, muy buen cuerpo, grandes senos, caderas redondas y unas piernas grandiosas en un minivestido blanco muy pegado a su cuerpo, lo que la hacía ver espectacular. Al principio me desconcerté tanto que no pude contestar nada. «Perdona, te veo aburrida. quieres bailar?» … Durante unos cuantos segundos lo pensé pero llegué a la conclusión de que era una buena idea. Los tipos del sitio me verían y ya no tendría que estar a la defensiva, además me quitaría de encima el estar pensando en mis amigas. «Sí, claro, por qué no?», dije. Bailamos durante un buen rato, ella era una gran bailarina y en algunas piezas de música dance bailamos increíble, ningún hombre me había llevado tan bien en un baile, asimismo ella me hacía comentarios de las personas que bailaban a nuestro alrededor que me hacían reir mucho.
Claro que para hacerlo se me pegaba mucho para decírmelos al oído, al principio no le puse importancia pero poco a poco el roce de sus senos me comenzó a excitar lo cual me espantó un poco. Cómo era posible que me estuviara excitando una mujer?… Sin embargo, después llegué a la conclusión de que era una mujer muy linda y que me diviertía mucho, entonces fuí dejando que cada vez se acercara más y opté por disfrutar el momento sin ningún prejuicio, al fin de la cabo yo acepté bailar con ella y podía irme cuando quisiera. Al rato, cuando la música se puso romántica y el lugar se oscureció, mi intención fue la de caminar hacia la mesa; pero ella me tomó de la cintura con una mano y con la otra cogió mi mano jalándome hacia ella suavemente. Mi única reacción fue poner mi mano en su hombro y a su lado, empezó a moverse con el ritmo de la música y sin pensarlo más yo la seguí en el baile. La balada fue juntándonos más, acercó mi mano a su pecho y yo me pegué más a ella; la punta de sus senos tocaban mi pecho y sus piernas rozaban las mías. En una reacción que todavía no entiendo por qué la hice, me acerqué para recargarme en su hombro, nuestros cuerpos se rozaban tanto que casi no podíamos movernos y era tan excitante que comencé a sentirme húmeda entre mis piernas. Al poco tiempo, ella me sugirió que fuéramos a retocarnos el maquillaje al baño y tras pasar por su cartera y la mía, nos dirijimos al baño. Cuando entramos habían 5 niñas más, para vernos al espejo ella tuvo que pararse detrás mio y como era un poco más alta, no tenía ningún problema.
Al fin quedamos solas en el baño, ella seguía atrás de mi, yo estaba empeñada en corregirme el delineador cuando comencé a sentir su cuerpo rozar el mio por la espalda, su mano empezó a acariciar mis piernas muy suavemente; yo quedé inmóvil, no sabía qué hacer, ella se acercó más por la parte de atrás, yo podía sentir sus senos tocar mi espalda. Con su otra mano acariciaba mis pequeños senos y mis pezones comenzaron a endurecerse, el asunto me excitaba mucho, la mano que tocaba mis piernas la comenzó a subir hasta meterla debajo de mi falda y aprovechando que mis calzones eran muy pequeños, pudo meterla entre mis piernas y acariciarme el clitoris. Quise voltearme y reclamarle, pero lo único que salió de mi boca fue un gemido por la forma en que tocaba mis senos y la entrepierna y antes de que pudiera pronunciar alguna palabra sus labios besaron los mios, fue un pequeño toque, su lengua acarició la boca y antes de que pudiera ser más profundo el beso alcanzamos a oír que alguien entraba al baño. De modo veloz, sacó su mano de debajo de mi falda. «Vámonos a seguir bailando», me dijo con la intención de que las que entraban la oyeran. «Claro, un segundo guardo mis cosas». Metí todo en mi cartera, muy despacio porque estaba tan excitada que no podía ni caminar. Cuando me tranquilicé un poco, caminé hacia la puerta, ella me tomó del brazo y se acercó a mi oído: «Si quieres nos vamos a algún lugar donde podamos estar a solas» me dijo con cara de niña traviesa. Yo estaba tan excitada que seguramente con sólo rozarme un poco más, podía venirme. «Sí, vamos a donde quieras». Ella me dijo, «te parece bien mi cuarto de hotel?».
«Claro, déjame pagar la cuenta y nos vamos». Fuímos a nuestras mesas, yo a pagar la cuenta y ella a avisarle a las amigas con las que venía que se iba. Por unos segundos pensé que estaba loca… Cómo pensaba en irme con una mujer a su cuarto para estar a solas? Pero estaba tan caliente y las otras opciones eran hacérmelo sola o buscar a cualquier hombre para que me complaciera y en ese momento ambas me parecieron espantosas. Pagué rápido y me fuí a la puerta donde ella ya estaba lista con un taxi. No tardamos mucho en llegar al hotel, al entrar al cuarto me sentí un poco asustada pero ella era muy amable conmigo, «ven, siéntate en la cama. Sí? No te preocupes que te voy a tratar como una reina». Se acercó a mi y me dio un beso suave, seguido por otros más profundos mientras que me desabrochaba mi blusa para acariciar mis senos, como veía que yo no me movía ella se quitó el vestido y me acostó en la cama antes de que me diera cuenta estaba sin ropa , besaba todo mi cuerpo; mis pezones estaban durísimos. Fue abriéndome las piernas, yo cerré mis ojos para sentir todas sus caricias, me besó el cuello, el busto, y al llegar a mi clitoris estaba yo a punto de tener un orgasmo.
Su lengua acariciaba mi clitoris y luego comenzó a jugar con mi ano, nunca nadie me había tocado por allí, porque pensaba que era horrible pero en realidad era excitante. Antes de poder pensar en otra cosa, el climax fue tanto que tuve un orgasmo; ella levantó su cabeza para sonreirme, «bien mi vida, bien, gózalo», me dijo mientras yo gemía de placer. Cuando me tranquilicé un poco, ella se acostó con las piernas abiertas junto a mi por lo que supuse que lo que quería era besara su clitoris, asi que puse mi cabeza entre sus piernas y la acaricié con mi lengua; primero pensé que me daría mucho asco, pero cuando comenzó a quejarse y a humedecerse me gustó tanto que la hice venirse tan rico que me dio un poco de envidia ya que yo seguía muy excitada. Con una de sus manos me cogió de la cabeza para que no pudiera separar mi boca de su clitoris, con la otra abrió el cajón de su mesa de noche y sacó un consolador muy grande. «Mira lo que tengo para ti, estoy segura que te va a gustar, ven acuéstate aquí y abre tus piernas».
Cuando tomé mi posición, ella lo fue metiendo a mi vagina, era increíble, era del grosor exacto y me lo metí hasta adentro; me sentía toda llena de aquello, cuando lo ví bien yo tenía metida la mitad y quedaba otra para ella. «Es para las dos al mismo tiempo». Se puso al frente mio y comenzó a metérselo hasta que su cuca tocó la mía, yo no podía emitir ni media palabra, lo único que hacía era quejarme meserme para que se moviera el consolador dentro de mi. El roce de su cuca con la mía era tan fuerte que las dos logramos venirnos en un gran orgasmo que nos dejo tendidas en la cama un buen rato. Cuando me pude recuperar, me saqué el consolador y me vestí. «Me tengo que ir, mis amigas se pueden preocupar por mi», le dije. «Bueno, te puedo ver otro día?». «Claro que sí». Se paró desnuda y me dio un beso en la boca. «te gusto?», me preguntó. «Sí, muchísimo, bye». Correspondí a su beso y salí del cuarto. Cuando estaba sola en el pasillo me sentía culpable por haber hecho el amor con una mujer, me preguntaba si eso significada que yo era lesbiana, la sola idea me asustaba, pues a mi siempre me habian gustado los hombres; pero por otro lado me había gustado mucho lo que había hecho. Mientras esperaba el ascensor, llegaron dos tipos, de esos que ayudaban con las maletas en el hotel, pero bien parecidos. Creí que sería una buena prueba para resolver mis dudas el tener algo con ellos, podía sentir sus miradas sobre mi cuerpo, lo cual me excitaba.
Cuando paró el ascensor, me dejaron pasar primero dandome una pequeña nalgada, yo solo les sonreí y volví a entrar y uno de ellos me comenzó a acariciar por detrás las nalgas; yo no decía nada, únicamente estiré mi mano a su pene para darle una pequeña caricia. Los tres sonreímos. Uno detuvo el ascensor en otro piso, el que me estaba acariciando me agarró de la mano y me sacó; los tres nos dirigimos a un pequeño cuarto donde guardaban las toallas y las cosas de limpieza. Entramos rápidamente y mientras uno de ellos cerró la puerta, el otro metió las manos debajo de mi falda para quitarme los calzones y acariciar mi vagina. Se dio cuenta que yo estaba muy mojada, entonces me tomó por la cadera, me dio la vuelta y me agachó para metérmelo por detrás. Su verga era muy gruesa y larga, yo creo que de no haber sido por que estaba tan húmeda me hubiera lastimado pero en lugar de eso sentí riquísimo, me llenaba toda. El otro tipo se paró enfrente mio sin saber qué hacer, entonces lo jalé hacia mi, le desabroché el pantalón se lo saque y me lo metí en la boca. Su pene se fue poniendo más duro dentro de mi boca, mientras que por detrás su amigo me cogía cada vez más duro. Yo me sentía medio mala por hacer eso pero era tan rico. Al rato, los golpes de su cadera contra mis nalgas fueron tan rápidos y duros que me dio a entender que se iba a venir, por lo que les dije que cambiaran de posición. Sin decir nada se cambiaron de lugar y tan pronto me los metieron yo comencé a mamárselo muy fuerte hasta que se vino dentro de mi boca, su leche era caliente.
Al mismo tiempo, el que me lo metía por detrás me dio mas duro y comenzó a venirse,primero dentro de mi, pero después lo sacó para terminar echando toda su leche sobre mis nalgas. «Por favor, antes de que se te ablande métemelo por detrás», dije excitada. Ellos me acostaron en una toalla de lado y uno me lo metió por atrás y el otro por la vagina, eran tan grandes que apenas y podía moverme, los dos me lo metian y me lo sacaban muy fuerte hasta que tuve mi orgasmo tan fuerte que los dos me tuvieron que tapar la boca para que no nos oyeran los huéspedes. En cuanto terminó todo, me acosté boca abajo para tranquilizarme y cuando levanté la mirada, me encontraba sola y mis calzones estaban al lado con unos billetes. Traté de pararme y alcanzarlos para darles su dinero y decirles que yo no era de ese tipo de mujeres pero mis piernas todavía no me respondían a causa del orgasmo que había tenido. Tuve que esperar un rato para descansar mientras me limpiaba la cola de la leche de ellos. Me puse la ropa y salí del hotel, los tipos habían terminado su turno, así que no pude verlos. Al llegar a mi cuarto estaban mis amigas contándose sus aventuras nocturnas. Al verme me preguntaron cómo me había ido. «Nunca me van a creer, solo les digo que fue una noche única y además tengo dinero para repetirla mañana», respondí. Desde ese día siempre en mis vacaciones viajo a Acapulco.